martes, 24 de mayo de 2011

Las sucesivas Troyas



La fotografía de la plaza de la Constitución de Málaga durante la manifestación del viernes pasado es de Miguel Ángel Pachón García

Ya no existe la ciudad que perdí cuando tenía 20 años hace más de 20 años. Está en ninguna parte y cuando quiero atravesar sus murallas he de convertirme en nadie que a ninguna parte va. Ya no existe lo que nunca fue, pero hay una estética de la nostalgia, una aventura consolidada en poemas. Para cada momento hay un pobre poema enfermo que hace el servicio. Se hacen antologías. Ya no está en pie la Troya doméstica de la ruina, del abandono, de la ocupación, del desastre. La Troya de los héroes guapitos con superpoderes, de las Helenas sobre las que se podrían hacer mil chistes, jueguecitos de palabras para la humillación. Despierto dentro del vientre de un caballo, emboscado, y no era ahí donde quería verme al cerrar los ojos para el sueño. Es un juego de espadas, de luna, de sangre, una épica enquistada en el dolor y en la valentía. No reconozco el horizonte del tiempo, con las etapas y edades de la vida, y parezco un zombie por plazas y calles trazadas en la imaginación del hombre más tonto de todos. Meto una mano en mi bolsillo y ahí doy con un montón de hombrecitos de plástico que habrá escondido allí uno de mis hijos. Un día de estos de cualquier esquina saldrá uno de aquellos matones de la infancia para alegrarme el día como puede que yo se lo alegre a él.

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