sábado, 13 de diciembre de 2008

Discurso sostenible


Vicent Bethell

Estimados catedráticos y superhéroes, ponentes en general, lectores, pero también radioescuchas, y a lo mejor hasta televidentes, voy a ser breve. Entre otras razones porque, como verán aquellos que puedan hacerlo, estoy casi desnudo, y en este salón el buen criterio y el pudor hace que todas las personas se mantengan dentro de los límites del decoro, cubiertas por prendas que demuestran un gusto clásico, sin exquisiteces ni extravagancias. Pero alguna fuerza extraña se ha apoderado de mí desde hace unas horas. Voy a limitarme a decir lo que pienso sobre este asunto, del que ya se han oído prácticamente todas las opiniones. Hay quien cree que nos iría mejor si viviéramos en Alemania, allí hay una tradición cultural mucho más sólida. Los alemanes son en estos asuntos de la desnudez pioneros, ya que cuentan con un sólido movimiento hippie que ha conseguido el calado social de ciertas costumbres. Otros prefieren el modelo francés, marchando sin complejos a la búsqueda de la excelencia que, allá donde sea que la encuentre, no tardará en hacer propia. Los franceses se desnudan con glamour y permanecen en pelotas con la elegancia que proporciona un traje de noche. El grupo que quizás destaca en fuerza mediática es el defensor del modelo anglosajón, por esa capacidad de erigirse en referente para el mundo civilizado. Son chicas y chicos atléticos, vigorosos, directos. Luego están los heterodoxos y los raros. Proponen sin complejos, y sin pudor también, según las críticas más aceradas de los demás, que en este punto sí coinciden, paradigmas como el senegalés. Un aire selvático en la mirada, la delgadez del hambre. O el peruano. Tristeza del cuerpo. No tengo yo esa vocación periférica sustentada en un pensamiento marginal. No. Como ustedes mismos, me siento bien con el legado recibido a través de la cultura europea, a lomos de la imprenta. Mi opinión, no obstante, no llega a encajar, hasta el momento y según yo he ido entendiendo por las ponencias que se han presentado, en ninguno de los grupos del catálogo, que, presumo, tan lujosa y prolijamente editará en su momento el Ministerio. Seré breve, como he dicho al principio. Sólo quiero que quede constancia de mi modesta aportación, si la hubiera, cosa de la que no estoy seguro al cien por cien. Me he quedado en pelotas para que me vean. Son cicatrices, pero no recuerdo cómo me las he hecho. Hay quien ha insinuado automutilaciones. No sabría qué decirles. No tengo recuerdos, sólo vagas impresiones. No me olvido, por supuesto, de la propuesta que coloca sus cimientos en el carácter patrio. La desnudez perturbadora propuesta bajo el vestido. Ya que este Congreso tiene lugar aquí y no en tierras foráneas, me parecía que había que darle a la misma un lugar destacado. La bravura de nuestro pueblo, que en tiempos se liberó de todos los yugos que quisieron someterlo, merece el respeto de todas las prodigiosas mentes que se han reunido en torno a una cuestión básica para la educación de nuestros hijos. Para nuestro propio futuro. Porque si por algo estamos preocupados es por el futuro. No queremos la deforestación del planeta, ni su desertización, ni la desaparición de sus lenguas minoritarias. Desde el Ministerio se nos piden aportaciones para la sostenibilidad. Para ello el Ministerio nos ha citado aquí, en este hotel de una categoría superior, a pesar de ciertas quejas sobre el funcionamiento del aire acondicionado. Yo he resuelto desnudarme con naturalidad y sin deseos de ofender. La comida del buffet es buena, aunque le ocurre a todos los buffetes, repetitiva. Las excursiones de la tarde nos están descubriendo una naturaleza virgen, muy poco contaminada por el impacto del ladrillo. Qué mejor lugar para sacarse de enmedio las apariencias, los fingimientos. Lo único que el Ministerio quiere saber a cambio, y creo que está en su derecho, es qué soluciones se nos ocurren para frenar en la medida de nuestras posibilidades la debacle que se avecina, según el Ministerio, por supuesto. Bien, como dije al principio y más tarde por la mitad, seré breve. Sé que se les echa de menos en sus puntos de origen, sobre todo a los superhéroes. Van a encontrar mucho trabajo a su vuelta. Quizás mi propuesta les parezca algo radical. O exaltada. Pero quiero que la piensen unos segundos. Que no la desechen sin haberla contemplado a la luz del silencio, como si la calma de un claustro con un ciprés apuntando al cielo les amparara. Perdonen que haya llegado al final de mi intervención en cueros, sólo con este taparrabos. Lo que se quiere dilucidar en este Congreso me merece todos los respetos. Y perdonen que me marche apresuradamente, pero creo que lo entenderán mejor así.

5 comentarios:

Carlos Frontera dijo...

He creido ver en esa marcha apresurada, en esa vuelta ofreciendo a los asistentes el nalgatorio, el quid del discurso, el meollo del mensaje.
Nunca un discurso resultó más elocuente; ni sostenible.

Anónimo dijo...

Es verdad, el movimiento hippie tiene un calado profundo en esta sociedad. El cuerpo es algo natural, sin más.
Me resulta curiosa la encuesta que has puesto en el blog sobre la ducha. No puedo responder porque faltan otras opciones, como, por ejemplo, baños de lavanda, o...me ducho por la mañana, la tarde o la noche, según me apetece y me viene bien.
Está bien el relato, me pregunto por qué tengo la impresión de que escribes sobre algo ajeno en los relatos del blog. Has mantenido muy bien el hilo discursivo.
Besos

BLQ dijo...

esta historia me ha recordado el discurso de un clown.

yo siempre me siento que estoy vestido, incluso cuando estoy desnudo. Me explico. Me siento realmente desnudo y mostrando lo que soy cuando soy mi clown, ese que llevo dentro y devo quitarme la piel para que salga. Entonces me desnudo.

Es una buena historia para un clown.

¿Sabes si desde narrador.es envían los libros a Francia?

saludos
eloi

Antonio Senciales dijo...

He extraviado tu dirección de correo.
Te deseo lo mejor para ti y tu familia en las próximas fiestas (y siempre, claro).
Te sigo leyendo en tu blog aunque mi presencia sea silenciosa.
Saludos afectuosos.

Antonio S.

Anónimo dijo...

Me pregunto cuáles son las palabras que definen mejor el desnudo, y éstas me llevan al silencio, y éstas al olvido y éstas a...