sábado, 13 de noviembre de 2010
Séptimo Setenil: Los hábitos del azar: otro libro malo más que me he leído
En “Sabor de Malta” el narrador es Dios, omnisciente y antipático, el protagonista, una vieja gloria del rock, un borracho tras la última copa, el lugar, la isla de Malta, el tiempo, la época de carnaval. En “La Conjura de Belgravia” hay un vagabundo borracho que entra a formar parte del Gobierno del Mundo. “El amante importuno” cuenta cosas de un amante ¿nada oportuno? En “El indiano sentimental” el protagonista se pasea por la Habana como si se tratase de un peón en un tablero de ajedrez, manejado por la mismísima mano del Comandante. “La Flor Natural” recrea un miserable y triste parnaso provinciano, instalado en una oficina ministerial en la que nadie trabaja, repleta de poetas funcionarios aspirantes a ganar cualquier concurso literario. “La llamada” nos sitúa en un funeral, donde se reúnen para despedir a su amigo unos cuantos viejos compiches, que van revelando las luces y sombras de su relación con el finado, hasta que se produce una llamada telefónica al móvil que se ha quedado dentro del ataúd. “El horizonte de los sucesos” narra como su protagonista asiste, camuflado entre las mantas de su cama, a la agonía del anciano que hay al otro lado de su tabique, como si se sintiese parte de un sueño de alguien. En “Intermitencias” se escribe: “Luego se oyó, horrísono, el grito de una lechuza o de un dios abrasado por los celos”. “Las palabras muertas” es la historia de una mujer que lleva a las oficinas de una editorial el manuscrito de la novela de un hijo muerto. “El país de los muertos” nos presenta la mirada de un niño ante todos los signos que van desvelando la tragedia familiar de la muerte en accidente de tráfico de un joven pariente. Son los diez relatos que componen la obra titulada Los hábitos del azar, de Francisco López Serrano, ganadora de dos premios importantes en el panorama literario nacional, como son el V Premio Internacional de Narrativa Corta Generación del 27 y la séptima convocatoria del premio Setenil de libros de relatos. Quiere decir que escritores del renombre y la reputación de Juan Campos Reina, como presidente del jurado del Generación del 27 (suponemos que quizás en una de sus ultimas actuaciones antes de morir en Octubre de 2009), Clara Sánchez, Mercedes Abad, Miguel Romero Esteo, Eduardo Jordá, Pedro Tébar, Aurora Luque y José Antonio Mesa Toré, como secretario, más los del Setenil, Andrés Neuman, María Dueñas, Ramón Jiménez Madrid y Manuel Moyano, han destacado esta obra sobre otras muchísimas que competían por hacerse con esos galardones. Uno nunca sabe muy bien cuál es la competición en los terrenos artísticos. El caso es que la colección de la que estamos hablando puede resultar digna y convincente en su propuesta, con una factura de escritura elaborada y el planteamiento de situaciones y anécdotas que se resuelven con soltura profesional, pero más próxima a una colección primeriza que al lugar que, según la solapa, le corresponde dentro de la obra total a su autor, que ya cuenta con dos libros de relatos publicados, tres novelas y varios poemarios. Desde ese punto de vista, desde ese lugar, se nos podría antojar de un resultado mediocre, con poco nervio en sus historias, a veces muy cercanas al chascarrillo, llenas de tópicos, con un estilo afectado y esa impostura antipática de los temas importantes. En la solapa del libro no deberá pasar inadvertida la siguiente afirmación: “En el panorama de la literatura española plagado de libros anónimos con el nombre de un autor intercambiable en la cubierta, Los hábitos del azar constituye una rigurosa apuesta por una narrativa donde el estilo aún cuenta.” Sustentar el mérito de una obra sobre ese demérito generalizado de las demás es ya un tópico en muchas de nuestras opiniones. El caso es que me estoy refiriendo a una obra que ha recibido el respaldo de dos importantes premios con una prestigiosa corte de ilustres escritores a su frente. Alguien podría pensar que me mueven los celos o la envidia, y estaría en su derecho. Otros quizás echen mano de cierto deseo de notoriedad. Mis objeciones, no obstante, proceden de una lectura independiente y de un ánimo con tendencia a ciertos radicalismos. Si Los hábitos del azar es lo mejor que se publicó en el 2009-2010 en el terreno del cuento, apaga y vámonos. Debe uno alegrarse de todos los libros malos que ha escrito, pero debe uno alegrarse más de los libros malos escritos por los otros, la mayor alegría nos viene por todos esos libros malos que son premiados a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Con dos cojones, Antonio.
