martes, 26 de mayo de 2009

Entrevista a Miguel Ángel Muñoz


Fotografía: Mark Parascandola

Miguel Ángel Muñoz (Almería, 1970) acaba de publicar un nuevo libro en la editorial centrada en el cuento Páginas de Espuma, que ha titulado Quédate donde estás. La disposición de los 13 relatos de que consta se basa a simple vista en la longitud del texto, con alternancia de uno corto seguido de otro más extenso. Empieza con “Quiero ser Salinger”, que ocupa apenas dos carillas, y como decía Pepe Cervera en su reseña del libro, el lector-escritor quien quisiera ser de verdad es Miguel Ángel Muñoz. Desde el inicio uno de los rasgos de esta colección de historias es quizás una amable ironía, con la que el narrador se autorretrata indirectamente. En concreto en esa parábola sobre Salinger o en el último texto, también muy breve, titulado “Banda ancha”. Uno de los argumentos que más juego da en el libro es la historia de escritores. En “Vaivén” aparecen Carver y Richard Ford, en “Las dos hermanas”, Onetti. Y Kafka en “Hacer feliz a Franz”.

1.¿Hasta qué punto es importante para tí la mitología de esas figuras? No pareces un iconoclasta, que sería algo más moderno. Quieres asumirlas, diría yo que cariñosamente, para desde ahí forjarte un modo particular de mostrarte al mundo como escritor. Es como el peso de la familia propia. Hay una herencia a la que uno no puede renunciar. ¿Qué tipo de escritor quieres ser?

Es interesante lo que comentas sobre la forja cariñosa de una condición familiar, porque creo que el equipaje de un escritor siempre es particular, y en él se acumulan los libros y los autores más impensados. Cuando uno decide tomar a alguno de esos autores para que sean referencia de un relato, lo fácil es pensar que ese escritor es tu preferido, parte de tu mundo, por supuesto uno de los que más te han influido. No tiene por qué ser así. Cuando un escritor se convierte en personaje es eso, un personaje. Si escribo sobre Carver, no tengo que ser carveriano, pero lo fácil es decir que lo soy. En este libro hay autores que me han influido mucho, y otros que no. En realidad no soy nada mitómano, y mucho menos con los escritores, a los que veo siempre a ras de tierra y llenos de defectos. Me recuerda aquella frase magnífica de Amadeus: “Puedo ser vulgar, pero mi música no lo es”. Pues eso, los escritores son seres vulgares y maravillosos –como todo ser humano, vamos-, pero su música, a veces, no lo es.

2. No obstante, esta colección de cuentos tiene la virtud de no quedarse en el mundo de la escritura. “Ropa de verano” incluye referencias muy claras a asuntos como el cobro de comisiones ilegales, los sobornos entre políticos y constructores, etc. ¿En qué medida la literatura sirve para dar una imagen del mundo actual y sus problemas más inmediatos? Supongo que aquí Crematorio, de Rafael Chirbes habrá sido una referencia muy especial.

Crematorio me parece una obra maestra, y lo que la hace maestra no es el tema que trata, sino los temas que son analizados al tratar ese tema. Es un modelo para cualquier escritor, claro, porque al análisis social se superpone un trabajo de lenguaje, de ritmo, que parte de Bernhard y se apoya en muchos territorios literarios para crear un mundo espeso. Lo social por sí solo, como cualquier argumento por sí solo, se agota fácilmente, pero sí me interesa muchísimo la realidad como objeto literario. De ahí partimos, de esa realidad, y yo me considero un autor de modos realistas, aunque aspiro a que la plasmación de ese trabajo sea un realismo enriquecido. Detesto la literatura simplemente sentimental, enclaustrada en una burbuja que no mira fuera de ella.
Respecto de ese relato concreto, te diré que fue el primero que escribí tras acabar El síndrome Chéjov, tiene bastantes años, y por lo tanto no pudo beneficiarse de tan buenos influjos. De todos modos, no había que ser muy imaginativo para saber qué escondían determinadas corrupciones cotidianas y evidentes, que además son viejas en este país.


3.En “El reino químico” hay una historia sobrecogedora de un nieto y su abuelo, que nos traslada a los años ochenta, en la Costa Brava, donde se localiza geográfica y temporalmente uno de esos puntos de expansión de la epidemia de crisis que nos azota en estos días. La historia del abuelo, el hijo y el nieto es una metáfora de distintos modos de enfrentarse al mundo con sus consecuencias. ¿Consideras que es éste un relato político?

