jueves, 29 de octubre de 2009

El escritor y la puta


Soy un escritor caprichoso, pero lo que es más importante: soy un escritor que puede permitirse todos los caprichos. Llevo un año iniciando mis cuentos de esa forma, donde dice escritor he puesto hombre, mujer, perro, abogado, español, etc. No miento. Escribo sin demasiado que decir. Escribo porque escribir le da un sentido a mi existencia como hay quien corre, bebe, canta, sin demasiada necesidad de hacerlo, pero sin ningún interés por otra cosa. Soy dueño absoluto de los minutos que paso escribiendo. No me preocupa el mensaje. Escribo historias sin valor añadido: no hay más allá de lo que cuento, no hay un significado, pero los lectores prefieren que las historias sean metáforas. No los culpo, a la mayoría de los escritores les parecen poca cosa sus ocurrencias y se empeñan de dotarlas de simbolos y significados. Cuando me canso le doy final a un relato y empiezo otro. No los cierro, los dejo simplemente por donde iban. No obstante, a mis amigos escritores les parece un acertadísimo rasgo de estilo para que el lector trabaje. Soy un escritor sin éxito: no he publicado libros, no he ganado dinero escribiendo ni escribir me ha servido para ligar. No me gano la vida escribiendo. Es tan sencillo y tan simple como soñar con los ojos abiertos. Pero todo es ficción, todo lo que yo escribo es una patraña. Una patraña gratuita y absurda. Estoy en contra de todas las formas de escritura que conozco. Mis amigos escritores me acusan de frivolidad en la pose, pero creo ser un tipo bastante concienzudo. Lo único que me interesa es seguir escribiendo. Vivo con una mujer con la que no tengo ni he tenido ningún tipo de relación sentimental. Compartimos los gastos de un piso alquilado, eso es todo. A ella no le interesa lo que yo escribo ni a mi lo que ella vive. Es puta. El sueño de cualquier escritor es vivir con una puta. Soy una puta caprichosa, cómo no. Así inicié uno de mis cuentos, que continuaba, cómo no, así: pero lo que es más importante: soy una puta que puede permitirse todos los caprichos. Mi mujer me arrojó algo a la cabeza, no sé qué, no lo recuerdo, cuando le dije que lo nuestro se había acabado. Me tuve que marchar de casa y buscar algo por ahí. Salí con la máquina de escribir y lo puesto. Me encerré en mi habitación y empecé a escribir. Mi compañera de piso me dijo:
-Nos vamos a llevar bien.
-¿Quieres leer alguna de mis historias?
-Bueno, quizás en alguna ocasión.
-Vale.
Cuando las ganas aprietan me voy de putas, pero nunca me he encontrado con mi compañera de piso. Ella prefiere las novelas románticas. Me gustaría que los años transcurriesen así, que nada volviese a cambiar, pero me temo que no va a ser posible.

lunes, 26 de octubre de 2009

Instrucciones


Instrucciones para el cubo de Rubik

Me gusta la literatura que me dice lo que tengo que hacer, lo que podría clasificarse dentro de un subgénero que yo bautizaría como el de las instrucciones. Cómo escribir un relato, cómo salir con una compañera de trabajo, cómo crear un blog o sacarle el mayor partido posible a mi teléfono móvil. Sin embargo, eso no quiere decir que sea obediente y las ponga en práctica. En absoluto. Su sola lectura ya me parece estimulante. Tuve una inmensa colección de recetarios de cocina, que había leído despaciosamente, pero nunca he cocinado. En tiempos mejores acudía a diario a un restaurante y con la confianza que daba ser un cliente habitual de años, me permitía en ocasiones hacer ciertas sugerencias para perfeccionar algún plato de mi gusto. Creo, por otra parte, que es un error ese adagio según el cual cada uno tiene derecho a cometer sus propios errores. Para qué, me pregunto. Si alguien se ha equivocado qué sentido tiene que yo me equivoque también. La vida tiene sus propias instrucciones de uso que no siempre vienen bien explicadas. Por ese motivo a todo aquel que me lo solicitó le di un consejo (intenté que fuese una instrucción sencilla y fácil de ejecutar). De alguna manera me hice famoso en determinados circuitos debido a mi asesoramiento a estrellas del cine y la tv, así como a líderes de distintas formaciones políticas, pero también acudían a mi consultoría amas de casa, estudiantes, jóvenes atribulados o ancianos que dudaban acerca de la mejor manera de repartir sus bienes depués de su muerte. Quien contaba conmigo ya tenía una garantía de éxito. Ocurrió, sin embargo, que yo mismo, al igual que un abogado o un médico no son los más apropiados para atenderse a sí mismos, tuve que acudir a otro profesional. Necesitaba que alguien me dijera lo que debía hacer para deshacerme del miedo. Al principio eran temores más o menos intrascendentes. Recuerdo cómo empezó. Fuí a cruzar una calle y el semáforo se puso en rojo por la mitad, así que me tuve que refugiar en la mediana. Me dió por pensar que un coche perdería el control y me atropellaría allí mismo. Fue una sensación intensa y angustiosa con la que me vi obligado a cruzar la mitad que me quedaba, y ahí sí que estuve a punto de ser aplastado por un autobús. Luego temí algunos contagios víricos y no salía de casa si no era absolutamente precintado. Poco a poco mi vida se empezó a ver condicionada por esos miedos infundados, por repentinos ataques de pánico. A ser asaltado dentro del taxi por el propio conductor. A morir atragantado con la comida. A ser traicionado por mis amigos. Y de repente, un día dudé. Temí que la instrucción que estaba dando no fuese la correcta. La rectifiqué y enseguida rectifiqué la rectificación. Hasta que algunos clientes empezaron a darse batacazos. No sabía a dónde acudir. No podía, pensaba en mi confusión, echar mano de mis clientes: qué pensarían si se enteraran de que tenía necesidad de un consultor. Miré en la guía telefónica. El hombre me dió un papelito enrollado y atado con un hilo. Esas son las instrucciones, me dijo. Sígalas al pie de la letra y salvará su negocio y su vida, pero algo debió ocurrir, algo que no consiguió impedir la debacle. Hoy mismo he estado ojeando en unos grandes almacenes Cómo resurgir de entre las cenizas. De entre. Hay un compañero, uno con quien suelo beber en el parque que asegura que en otro tiempo fue presidente del gobierno de esta república. No lo creo, como tampoco él me creería a mí si le dijese que en ocasiones lo asesoré.