ResponderEliminarYo todavía estoy por (encontrarlo y) leerlo, pero hasta ahora no me ha defraudado ninguno de los libros premiados con el Setenil.
En todo caso: felicitemos al ganador, es lo justo.
Aplaudo tu valentía, Antonio. No he leído el libro premiado, pero lo haré si tengo ocasión. Siento curiosidad. Más después de leer tu entrada. Si de veras el libro es malo, no alcanzo a comprender como dos jurados tan serios han podido equivocarse. Pero todo es posible.
ResponderEliminarUn abrazo
Varias cosas:
ResponderEliminar1)La polémica por el empleo del narrador omnisciente está obsoleta: un escritor de verdad sabe si debe o no utilizar la voz que se requiera en cada momento. Considerar que el autor debe estar siempre omitido es propio de alumno de taller, una moda, una reiteración de códigos manidos.
2)Ídem para la cuestión del estilo (¿relamido?): es peligroso ningunear las posibilidades del lenguaje, aunque bien es cierto que para eso se precisa talento.
4)Se escribe "objeciones", no "objecciones" (ya que nos ponemos bravos con las buenas formas literarias).
5)Haga memoria: seguro que ha leído en su vida algún libro peor que éste y al que no afectaría una mala crítica en un blog menor; si no le gusta, es más elegante ningunearlo, no restarle con un ditirambo los pocos lectores de más que le proporcionará el Setenil. Que no está el horno cuentístico para bollos, hombre...
Querida amiga Helena (¿Francis?):
ResponderEliminar1)No he polemizado por el empleo de ningúnn tipo de narrador, me parece bien lo que usted dice, que cada autor lo use como le venga en gana.
2)El estilo relamido del libro es más que evidente y demostrable, pero no voy a traer aquí una sarta de ejemplos. Estoy en mi derecho de que no me interese. El lenguaje es una tentación para todo escritor, y a veces uno cae en ella. Las tentaciones, sin embargo, están muchas veces para sucumbir. No ninguneo las posibilidades del lenguaje, pero me interesa cuando se usa con registros más directos, más secos, más prosaicos. O de lo contarrio, con sentido del humor, del que el libro, lingüísticamente, carece.
3)Encontará usted en este blog faltas ortográficas más graves que objecciones. No le animo, sin embargo, a que lo haga, porque la tarea es muy aburrida. He omitido todas las erratas ortográficas que tiene la edición de Los hábitos del azar. Tengo la manga, pese a lo que pueda parecerle, muy ancha.
4)He leído libros peores, he escrito y publicado cuentos peores que los que hay en Los hábitos del azar, pestiños que he puesto al alcance de todos. Había leído el libro antes de que se le hubiera concedido el premio Setenil, y en efecto no pensaba reseñarlo. No olvide que en la reseña también digo que el libro puede verse como un producto digno y convincente, de buena factura y bien resuelto. Pero la concecisión de los dos premios mencionados le dan una nueva dimensión pública de reconocimiento. Me parece que no se ha percatado usted de que mi varapalo no va tanto para el libro, como para los componentes de esos jurados que han resaltado su propuesta estética, que es en mi opinión, pobre para figurar con esos galardones. No creo que yo le vaya a restar lectores, todo lo contrario. El horno cuentístico, si usted me lo permite, parece el claustro de un convento de tristes monjitas. Falta debate, falta que se de la cara, querida amiga Helena Francis, y falta alegría. Sobran lamentaciones, quinielas y gorjeos. Me alegra muchísimo gusto poder hacer estas aclaraciones al hilo de su intervención, que le agradezco.
En otro orden de cosas, si alguien está interesado en el libro, se lo puedo cambiar por otro, cosa que ya he hecho con algunos amigos inernáuticos con otros títulos.
Un saludo a todos.
Con la cantidad de libros buenos que no me va a dar tiempo a leer en mi vida, ¿por qué perder el tiempo con uno malo, incluso con uno simplemente corrientucho?
ResponderEliminarPues vaya chasco. He estado buscando reseñas por Internet y la tuya es la única que he encontrado. Se me han quitado las ganas de leerlo, no hay que subestimar el poder de una reseña en un blog. La verdad es que tu crítica es valiente, porque en este mundillo nadie se atreve a escribir y a la vez opinar así por lo que tú apuntas en tu comentario de arriba. Por cierto, si te lees mi libro y me haces una crítica así de dura, la leeré encantado (aunque luego contrate a un sicario, claro). Un saludo, Antonio.
