viernes, 5 de abril de 2013

La elección de Eduardo Cruz Acillona

Eduardo Cruz tiene un blog llamado Más claro, agua.

Al buscar su imagen en internet te salen estos dos tipos. No sé.



De todos los géneros literarios, el que más me gusta es el microrrelato: ofrece emoción y concisión a partes iguales. Imagínense el tiempo que nos habríamos ahorrado si Dan Brown hubiera escrito:

El Código Da Vinci es: E H J R 7 5 3

Claro que, luego, a ver quien era el Tom Hanks de turno que hacía una película con ese material…

Si haces una rápida encuesta (yo es que no tengo tiempo) sobre cuál es el microrrelato más corto del mundo, la mayoría de lectores te dirá que el de Augusto Monterroso:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Pues no. Existe un microrrelato mucho más breve escrito por el argentino afincado en Granada Andrés Neuman:

Se despertó recién afeitado.


Yo, cuando sea mayor, también quiero despertarme recién afeitado y vivir tanto como los dinosaurios, que habitaron la Tierra durante millones de años, aunque luego tenga que extinguirme por causas desconocidas.

Mientras eso sucede, me dedico a escribir y publicar microrrelatos. Esta es una pequeña muestra:

# 1

“¡Carguen!... ¡Apunten!... ¡Fogueo!...” La guerra duró mucho tiempo, pero todos vivieron para contarlo.

# 2

Decidió suicidarse. Abrió la ventana y se lanzó al vacío… Años después, sigue viviendo en un bajo.

# 3


Uno de los invitados escondió un tenedor de plata en el bolsillo de su pantalón. Tuvo que disimular el pinchazo durante toda la cena.


Y ahora, otros tres microrrelatos de autores consagrados:


# 4 (Ana María Shua)

Todo es relativo. En mi planeta ganaba concursos de belleza, llegué a ser el equivalente de lo que Miss Universo es en la tierra. Aquí soy un fenómeno de circo, dice con tristeza la hembra de Alfa Centauri, sacudiendo sus apéndices vibrátiles. Total, quién puede desmentirla.

# 5 (Juan José Millás)

Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.

# 6 (Eduardo Galeano)


Un buen día, la alcaldía le encargó un gran caballo para una plaza de la ciudad. Un camión trajo al taller el bloque gigante de granito. El escultor comenzó a trabajarlo, subido en una escalera a golpes de martillo y cincel. Los niños lo miraban hacer….

Los niños partieron de vacaciones, rumbo a las montañas o al mar; cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado.

Uno de los niños, con los ojos muy abiertos le preguntó:
- … ¿pero cómo sabías que dentro de aquella piedra había un caballo?


2 comentarios:

Más claro, agua dijo...

Por alusiones:

De las dos fotografías, yo soy el de la de la derecha. El otro es mi cuñado... ;-)

Unknown dijo...

La dueña del vacío se quedó a vivir con el bajo.