lunes, 13 de junio de 2016

La magia de los días. Entrevistas breves con lectoras sugestivas. José Luis Caballos, @kavayitoo





Hola, José Luis, se trata de una promoción que voy a hacer de mi novela a partir de entrevistas-diálogo con sus lectores y lectoras. Si me pasas una biografía breve, aficiones y gustos, etc..., y una foto tuya con el libro o sin él, como te dé la gana, la publicaré en mi blog y en Facebook.

Tarea difícil la de “autobiografiarme”, siempre he imaginado que sería otra persona la que cantaría mis hazañas después de haber pasado ya a mejor vida, pero básicamente diremos que nacido en 1975 en Manresa (Barcelona) siendo el mayor de los tres hijos de unos emigrantes andaluces que aceleraron el regreso a su tierra, Osuna (Sevilla), para que el término “charnego” no llegase casi a aparecer en nuestros CVs. Tras licenciarme en Filología Inglesa por la Universidad de Sevilla y pasar por algunos trabajos temporales tan variopintos como ejercer de recepcionista nocturno en hostal, servir copas, vender tornillos en negocio familiar o, incluso, dibujar viñetas cómicas para un periódico local, trabajo actualmente como profesor de secundaria en la asignatura de inglés en Estepona, casado y padre de una niña.




José Luis, el otro día me mandaste un mensaje diciendo que tenías una sensación muy grata cuando leías algo escrito por alguien a quien conoces. A mí me pasa lo mismo. Yo acabo de leer la novela de un amigo y su lectura me ha ido abriendo perspectivas sobre el conocimiento de su personalidad que, aunque pueden ser hasta infundadas, enriquecen la relación que hay entre uno y esa persona...


Es verdad, la lectura cuando conoces en cierta medida al escritor, por momentos se complica convirtiéndose en un ejercicio mental en el que intentas saber qué es cien por cien ficción y qué pertenece a las entrañas de su autor. Te preguntas constantemente si le pasaría algo parecido realmente a este tío o si esa opinión sobre un determinado tema es exclusiva del personaje o la comparte con el autor; es una experiencia curiosa cuando menos.
En el caso de tu libro, muchas veces oía en mi cabeza tu voz contándome historias, hacía tuyas vivencias de Adán, que en su manera de ser contadas y en su magia me recordaban a anécdotas que me contaste algún día entre cervezas en una comida de compañeros o entre copas al terminar una obra de teatro de la que salíamos juntos sin haber concertado cita previamente. Es un desafío añadido a la lectura que sin duda aumenta su encanto.
Como te dije en esa ocasión, echo mucho de menos los momentos que pasamos y La Magía de los Días me ha hecho sentirme algo más cerca.




Dices también que ciertos pasajes de La magia de los días te han recordado a ti mismo hace unos años sobre ciertos momentos que a veces uno pasa por alto o no tiene en cuenta y luego ve que forman parte de su vida de manera importante...

Totalmente de acuerdo, puede que sea una manía, aunque seguro que compartida con muchos lectores, pero la lectura que más me cautiva es en la que logro intimar con algún personaje con el comparto algo. Siempre que leo busco semejanzas o paralelismos con algún personaje, cuando consigo una cercanía notable me río y lloro con ella o él. Con Adán, sus vaivenes y su coherencia, llamémosla incoherente, ha sido fácil reconocerme en algunos de sus momentos, momentos de esos que muchas veces pasan sin darte cuenta de que estás fabricando tu historia; esa manida metáfora de que la vida es un camino, por muy repetida que sea, no deja de ser cierta: la vida es una secuencia en la que todas sus escenas tienen su peso, algunas son reconocidas de momento como hitos vitales pero otras cobran protagonismo con el tiempo, incluso desde el olvido, pasando a veces ocultas toda la vida o en ocasiones siendo evocadas de manera inesperada. Y es que, por ejemplo, todos podríamos olvidar el día en el que, huyendo de un encuentro, entras en una librería para encontrarte con un libro que te marcaría.



¿Qué importancia tiene la ficción en tu vida?