ResponderEliminarManu
No quiero quitarle lectores al libro, Manu. De hecho, si quieres te lo mando. Ya he dicho que en sí puede ser una propuesta tan digna como la de muchos títulos que corren por ahí. Lo que no entiendo es cómo con sus limitaciones se ha llevado esos dos premios, en los que precisamente se destaca su estilo como uno de sus valores más sobresalientes.
ResponderEliminarLansky, creo que leer libros malos y corrientuchos no siempre es malo, sobre todo si eres escritor.
Un saludo.
Lansky,
Antonio, si nadie quiere el libro, yo estaría encantado de leerlo. Podemos hacer un trueque. Este es mi e-mail: hermanastro@gmail.com, por si te interesa. Un saludo.
ResponderEliminarSe me ha adelantado Herman, pero sin problemas, ya lo cambiaré luego con él, que es amiguete. Con el próximo hacemos otro trueque, porque en breve me pasaré por Tres Rosas a por una nueva remesa de libros. Entiendo lo que quieres decir, de hecho me lo voy a leer, si yo te contara las cosas que me he leído supuestamente geniales estos últimos años...
ResponderEliminarPerfecto, Herman, me pongo en contacto contigo para mandártelo y luego se lo pasas a Manu.
ResponderEliminarUn saludo.
Es curioso que se interprete una crítica no del todo positiva como una manera de restar lectores...
ResponderEliminarSi las reseñas en internet dejaran de ser un frotar de espaldas como suele pasar (sobre todo en el relato, en el que parece que todos los escritores son intocables) haríamos un gran favor al género.
Más allá de los premios están los lectores, y cada uno es un juez que opina según su criterio.
Antonio, a sus pies.
De entrada confieso no haber leído el libro ganador del Setenil de este año (leí en su día una novela de ese autor, que publicó Pre-Textos, titulada Retrato de un asesino en prácticas y reconozco que me pareció brillante), aunque intentaré hacerlo si es posible encontrarlo en las librerías. Mal puedo entrar por tanto en consideraciones sobre sus bondades, defectos o limitaciones. Sí he leído sin embargo el acerbo comentario que usted le dedica en su página y no he podido evitar atisbar en él algunas contradicciones que me hacen dudar de que los motivos que usted aduce a la hora de juzgar el libro respondan a un criterio ponderado y no al gusto personal, a dogmatismos sectarios o al simple resentimiento. En primer lugar, la observación que usted hace al señalar que el autor, el editor o quienes quiera que escriban esas sinopsis, trata en la solapa del libro de sustentar la bondad de éste en el demérito de los otros libros que se publican habitualmente en España, nos parecería sin duda una afirmación llena de vana presunción si llegara a alcanzar la altura de la que demuestra usted (que, al menos que yo sepa, tampoco es nadie) al cuestionar y poner su opinión por encima del criterio de dos jurados, cuya solvencia de sus miembros no discute, y que, a tenor de que el ganador del premio es un autor prácticamente desconocido hasta ahora, difícilmente han podido tener en cuenta a la hora de juzgar el libro algo más que una obra presentada, como quien dice, “bajo anonimato”, sin que el nombre del autor les ofuscara el juicio. Por lo demás, aparte de reseñar y destripar con saña el argumento de los cuentos a algún posible lector y señalar su antipatía por el libro y su estilo, junto a algunas otras consideraciones sobre sus intereses personales respecto al uso del lenguaje y a lo que debe ser un cuento, no veo que aporte demasiados elementos críticos. Para terminar, en el epígrafe de su reseña usted califica Los hábitos del azar como “otro libro malo que he leído” y más abajo acepta que “el libro puede verse como un producto digno y convincente, de buena factura y bien resuelto”. ¿Debemos entender que el libro es malo o no? ¿O acaso lo que es malo o al menos desacertado o erróneo es el criterio de los jurados que lo premiaron? En cualquier caso tenga cuidado al calificar como malo un libro basándose únicamente en el gusto personal, los dogmatismos, los sectarismos, la inquina o el resentimiento, pues todo juicio que no está alumbrado por la ponderación y la independencia crítica suele considerarse las más de las veces una forma oscura de elogio.
ResponderEliminarPues yo estaba dispuesto a comprarlo y a leerlo, pero por ahora voy a esperar nuevas opiniones públicas y privadas. Lo cierto es que me extrañó que se impusiese a otros libros que sí he leído, por eso tenía puestas esperanzas en el libro.
