miércoles, 26 de enero de 2011
Ventanas
La fotografía se titula Salto al vacío y es de Yves Klein
Hay una ventana. Un chico con una chaqueta anticuada y estrecha ensaya delante de ella como si tuviera un micrófono en la mano. Se mueve con chulería y gestos obscenos. Saca la lengua en varias ocasiones. Salta sobre el alféizar y se queda colgado, suspenso sobre el vacío, como si se burlara del mundo que lo ignora. No sé. Lo importante es la ventana. Está ahí. También sin nadie. La ventana por la que se han ido arrojando al asfalto tantos chavales que se querían divertir tirándose por una ventana. Uno tras otro han ido cayendo por esa ventana. Una chica ha boxeado antes de asomarse y gritar. Tiene un marco de madera despostillada en el que muchos han grabado su nombre con una punta. Es una ventana más. La ciudad está llena de ventanas desde las que sus habitantes suspiran al observar la luna. Es una más, pero es también la que yo he elegido. He de subir unas escaleras, empujar una puerta, penetrar la oscuridad y llegar a la ventana que durante tanto tiempo he visto desde fuera. Del otro lado la ventana me seduce con la fuerza de un tobogán. Tengo que serenarme y tomarlo con calma. He visto a tantos ahí, he deseado tanto estar ahí, que la emoción me hace temblar. ¿Qué haré yo? Es curioso, no lo he pensado, el deseo de alcanzar la ventana ha sido tan grande, que no he tenido en cuenta cómo comportarme al llegar hasta ella. Me desnudo. Me abrazo a la ventana, al marco que delimita el vacío, porque permanece abierta. Abajo ciudadanos que van y vienen, que se saludan, que llevan una existencia ajena a las ventanas. Cada vez que cae un cuerpo sobre el asfalto con esos golpes secos del cuerpo de un chico o una chica que se rompe sobre el asfalto, alguien mira hacia arriba, señala una ventana, otra, una más, y dice: ha caído de esa, sin aclarar cuál es de la que ha caído señalando varias a un tiempo. Mueven la cabeza de un lado a otro. Estos chicos no tienen remedio. ¿Qué ganan con esto? Sólo nosotros sabemos lo divertido que es arrojarse desde una ventana, la ventana que uno ha elegido para su salto, ese deseo largamente acariciado de llenar su vacío con nuestro cuerpo, de empujarnos a través. Pero no nos entienden en eso como en muchas otras cosas.
¡Tiraos por las ventanas, abajo hay piscinas!
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