Sí, a su manera sí. Quizás más que político, de intenciones muy morales. Admiro esa literatura de Sciascia o Camus que habla de dilemas morales y a la vez es muy atractiva de leer, y quería enfrentar a los personajes, de tres generaciones distintas, a tres modos muy distintos de actuar ante la realidad. Que el cuento se desarrolle en los años ochenta, relativiza, creo, el origen de cierta podredumbre que viene de antiguo. Que es política, pero también humana. El relato quiere hablar de España, en concreto, pero también de la condición de unos personajes comunes a cualquier lugar. Me interesaba mucho que el tono del cuento fuera elegíaco, porque al fin y al cabo es un relato de formación, sobre una infancia ya desaparecida, y por eso el estilo es el más clásico de la colección. Pensaba que el cuento tenía que tener una cadencia distinta al de otros, más acelerados. A la vez recuperar una época, la de los ochenta, con la obsesión de la guerra nuclear de fondo, y que tanto nos influyó cuando niños.

4.Hay dos cuentos que discurren por los terrenos de lo fantástico.
Por un lado, “Los niños hundidos”, que tiene un aire magnético al estilo de aquellas películas como El pueblo de los malditos (1960) o ¿Quién puede matar a un niño? (1976). De un planteamiento realista se llega a una deriva misteriosa, de difícil explicación.
Por otro lado, “Vitruvio”, es una fábula humorística, que echa mano de elementos de la ciencia ficción.
Empecemos por “Vitruvio”.
Este relato ya aparecía en Ficción Sur. Me parece curioso que lo repitas en dos publicaciones. ¿Por qué? ¿No es mejor para un cuentista dar a conocer cuantos más textos pueda, ya que el panorama de publicación está tan difícil?
Y otra cosa, ¿por qué cifras los párrafos del texto por medio de letras?

Las letras marcan la vida del protagonista y quería que también marcaran el del relato. Una historia sobre la obsesión hacia la literatura tenía que estar marcada por las letras. Además, aportaba un poco más de extrañeza irreal al cuento. Del mismo modo, el último capítulo del cuento se titula “En lo oscuro” como una indicación de un posible relato dentro de un cuento sobre la manía sobre escribir historias.
Respecto de la publicación en Ficción Sur, no se trata de una repetición. Es un cuento que pertenece a esta colección ahora publicada, pero al ser invitado a participar en Ficción Sur, me pareció más interesante dar a conocer un trabajo inédito de un próximo libro que optar por un cuento ya publicado o escribir un pequeño texto de compromiso.


5.“Los niños hundidos” me lleva a pensar en un periodo histórico que no está demasiado lejos. La guerra fría, quizás por la asociación con las películas que mencioné arriba. Esto es, con la parte más metafísica de nuestra historia, personal y social. No sé si me explico bien. La fantasía que nos asfixia también forma parte del mundo que hay que compartir con escritores de la tradición y con mangantes de tres al cuarto. ¿Es esa la realidad que quiere retratar tu colección de historias?

Sobre todo me gustó en ese cuento beber de la tradición narrativa del fantástico. Un género que me interesa mucho y que pienso, como tú indicas en tu pregunta, que puede dar más cumplida respuesta de muchas pesadillas contemporáneas que el realismo puro y duro. Jugar con la mezcla de géneros es un género en sí mismo. El fantástico, una vez Cortázar le abrió las puertas del cotidiano, sigue planteando fascinantes desafíos para el escritor. ¿Qué cuentos fantásticos y cotidianos al tiempo se pueden escribir hoy? ¿Cuáles son nuestras pesadillas? Creo que una de ellas es la pérdida de los hijos, la infancia como origen de los miedos y los tabúes actuales.

6.“Quédate donde estás”, el relato que le da título al libro se aproxima al lector por la sencillez y eficacia de la historia que cuenta. ¿Qué papel desempeña en la estructura o planteamiento global de la colección? Ya sé que para tí los libros de relatos no tienen por qué tener unidad. Pero en tu libro creo que los textos se abren como en un abanico para que toquen diversas parcelas del mundo en el que vivimos.

