miércoles, 5 de octubre de 2011
Nunca se sabe
Me levanto, siempre en este pueblecito tranquilo, sosegado, y lleno un vaso de agua, que me gustaría arrojar por la ventana para escándalo de mi perro, tranquilo, paciente, pero como no me atrevo, glugluglú. Quizás dibuje algo en un papel y lo recorte. Sí: un pájaro o un pez, que me atrevo a pegar en el frigorífico. En el ascensor ya me han pillado haciendo muecas delante del espejo. Me he defendido ante mis vecinos, irónicos, tranquilos, simulando que me estudiaba las ojeras, o bien las orejas, sus pelos. A veces fantaseo con que la policía inicia una investigación. Sobre mí. Habrá motivos, digo yo. Un informe de mi comportamiento, tranquilo, sosegado, paciente. Me pregunto: por qué salto, si no tengo obstáculos por delante. Los vecinos declaran: parecía alguien muy normal, quizás un poco reservado, pero un chico como todos los de su edad. Cómo íbamos a pensar algo así. En un calabozo, con las esposas puestas y esa barba de criminal, con todo perdido. Nunca se sabe. En este pueblecito. Me acabo de levantar y he llenado un vaso de agua.
La fotografía es de Marc Dubord
Ay, ay, ay, ¡un ser humano por libre!
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