miércoles, 20 de abril de 2011
El ayudante
La fotografía es de Duane Michal: Magritte coming and going
He contratado a un ayudante. Lo único que tiene que hacer es estimularme con sus palabras, decirme que hago un trabajo fabuloso. No es fácil su cometido, al menos a mí no me lo parece. Por eso le pago bien. Yo no sería capaz de hacerlo. No puede mentirme, está en el contrato y si lo incumple puede ser despedido. A veces se coloca a mis espaldas y se limita a chasquear la lengua. Cuando me corrige valora el error. Lo he puesto a prueba en varias ocasiones, pero en todas ha salido airoso.
-Puedes resolver ese conflicto de una manera mucho más creativa, me dice, cuando le leo en voz alta un relato más o menos chapucero.
Me gustaría poder decir aquí que él o yo nos frotamos las manos compulsivamente, pero ninguno de los dos lo hace. Suele estar bastante relajado mientras yo escribo. A veces prepara té o se asoma al balcón mirando la calle como si estuviera comiéndose una manzana. La solución, no obstante, a la larga se ha convertido en el problema. No hago público ningún texto que él no haya aprobado antes.
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