jueves, 6 de septiembre de 2012

Edward Hopper y Thomas Wolfe


Edward Hopper. Office in a small city (1953) (Oficina en una pequeña ciudad)

"A lo largo de aquella primavera, el hombre permaneció sentado en su escritorio, asomándose a la calle a través de la ventana del edificio. Lo había visto cientos de veces y hasta el momento no me constaba que hiciera otra cosa que asomarse a la calle atento y abstraído. Al principio, aquel hombre parecía formar parte de su entorno de una manera tan natural y poco intrusiva que su personalidad había acabado por mimetizarse con el viejo edificio, con sus paredes de ladrillo y sus planchas oxidadas. (...) Con el paso de los días, sin embargo, dejamos de burlarnos de aquel hombre. Por increíble y cómica que resultara su indolencia, por oscuras y misteriosas que parecieran sus ocupaciones, había también algo inabarcable en su mirada absorta. Día tras día llegaban los grandes camiones y carros y un enjambre de conductores, empaquetadores y cargadores parecía hervir ante sus ojos, llenando el aire de gritos, con la urgencia y la irritación del trabajo en marcha. Pero la mirada absorta del hombre permanecía allí, inalterable en la ventana."

Thomas Wolfe (1900-1938) en Una puerta que nunca encontré (Editorial Periférica, 2012)

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