jueves, 22 de marzo de 2012

Esther García Llovet, 1



Aquí


He leído los libros que Esther García Llovet ha publicado hasta la fecha, que son Coda, Lengua de Trapo, 2003; Submáquina, Salto de Página, 2009; y Las crudas, Ediciones del Viento, 2009. Todos me han planteado dificultades de entrada. El estilo de esta escritora es frío y distante, y el mundo de sus historias, desarrolladas en territorios de frontera, ambiguos, imprecisos, sufre extrañamiento, cosificación e hipertrofia. Es como si uno hubiese ido a caer a cualquier parte, mejor, como si a uno lo hubiesen soltado en cualquier parte y le hubiesen dicho: ahora te buscas la vida. Leer a Esther García Llovet es un riesgo. Sus obras apenas llegan a las 150 páginas. Uno sale por ahí, pasa la noche con gente que apenas conoce y regresa a casa. Uno tiene la sensación de haber vivido cosas reales, pero también irreales. Uno se pregunta qué fue lo que ocurrió anoche. Eso se pregunta uno cuando termina de leer esos libros: algo me ha ocurrido, pero qué. El lector ha de tener ganas de aventurarse en un territorio desconocido, nuevo, poco iluminado. No se trata de la aventura tutelada y paternalista del escritor que se adentra en los grandes temas a través de los mismos tópicos de siempre. Las obras de Esther García Llovet fundan unos tópicos personales por medio de la hibridación geográfica, cultural y emocional desde referentes cinematográficos y literarios que desmitifica y desubica. He dicho más arriba que todos sus libros me han planteado dificultades de entrada. Porque eran fiestas en las que aparecía de pronto, cuando ya estaban empezadas. Al cabo de unas páginas, ya era imposible escaparse. A lo mejor la fiesta tenía momentos muy buenos, a lo mejor la fiesta decaía en lo insustancial, pero quién quiere perderse lo que sabe que va a ser una fiesta. Con toda su emoción, con toda su decepción. Las historias de Esther García Llovet no dan lecciones de nada, pero nos ofrecen el espejo, el relato del discurrir de vidas al filo de una realidad que es más extensa de lo que algunos piensan. Al contrario que la mayoría de los escritores de hoy Esther no tiene blog ni esa presencia diaria y machacona en las principales redes sociales para que nadie se olvide de ellos ni por un instante. Tenemos la oportunidad de hacerle algunas preguntas. Con ellas esperamos poder llamar la atención de aquellos lectores que todavía no se haya aproximado a su obra. A ver cómo se nos da.

2 comentarios:

Rosana dijo...

Estaré atenta, me gustó Submáquina.
No conozco los otros libros, y es cierto hay autores que no necesitan de esa omnipresencia virtual y saben que la vida está detrás de sus nucas también y/o mayormente.


Abrazo

EVA dijo...

A ver, a ver