Muchísima, soy una persona que vive en la ficción siempre que la realidad me lo permite. Ya desde pequeño, mi madre insinúa que era un niño muy bueno, excesivamente bueno hasta que empezaron a aparecer primos y hermanos que sirvieron para malearme, insinúa que yo era de esos buenos que parecían tontos siempre que se me sentaba frente a un televisor. Desde entonces siempre he disfrutado de una buena historia, una novela, una película... disfruto de ellas de forma pasiva como espectador o lector y también activamente: me apasiona contar historias, inventarlas, variarlas, escribir retazos que acaban perdidos en el limbo cibernético cada vez que rompo un disco duro, esbozar proyectos cinematográficos que nunca saldrán, decir lo que se me pasa por la cabeza, con mis amigos, con la familia, con mis alumnos... incluso a veces cuando estoy solo y paseo, conduzco o hago deporte, y esto es un pequeño secreto, me invento historias que suelen oscilar entre que tengo una misión secreta o que de repente he viajado en el tiempo o me encuentro con una identidad que no es la mía. “Flipes” que tiene uno.


Cuéntanos algo de tu experiencia como actor.


Un día un compañero que es un auténtico fuera de serie usando 3D y trabajando con vestuario y decorados cayó en la cuenta de que para realizar uno de sus sueños de siempre, grabar un corto con gente de verdad, sólo le hacía falta una cosa: unos tíos con una cara muy dura. A partir de ahí, otros cortos fueron sucediéndose hasta rodar Náufragos Estelares, un cortometraje sobre unos astronautas andaluces que ha sido reconocido con premios en seis o siete festivales y que ha acabado por convertirse en una webserie que también está gozando de cierta aceptación entre nuestros “centenares” de seguidores, os invito a darle una oportunidad. Pero nunca me he considerado actor, me encanta actuar bien sea en cine o teatro, pero mi profesión es la docencia, el actor de la familia es mi hermano Carlos, él sí estudió Arte Dramático y ha logrado impresionarme más de dos veces con sus actuaciones haciendo cosas a las que yo nunca seré capaz ni de acercarme.



¿De qué manera tus aficiones te ayudan en tu trabajo como profesor de secundaria?


La elaboración de cortos como herramienta tanto para la evaluación de aspectos orales de la lengua como para la inmersión en aspectos morales es una de las actividades cuyo resultado es de las mayores alegrías que me llevo cada curso.
Pero iré un poco más allá, aunque muchos no lo crean, dependiendo muchas veces de nuestro grado de afinidad con un grupo en cuestión, nuestra profesión tiene bastante de exhibicionista (¡no se me malinterprete!), exhibicionista emocional me refiero; en ocasiones sin querer compartes con ellos cosas que no corresponden, como pueden ser tus aficiones o incluso pensamientos, al fin y al cabo, ellos son tus verdaderos compañeros de trabajo en cierto modo. Pero en lo que es la vertiente más pedagógica también tienen su peso, yo por ejemplo uso lecturas, música o películas en versión original que me gusten para actividades de comprensión... intentas de manera disimulada inculcar tus gustos a “tus niños”, uno no se limita a ser profe de inglés, durante las cinco horas semanales que pasas con algunos grupos de manera más o menos voluntaria acabas introduciendo otros contenidos, y de esos te sientes igualmente orgulloso: Hace años un chico se me quejaba en una guardia de recreo de que a su “viejo” le gustaba un grupo “antiguo y hortera” como Triana a lo que yo repliqué poniéndome evidentemente del lado de su padre, años más tarde encontré un mensaje que me mencionaba en twitter firmado por este alumno que venía a decir -”Ahora entiendo cuando @kavayitoo (un servidor) decía que Triana era como una mezcla perfecta entre Pink Floyd y Camarón”.



Tengo que agradecerte mucho no solo tu generosidad como lector, sino como lector consumidor, ya que has comprado mis libros. Hoy día es muy fácil leer, oír música, ver películas sin tener que desembolsar un euro. ¿Crees que eso es un problema para la creatividad, para la industria, para los propios consumidores?

Mi punto de vista es el de consumidor y para mí es mucho más fácil acceder a cualquier cosa, recuerdo los noventa en plena fiebre grunge (Nevermind por bandera) los cassettes de doble pletina, el oír hablar de grupos que aquí no llegaban... la accesibilidad hoy en día a cualquier creador en cualquier corriente está ahí, en un click. En mi opinión esto nos beneficia tanto a consumidores como, creo, a escritores, músicos, artistas y pensadores... siempre que tu intención sea que tu obra llegue al mundo. Eso sí, la industria es la gran perdedora y la persona que quiera vivir del arte, aunque permíteme dudar si varía mucho el fruto de nuestra situación asediados de piratas o en la que se está a expensas de editoriales, discográficas y otros piratas varios, pero estos con licencia.
Por otro lado esta accesibilidad tiene un aspecto negativo, muchas veces echo en falta algún tipo de filtros que nos evitaran perder el tiempo. Es el arma de doble filo que supone internet, cualquiera es libre de decir lo que quiera y el resto de tragárnoslo.