ResponderEliminarGracias por la pista.
Pues yo estaba dispuesto a comprarlo y a leerlo, pero por ahora voy a esperar nuevas opiniones públicas y privadas. Lo cierto es que me extrañó que se impusiese a otros libros que sí he leído, por eso tenía puestas esperanzas en el libro.
ResponderEliminarGracias por la pista.
¡Coño!
ResponderEliminarDon Carlos Selden me parecen sus argumentos muy razonables, pero no da usted la cara. Pese a no saber con quien estoy hablando voy a intentar despejar sus dudas. Sin duda mi comentario puede resultar acerbo, como usted dice. ¿Contradicciones? Quizás también las haya. ¿Juicio ponderado, gusto personal, dogmatismo sectario, simple resentimiento? El jucio no es ponderado porque en la reseña confieso cierta inclinación al radicalismo. En cuanto al gusto personal, también digo que difiere de la propuesta que el libro hace. No soy dogmático ni sectario ni conozco el resentimiento, pero no voy a intentar demostrar aquí nada al respecto porque no es ni el lugar ni usted nadie. Le repito que no sé a quién me dirijo. Destaco el comentario de la solapa, en efecto, porque me parece antipático sustentar la bondad de un producto en el demérito de los demás. Ayer, hoy y mañana. Y añado además que es una tentación en la que caemos muchas veces para sustentar nuestras opiniones. Lo sostengo, porque contra lo que usted dice yo si soy alguien. Ahí está mi nombre, mis trabajos y mi exposición pública. Usted si que es el capitán Nemo. Y por supuesto cuestiono a dos jurados, ¿cómo no? Cuestiono el juicio de los jurados mucho más que al libro en sí, cosa que ya he repetido en varias ocasiones. No pongo mi opinión por encima de nadie, la expreso libremente. Nunca he insinuado que haya pesado o pueda pesar el nombre del autor en la ofuscación de esos jurados. Quizás les ofuscó otra cosa, yo que sé. No destripo con saña, todo lo contrario, planteo los argumentos de los cuentos como situaciones atractivas a ese modo de las solapas que intentan crear curiosidad. Pero es verdad que el estilo con el que está escrito me es antipático. Y creo que en las historias no se llega a puntos de verdadero interés. Creo. Intento siempre decir creo. Soy subjetivo, pero trabajo con algo de conocimiento.¿El libro es malo o no? ¿No le queda claro lo que digo en mi reseña? Se me escapa lo de la forma oscura de elogio. Quiero que sepa usted que ya le he mandado un ejemplar a un amigo bloguero que se lo pasará a otro. Es un ejemplar que compré, que leí con interés y que comenté porque me dio la gana como me dio la gana. ¿Puede usted, amigo, hacer lo mismo? Saludos.
ResponderEliminarJuan Carlos, te invitaría a leerlo y a que me expresaras tu opinión particular.
ResponderEliminarUn saludo.
Resulta curioso que usted cite con intención denostadora una frase del libro de López Serrano sin pararse a pensar que dicha frase, prescindiendo de la palabra Dios, podría ser la definición perfecta de la reseña que dedica usted al libro: "se escuchó horrísono el grito de una lechuza o de un Dios abrasado por los celos". No debería usted insultar llamando Helena Francis a quien le replica en su blog sin faltarle a usted al respeto ni a las reglas de la cortesía, tenga en cuenta que sus opiniones no valen, no pueden valer, más de lo que usted demuestra valer.
ResponderEliminar¿Cómo que no sabe usted con quién está hablando? He firmado con mi nombre que, desde luego, no es un pseudónimo, y he participado en este foro, cosa que no suelo hacer habitualmente, en calidad de lector y aficionado al cuento y a la literatura en general, dando mi opinión respecto a su crítica. Si lo que desea usted es que sus visitantes se identifiquen policialmente, exíja el carné de indentidad para acceder a su página ¿o es que desea conocer mi dirección para enviarme sus padrinos?
ResponderEliminarMe ha encantado tu reseña, estoy cansada de leer siempre reseñas buenas, y siempre a los mismos autores. No he leído nada de este escritor pero a mí tus comentarios me incitan a leerlo y será porque ya no creo en los premios. En este mundillo del cuento, lleno de amiguismos y recomendaciones, tu crítica me parece digna a tener en cuenta . Gracias por ello.
ResponderEliminarMe alegro Elena de que la reseña te invite a la lectura.
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