Es verdad que cuando preparaba el libro para la edición veía que había bastantes puntos de contacto más o menos ocultos entre los cuentos. Saltos de uno a otro. Relaciones insospechadas. Esa unidad siempre acaba existiendo en los libros de cuentos. Su clima particular es la unidad misma. Lo que no entiendo es que la obsesión por la unidad condicione la valoración o la lectura de un libro de cuentos, y que si no se encuentra o no es evidente vaya en contra de la visión que tengamos del mismo, porque es un tipo de crítica claramente novelística. El relato que da título al volumen me parece un pivote entre los dos polos del libro: el realismo y el fantástico. Nada hay más fantástico y pesadillesco que una enfermedad en alguien joven. Los miedos están aquí, de este lado de la realidad, pero son terrores tan fuertes como el miedo a la guerra nuclear, o la pérdida de los hijos, o el miedo a no ser capaz de escribir lo que uno quiere. Además, en esa historia está presente uno de los temas de ese abanico al que te refieres: el miedo a tomar decisiones, lo difícil que es hacerlo, y las consecuencias imprevistas que esto trae.

7.¿Cuál es el relato que más trabajo te ha dado y por qué?

En este libro hay relatos de muy distinta extensión. Microrrelatos de una página y relatos de cuarenta. Siquiera porque conforme un relato se alarga va generando una serie de problemas que hay que ir resolviendo, sin duda “Vitruvio” y “El reino químico”, cada uno a su manera, son los más complejos, pero ambos los escribí con sensaciones placenteras, aunque muy distintas entre sí. Si “El reino químico” lo escribí con la sensación que provoca el deleite en recrearse en una época vivida y sobre todo en una narración con muchos detalles y referencias personales, que no autobiográficas, en “Vitruvio” me lancé sin paracaidas en una aventura que disfruté mucho, con la sensación en cada página de que estaba a punto de estrellarme. Técnicamente era el más complicado por la mezcla de tonos entre el humor, el disparate, el surrealismo y cierta sátira fantástica. También “Quédate donde estás” era, en cuanto a ejecución y estilo, bastante complicado, porque el tono tenía que buscar la emoción, sin caer en lo sentimental, algo terrible para un cuento.

8.¿Cuál es el que te ha salido de una manera más fácil o fluida?

En este libro he descubierto el microrrelato, que espero cultivar cada vez más. Son explosivos, rápidos, divertidos de hacer, pequeños desafíos que me han hecho disfrutar mucho. Es difícil encontrar el motivo inspirador de cada relato pero una vez hecho la ejecución suele ser fluida.

9.¿Qué diferencias de planteamiento hay entre este libro y el anterior, El síndrome Chéjov?

Creo que este es un libro más maduro, más reflexivo, y menos disperso que el primero. Aunque en ambos trabajé mucho la estructura y la ordenación de los cuentos, me parece que la estructura de “Quédate donde estás” es más sólida.

10.Háblanos un poco de tus rutinas como escritor.

La rutina es la tumba del matrimonio pero la cuna del trabajo literario, en mi opinión. Eso es a lo que aspiro: a tener rutinas como escritor. Creo mucho en la rutina como una forma de disciplina necesaria para escribir, pero las circunstancias hacen que, demasiadas veces, uno escriba a golpe de riñón, a pedalada de cuento, con menos continuidad de lo que uno querría. De todos modos, puedo proyectar un cuento durante mucho tiempo, pero cuando comienzo a escribirlo lo hago a diario, con una cadencia continua hasta que lo acabo.

11.¿Y en qué estas ahora?

Disfrutando de la promoción de este libro. Como cada vez soy más supersticioso con los proyectos que uno comienza, apenas puedo contar mucho más.

Muchísimas gracias, Miguel Ángel.

Gracias a ti, Antonio, por la entrevista y la atenta lectura del libro.

3 comentarios:

Antonio Senciales dijo...

Y yo que aspiraba a ser un comentarista de textos medio decente...
Observo que estás transitando con fuerza por el terreno de las entrevistas.
A mi modo de ver son entrevistas inteligentes a gente inteligente.
¡Rara avis!
Me alegra saludarte.

Unknown dijo...

joquéguapo ¿no?
(yo era por decir algo inteligente)
:-p

Anónimo dijo...
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