jueves, 4 de abril de 2013

La elección de Patricia Esteban Erlés

El último libro de cuentos de Patricia ha sido de micorrelatos y se titula Casa de muñecas.



He seleccionado tres cuentos clásicos en los que creo que queda patente lo mejor del microcuento: cómo es capaz de contarlo casi todo con casi nada. Muy pocas palabras son necesarias para construir una historia completa, y no hacen falta grandes vivencias ni una imaginación portentosa. Los chavales pueden tirar del disco duro de su propia vida y encontrar un episodio del que puede salir un cuento entero. El amor perdido que se convierte en un recuerdo fantasmal, como en el caso de Arreola, podría ser un vampiro o un zombie que nos muerde en el cuello del corazón o nos persigue monstruoso, muerto entre los vivos. Cualquiera que haya tenido un perro deseará encontrárselo en el otro mundo, como le pasa a Juan Pedro Aparicio. Y quién no se ha sentido alguna vez un artista de circo de fenómenos, un monstruito inclasificable entre los que le rodean. Eso es lo que nos cuenta Shua, la diferencia como marca que afea y ridiculiza.

En mis cuentos he intentado reflejar que la literatura es un espacio donde uno puede fabular y hacer o deshacer sin que le acarree consecuencias. El espacio en blanco de un documento Word es el paraíso de libertad en el que todo, también la vida de los personajes, nos pertenece. Deberíamos disfrutar siempre que podamos de ese lugar donde somos pequeños reyezuelos. Para inventar lo que gustemos y también para contar los cuentos de los demás tal y como más nos apetezca.

MICROCUENTOS CLÁSICOS

CUENTO DE HORROR
Juan José Arreola

La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.


CIELO

Juan Pedro Aparicio

Iba por el bosque con mi perrita cuando la perdí de vista, algo bastante frecuente y que sólo me preocupaba cuando estábamos cerca de la carretera, como era el caso. La llamé con insistencia, silbé, pero no acudió. “Boni, Boni” –seguí voceando.

De repente, de entre la espesura vi correr hacia mí a un perro. Tenía ese trote saltarín, con las orejas subiendo y bajando, que obedece a la llamada del cariño. Pero no era Boni, aunque, cuando llegó a mí, intentó encaramárseme. Se trataba de una perrita común de pequeño tamaño, con la piel negra y blanca. Le hice una caricia y seguí llamando a Boni. Enseguida vi venir a otro perro, un setter de color cobre, de magnífica estampa cazadora, que también se acercaba jubiloso. Y, mientras la perrita y el recién llegado me hacían carantoñas con sus saltos, moviendo los rabos como hélices, yo seguía voceando el nombre de Boni.

Un tercero apareció. Era un cachorro de apenas dos meses, gris y juguetón. Mi padre me había regalado uno igual, un perro lobo, decía él, cuando yo era niño y se me había muerto de parálisis un mes después. Lo llamábamos Tobi. Algo confundido, insistí en mi llamada, y sólo cuando vi venir a dos perros más empecé a comprender. Eran Freak y Bolo, los últimos que había tenido, que se acercaban con idéntico alborozo.

Entonces reconocí también a todos los demás. Con cuánta emoción abracé a mi perrita Lista, la primera en venir, que seguía lamiéndome la cara, y a la que, siendo yo muy niño, mató un coche; a Sol, el perro de Franquito, el único que murió de viejo; a Tobi, el pobre cachorrillo que llevé imprudentemente a un baño en el río.

El médico me había prevenido contra las emociones fuertes y tuve miedo de que mi cansado corazón fuera a estallar, incapaz de soportar el júbilo que el abrazo de todos los perros que alguna vez había querido me provocaba, saltando y brincando sobre mí. Faltaba, sin embargo, Boni. Y, cuando la vi acercarse a la carrera, con ese trote que es una declaración de amor, ya sabía que estábamos en la otra vida.


AUSENCIAS
Ana María Shua

Está bien, a su artista le faltan los pies, pero con eso no es suficiente. ¿Qué sabe hacer? ¿Al menos camina con las manos? Es una suerte muy común, pero en un hombre sin pies podríamos sacarle provecho. Ya veo. Tampoco tiene manos. Sería interesante si pudiera hacer algún tipo de acrobacia con los muñones. ¿Ni brazos ni piernas? Bueno, eso ya vale la pena. Un hombre gusano ¿vio alguna vez la actuación del Príncipe Randian en la película Freaks?… Pero por lo que me dice, el torso… ¿Y la cabeza? Una cabeza que habla siempre impresiona, sobre todo si podemos demostrar que no es un truco. ¿Tampoco eso? Me parece cada vez más atractivo. ¿Por qué no me lo trae para que lo vea? Ah, ya está aquí, comprendo.


MIS MICROCUENTOS

CENTRIFUGADO


La cabeza del hombre que amó da vueltas en el interior de la lavadora, acompañada de una colada de desquiciadas bragas viejas. Ella sonríe cuando se encuentra con sus ojos
de ahogado iracundo anegados de jabón, al otro lado del bombo. Ya verás como pronto se te pasa el enfado, amor,le dice mientras añade un cazo de suavizante aroma frescor
de primavera y programa media hora más de centrifugado.


KILLER BARBIES


De niña me convertí en una asesina en serie. En cuanto mis amigas se daban la vuelta o salían del cuarto de juegos para buscar la merienda, liquidaba a sus Barbies. No podía
dejar de mirar sus ojos azul azafata mientras tiraba hacia arriba de la cabellera rubio platino, apretando los dientes. Un golpe seco y aquella zorra era ya dos cosas distintas,
monstruosas, para siempre. Seres extraños, las muñecas. Supongo que nadie me hubiera creído. Cómo explicar que era una Nancy, pasada de peso y en camisón de española
de provincias, la que cada noche me susurraba, apoyada en mi almohada, que así era mejor para todas.

PRINCESAS RANA

Las princesas rana eran pequeñas y verdes. No las dejaban salir de palacio, pero ellas solían escaparse los días de lluvia y saltaban por los jardines envueltas en sus diminutos trajes de novia. El rey nos ordenaba que las capturásemos sin demora y salíamos en su busca, muertos de asco. Pero bastaba con mirarlas un instante para comprender aquella desesperación resbaladiza que asomaba a sus ojos, cuando nos arrodillábamos a su lado y dejaban que las atrapáramos. Pedían a gritos un beso. Nosotros tan solo las devolvíamos al interior del estanque.

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