miércoles, 14 de marzo de 2012

Delta


Delta trajo jazz. Luego se prendió en un incendio provocado por él mismo. Con un cigarrillo en la cama. Todos los periódicos locales dando la noticia. Dejó la noche cuando se cansó de la noche. Lo dejó todo. Cerró El Cantor y comenzó una vida diurna de universitario juvenilmente envejecido. Era fácil verlo, bohemio descolocado, a lomos de una bici llena de óxido. Ahora poemas, pastillas, alcohol y caída. Lo mejor del jazz. La muerte rondadora. Su padre murió de alcoholismo, su hermana se suicidó y su madre, como él, refrita en un incendio. Delta organizó también hermosos, espeluznantes recitales. Al cabo de uno de ellos Delta interpeló así al poeta:- Maestro, creo que no llegaré a viejo. Y este le replicó:-Llegarás a viejo, y antes de lo que te imaginas. A continuación un libro póstumo para coleccionistas de alfabetos, que dejó grabado en un CD, Love´s Labours Lost, bajo amparo shakesperiano, con el título de Las calles del miedo.


La imagen: Estreno de "El cantor de jazz" en el Teatro Warners de Nueva York