Una buena parte de mis lectores son amigos de mis amigos a los que no conozco (y esa es otra gratificación inmensa), ¿le has prestado mis libros a personas de tu círculo?

La verdad es que en la situación vital y geográfica en la que me encuentro actualmente no dispongo de la vida social-cultural que me gustaría, aun así recomiendo tu obra con frecuencia, hace poco incluso (no sé si roza la ilegalidad) alenté a un compañero fotocopiándole uno de tus pasajes, el relato de “El Magnetofón” para ser más exacto. Suelo ser bastante receloso con mis libros (ya se sabe lo de “Libro prestado...”) pero incluso con esas presté La Memoria del Gintonic a un amigo cercano y muy aficionado a la lectura. Añadiré que debo aclarar que tu obra en mi casa es “dos por uno”, marido y mujer vamos en el mismo paquete cuando compramos un libro tuyo.

Nos hemos encontrado varias veces fortuitamente en algunos lugares y la situación podía ser propicia para el inicio de un relato, ¿qué relación estableces entre tu cotidianeidad y las posibilidades de la imaginación?

Igual que antes defendía la cercanía a los personajes, la cercanía a situaciones reales a lo más normal del día a día juega como aliada en muchos casos. El hecho de que estas situaciones sean la partida de los relatos también nos sitúan en una perspectiva más real e íntima que fomentan que nos adentremos en la escena. El título de tu obra lo resume, las primeras líneas, los versos introductorios... el que pase desapercibido lo normal no lo deja exento de su importancia, como ya comentábamos antes, ni desde luego de su belleza. A veces las cosas pasan porque, simplemente, no pasan de otro modo porque son así, hay momentos en los que también es como se cuenta, como uno lo ve... no sé, me estoy poniendo muy pesado, ¿verdad?


Eres, como yo, padre. ¿Qué tipo de mundo crees que van a encontrar nuestros hijos?

Por lo general me considero un tío optimista y hoy en día, con mi niña a punto de cumplir un año, cuando ves lo que hay a nivel global y en la habitación de al lado, en nivel personal y común, en materia espiritual, laboral... cuando lees las noticias o ves ciertas actitudes, uno piensa qué mierda de mundo le va a tocar vivir. Viendo lo que hay es para tirarse de los pelos, para decir lo de “paren el mundo, yo me bajo en la próxima” pero, como digo, soy un tío optimista, o al menos eso intento. Lo que tengo claro es que nuestros hijos no merecen la porquería que tenemos ahora... ni de mundo, ni de país.



Si salieras de copas con Adán, el protagonista de La magia de los días, ¿de qué te gustaría hablar con él?

Charlaría bastante.
Siempre están los comodines de conversación, existe una especie de escala de charlas sociales dependiendo de la cercanía entre los que dialogan, siendo el tiempo y las charlas de ascensor el escalafón más bajo; de esas pasaríamos directamente, de esas y del fútbol, que es el siguiente escalafón, por el que tu protagonista tampoco parece perder la cabeza (yo sí). Escalaríamos la confianza, probablemente con la ayuda de alguna bebida espirituosa, con gustos musicales, cinematográficos y literarios para pasar, quizás, a algo más íntimo, a estas alturas ya no está muy mal visto hablar de gustos sobre mujeres. El alcohol nos elevaría a la fase “arreglar el mundo” y yo estaría muy interesado en conocer su particular visión sobre cómo arreglaría él la educación en España (¿tendrá algún plan de educación basado en particular escuela peripatética?). Llegados a este punto, la evolución ya permite casi hablar de cualquier cosa, le preguntaría por anécdotas y andanzas que compararía con algunas de las mías. Para terminar en el punto de conversación más íntimo y arriesgado, le preguntaría por sus heridas.




Muchas gracias, Caballos.

Gracias a ti, Antonio.





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