lunes, 1 de abril de 2013

La elección de Jesús Esnaola


Jesús Esnaola es autor del libro Los años de lluvia.




Estos tres primeros textos son de su autoría, luego vienen tres microrrelatos clásicos que ha elegido para nosotros.



Ellas

Tal vez si hubiera preguntado dónde las habías visto te habría creído. Hubiera podido comprobarlo. Pero preferí pensar que estabas loca, que la cordura te había abandonado y firmé los papeles, dejé que te encerraran en aquel lugar lleno de blancos, de vacíos y de rumores y gritos. En aquel momento me convencí de que era lo mejor para ti, que allí te ayudarían a curarte, a volver a ser la que eras, a olvidar los días en que todo ocurrió.
Hace una semana que no me atrevo a salir de casa. Pronto me llevarán a tu lado. Yo también he empezado a verlas.

Nota: “Ellas” es un intento de llevar la elisión a sus últimas consecuencias. La elipsis es una de las características más importantes del microrrelato y en esta pieza tan sólo se le dan unos mimbres al lector para que él complete la historia.


Persistencia


Siempre me dice lo mismo, el abuelo, cuando va a pescar al río. Me dice, quédate aquí quieto, sentado en el tocón de la encina, y que no me mueva, me dice. Y por si tengo la tentación de desobedecerlo me asusta con la historia de la poza, de la poza y de la vaca, de la vaca que la poza se tragó. Yo le digo que la poza no se tragó a ninguna vaca que fue a mí al que engulló, ¿no te acuerdas, abuelo? Pero él no escucha y sigue a lo suyo.

Nota: En los géneros narrativos más extensos una bajada de tensión, o una palabra equivocada pueden tener fácil arreglo. El microrrelato no permite un fallo, una coma mal puesta puede dar al traste con todo. Por eso es fundamental encontrar la forma justa, precisa, única de contar lo que quieras. Como intenté conseguir en este breve ejemplo donde la forma casi importa más que el fondo.




Elemental



Mientras Watson se acuclilla junto al cadáver, Holmes, envuelto en la nube de humo que sale de su pipa, examina la habitación en que se encuentran. Mientras Watson observa el puñal que la víctima tiene clavado entre los dos omoplatos, Holmes repasa las paredes desnudas sin una sola puerta o ventana, estudia el cubo perfecto de muros lisos que los rodea. Mientras Watson, seguro de que el hombre ha sido asesinado, se pregunta cómo el asesino ha podido salir de aquella trampa sin escapatoria, Holmes, confundida su silueta con el humo del tabaco, se pregunta intrigado cómo han podido, Watson y él, llegar a aquel lugar.

Nota: “Elemental” utiliza otro de los recursos clásicos de la micronarración: la intertextualidad, la referencia a personajes o situaciones de otras obras que el lector ya conoce lo que le permite al escritor centrarse en la historia sin extenderse en explicaciones.




Los clásicos



La montaña

El niño empezó a treparse por el corpachón de su padre, que estaba amodorrado en la butaca, en medio de la gran siesta, en medio del gran patio. Al sentirlo, el padre, sin abrir los ojos y sotorriéndose, se puso todo duro para ofrecer al juego del hijo una solidez de montaña. Y el niño lo fue escalando: se apoyaba en las estribaciones de las piernas, en el talud del pecho, en los brazos, en los hombros, inmóviles como rocas. Cuando llegó a la cima nevada de la cabeza, el niño no vio a nadie.
-¡Papá, papá! -llamó a punto de llorar.
Un viento frío soplaba allá en lo alto, y el niño, hundido en la nieve, quería caminar y no podía.
-¡Papá, papá!
El niño se echó a llorar, solo sobre el desolado pico de la montaña.

Enrique Anderson Imbert

Nota: Un micro umbral, donde la realidad se convierte en metáfora, con precisión y sencillez, sin que casi lo notemos. Y una imagen estremecedora del niño solo en la cumbre nevada.


REVOLUCIÓN


En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí. Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver. Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable. Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista. La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida. Pero al cabo de cierto tiempo, la novedad dejó de ser tal y no quedó más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio. Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista. Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por “ese cierto tiempo”. Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario. Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución. Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna. Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez, “cierto tiempo” también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio -es decir, el cambio seguía siendo un cambio-, sino que al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo. De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama. Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba. Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario...

Slavomir Mrozek

Nota: Mrozek utiliza el humor en toda su obra pero sobre todo en los microrrelatos. Estos son mordaces, con una gran carga de crítica social (en su caso al comunismo) y esta pieza, “Revolución”, es un ejemplo perfecto y muy apropiada en estos tiempos.


El niño al que se le murió el amigo



Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre:

-El amigo se murió.
-Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar.

El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.

-Entra, niño, que llega el frío -dijo la madre.

Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.

Ana María Matute

Notas: “Los niños tontos” de Ana María Matute es una de las obras cumbre del microrrelato español y el texto que os presento un ejemplo maravilloso de lo que es un microrrelato. Unas pocas líneas para narrar el cambio de un niño que se convierte en un hombre antes de tiempo.

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