sábado, 22 de octubre de 2011

La Bañera Láctea




Ya estoy tan viejo que
la leche me chorrea por la cabeza.
Ya no creo lo que nunca creí
con la firmeza del viejo
al que le leche se le ha ido pudriendo.

Usted, amigo, que se acerca curioso a verme,
como el que se aproxima a la letra pequeña
de un pasquín callejero,
tendrá que saber que aquí me apilo yo
en una montaña de tetrabricks.

Sáquese las manos de los bolsillos, hombre.
Le voy a llenar los zapatos de muerte,
mientras se toma la cervecita de costumbre,
mientras enjuicia usted al mundo,
lleno de razón.

Ya estoy tan afilado, tan hecho hilos, tan soplado
por el viento de la vida,
que me doblo, me inclino ante la mancha
de grasa en el bajo de los pantalones,
rendido a su voz.

No es que se lo pida, amigo (no quiero ser irónico),
es un ruego,
actúe usted como nadie espera
y métase conmigo en este mar,
no azul de mar,
sino blanco de muerte y leche.

La imagen es una fotografía de Pierre Cordier

3 comentarios:

Así hablo Zarathustra dijo...

desconcertante...

Jorge García Torrego dijo...

He venido a este blog con ganas de bajar los humos, de decir, aquí estoy yo y voy a decir cosas malas remalas de la poesía actual que no llega, que se queda a camino de...pero no. No lo voy a hacer. He empezado a leer el poema y he metido los zapatos en la leche y no he podido bajar los humos.
Enhorabuena. Saludos críticos-salvajes (pero no tanto por tus letras "lácteo-surrealistas").

Anónimo dijo...

Me gustó. Las imágenes, curiosas. Y ese enfrentamiento entre realidad y ficción de algunas estrofas convence.

Pero esos ya/ya de los dos primeros versos chirrían.

cuelgue más poemas, pardiez. Quiero crucificarlo.

Salud, camarada.