viernes, 22 de enero de 2010

Callejero 9


Parada de autobús (2008), de Elena Almoguera

Tengo un desgarro en la camisa, que intento cubrirme disimuladamente mientras converso con una chica en la parada del autobús. Me conoce, dice que es vecina mía y trato de encajar su rostro en mi memoria. Aunque no consigo reconocerla le digo lo contrario y me disculpo.
-He tenido un día muy intenso.
-¿Mucho trabajo?, me pregunta.
-Sí, sí, eso, mucho trabajo.
-Yo también estoy rendida, me dice, y me explica que es cajera en un supermercado de una importante cadena.
No quiero volver a mi casa, pero he llegado a la parada del autobús sin saber por qué. No sé cómo resolver mi situación sin quedar en evidencia ante una chica tan simpática, a la que, según parece, le caigo bien, de lo contrario no me daría tanto palique.
-Te invito a tomar algo. Puedes coger el siguiente autobús.
-¿Y tú?
-¿Yo?
-¿No cogerás el siguiente autobús?
-No, acabo de recordar que tengo que hacer unos recados.
En ese momento llega el autobús y abre la puerta.
-Otro día, me dice la chica.
Siento cómo me ruborizo hasta la raíz del pelo. Ella sube, pica su ticket y la veo avanzar por la mitad del pasillo, como si penetrase en una nave espacial que estuviese a punto de llevarla a un planeta desconocido. Me dice adiós con una mano y yo le digo adiós también con una mano. Por un instante hemos representado algo que está muy lejos de nosotros, pero que nos ha encadilado a ambos. Le hago un gesto, como de querer telefonearla, pero no tengo su número. Ella se encoge de hombros y ríe. Señala la parada como si indicase ese lugar para un encuentro en el futuro. De alguna manera una terrible certidumbre se abre a través de mi mente. La de que no nos volveremos a ver nunca más. Me quedo solo en la parada viendo cómo el autobús se aleja. He emprendido un viaje que no se parece a ninguno de los viajes que vendo cada día en la agencia a novios en luna de miel, a estudiantes ansiosos de experiencias y exotismo, a jubilados con ganas de bailar. Camino de nuevo hacia las calles por las que he estado yendo y viniendo a lo largo de todo el día. Ya han cerrado muchos comercios. La gente se concentra en algunos bares con animadas charlas o bien se dispersa para regresar a sus casas a preparar la cena y bañar a los niños. Dirijo mis pasos al puente de piedra, por donde está prohibida la circulación de vehículos y los pocos caminantes que lo transitan se ocupan de pasear a sus perros o son estudiantes que regresan de sus clases de recuperación en una academia cercana o hacen un suave footing. Siempre que llego al puente se apoderan de mí los mismos pensamientos y fantasías. Llego al otro lado, a la orilla de allá del río, y encuentro la mitad de otra ciudad que no es la mía, como si en un puzzle se hubiesen encajado dos piezas que no correspondiesen. Llego a una dirección y subo a un piso, saco una llave del bolsillo y abro la puerta. Penetro en una casa que no es la mía, pero que me acoge con la confortabilidad de lo que un hombre sencillo como yo le pide a su hogar. Una familia que no conozco de nada me recibe con todo el cariño del mundo y por la noche me acuesto en una cama en la que nunca he dormido con una mujer a la que nunca he amado, lo que no me impide para nada ser absolutamente feliz. Andando y meditando llego a la conclusión de que siempre he albergado deseos contradictorios, como si me obstinara en no tener que elegir entre Vanexxxa o la chica del autobús, lo cual me parece que bien podría ser siempre que continúe de un lado para otro, callejeando, doblando esquinas y volviendo a pasar por los mismos lugares una y otra vez.

2 comentarios:

Antonio Senciales dijo...

Me gusta este mosaico de calles que recorres a través de tu callejero y que tienen como protagonista a una mujer. Te imaginas transitando junto al autor por las calles de tu ciudad, tan familiar para ti.

Son episodios amenos, divertidos y fáciles de leer.

¡Enhorabuena! Me alegra comprobar que practicas la escritura variada.

Saludos.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la promocion
:-)
Me alegro ver uno de mis cuadros utilizados para un relato tan bueno

Un saludo
Elena Almoguera