domingo, 25 de octubre de 2009

Manzanas asadas



Alfredo Pirucha: Mujer borracha vomitando

Iría dando saltos, ¡qué demonios, no hay nadie por aquí que pueda verme, por qué no ir dando saltos! Va a hacer un día precioso. La mañana ya lo es en este parque. No tengo ganas de volver todavía, puedo desayunar en cualquier sitio antes de irme a la cama. ¿Cuánto tiempo hacía que no me acostaba con nadie? Pufff, años. Y ahora me parece que la vida es un hermoso cuento en el que todo es fácil.
El hombre que piensa así entra en el café con un ligero temblor, con espasmos de conejo saltarín.

Me llamo Polonio y de niño cada vez que veía algo que me gustaba lo besaba, mis padres me sorprendían a menudo besando las ilustraciones de los libros, las de dinosaurios, por ejemplo. Ya casi en la adolescencia más de una vez besé la pantalla del televisor. Durante mi juventud me hice popular entre las compañeras de la facultad por mis besos y no miento si digo que besé a todos los que aparecen en mi orla, chicas y chicos, pero la vida tiene ciertos meandros en los que uno cree que se ha perdido para siempre. Un traspié me llevó a otro. Acabé con la cara deformada, los dientes podridos, el cuerpo roto. Y sin embargo, hoy no hay espejo que pueda devolverme esa imagen de la derrota, porque no pienso mirarme en ninguna parte que no sea en lo que me ocurrió anoche.

En lo que le ocurrió a ella al dar un traspié cuando buscaba un rincón apartado para hacer pis o para vomitar. Se dobló un tobillo y comenzó a quejarse. Al principio no me atreví a ayudarla. Yo estaba acostado en un rincón de los soportales, y sus lamentos me alertaron, pero he sido escarmentado muchas veces anteriormente. No obstante, como nadie acudía hasta ella y seguía sollozando, me aproximé y le pregunté si le podía ayudar en algo. Creo que me he hecho un esguince, me dijo. Espera, apóyate en mí, le dije. No le quedó más remedio que disimular el asco que yo le producía.

Hay una mujer encerrada en su dormitorio, envuelta en la espesura y densidad que ha dejado en el ambiente un hombre que se ha marchado con las primeras luces de la mañana. La mujer sabe preparar un postre con manzanas. Les saca el corazón y rellena el hueco con leche condensada, luego coloca las piezas sobre rodajas de naranja con azúcar y mete la bandeja en el horno. El hombre que se ha marchado encontró anoche a esta mujer a la salida de un cine. Se conocían, comenzaron a charlar, fueron a tomar algo y luego ella le pidió que la acompañase. La mujer le dijo que con la condición de que se marchara al amanecer. Tenía una hija que regresaría por la mañana, como siempre que salía. Antes de quedarse dormida la mujer oye la llaves abriendo la puerta de la calle.
-¡¡Ana!!
-¡¡Me voy a la cama, mamá, estoy cansadísima!!

Fue una torcedura sin importancia, un dolor momentáneo y el susto. La ayudé hasta llegar donde estaban sus amigos. Un montón de chicos bebiendo en la plaza. Alguno hizo bromas sobre mí, pero no me lo tomé a mal.
-Muchas gracias, me dijo.
Callé y me extendió la mano.
-Me llamo Ana.
Me marché a mi rincón.

A la tarde el hombre llama por teléfono a la mujer con la que pasó la noche.
-¿Cómo estás? Le pregunta.
-Bien, muy bien, he dormido hasta la hora de comer. Ahora estoy cocinando.
-¿Qué haces?
-Manzanas asadas.
-Qué ricas.
-¿Te gustan?
-Muchísimo, podrías invitarme.
-Me alegro, porque las estaba preparando para tí.

Es una noticia en los periódicos o una situación estereotipada dentro de la delincuencia sexual, un tópico de las leyendas urbanas. Un viejo vagabundo viola y destripa a una muchacha virginal. Hay un parque oscuro por el que la chica ha de cruzar para volver a casa de su trabajo como taquillera en un multicines. En la ciudad se podría contar media docena de viejos vagabundos y unos cientos de muchachas virginales, de las cuales una docena de taquilleras. Pero ella es Ana y yo soy Polonio. Ella se retiró ligeramente indispuesta y se torció un pie. Yo la ayudé. Me dijo su nombre y yo no le di el mío. Evité ese ridículo. Ahora es una vergüenza menos. No voy a decir que no me gustaría volver a verla. De hecho he ido mirando a los grupos de jóvenes desde aquí por si la descubría en alguno. Sólo volver a verla desde lejos. A Ana.

El hombre hunde su cucharilla en la manzana.
-Deliciosa, dice.
A Ana no le gustan las manzanas al horno que prepara su madre. Enciende un cigarrillo y la primera calada va llena de rencor.
-¿Vas a salir?
Ana responde con ojos vidriosos.
El hombre le dirige una mirada comprensiva a la mujer.

Hay una chica agachada detrás de un seto orinando. El viejo vagabundo se acerca por detrás. Inoportunamente la llama:
-¡Ana!
La chica se asusta y huye. Le cuenta a su grupo de amigos que en el parque hay un viejo verde, un sátiro que la ha espiado mientras hacía pis.
-Vamos a darle un susto, propone uno de los chicos.

Mientras el hombre entra en la mujer ella le pregunta:
-¿De verdad que te han gustado las manzanas?
-Me gusta más esto.
Ella se ríe.
-Tendrás que marcharte al amanecer, antes de que vuelva Ana.

¡Qué demonios, lo que le apetece es ir dando saltos! En un rincón de los soportales el hombre oye un lamento, un gemido. Se detiene. Se acerca al bulto.
-¿Se encuentra usted bien?
No hay contestación, sólo un gemido débil, un gesto defensivo y un olor repugnante.

jueves, 22 de octubre de 2009

Refinada perversidad



Le Stryge, 1853. Foto de Charles Nègre. Museo de Orsay.


Los paraguas son a veces víctimas de extrañas perversiones. Mi amigo C...d'O... le contaba un día al doctor M..., delante de mí, que tenía la manía de coger los paraguas de sus mejores amigos. Entonces - y éste es el punto interesante de esta singular psicopatía- acudía a un comerciante y le encargaba desenroscar y sustituir la contera del paraguas. Cuando, días después, se volvía a encontrar con el amigo despojado, le hacía admirar su nueva adquisición, le explicaba sus cualidades, le desvelaba sus encantos, le animaba a palpar, acariciar y agasajar con la mano el paraguas en cuestión, y luego le daba golpecitos con él en las piernas diciéndole: "¿No es precioso el paraguas? Lo acabo de comprar. Usted carece de gusto para elegir algo así; ¡oh, qué grosero es el suyo! Mire bien el mío:¿no tiene un cuerpo admirable? Es suave para la mano, y ligero, y bien hecho."
Y el amigo, inquieto, que solía reconocer su bien perdido, se agachaba sobre el paraguas de C... d'O..., examinaba cada uno de sus repliegues, pero no osaba afirmar nada pues la contera era diferente.


Marcel Schwob “Ensayo sobre el paraguas”, recogido en Mundos Terribles. Relatos y crónicas inéditos, el olivo azul, 2007, pág. 98.

lunes, 19 de octubre de 2009

Cine





Ella me sonríe con lo de ahí abajo, sé que me sonríe mientras me da la espalda y me conduce por los laberínticos pasillos del archivo. De repente se da la vuelta y me señala el lugar en el que se ecuentra la lata con la película que he venido a buscar. Su coño sonriente, franco, con una pizca de ironía en las comisuras. Sabe que esa mueca tiene sus efectos sobre mí. Me aprieta ahí abajo, pero suelo trabajar con la cabeza. Podría arrinconarla y levantarle la falda, comerme su sonrisa, volver luego arriba como si nada hubiera ocurrido y hasta pronto. Tendría su gracia. Si no soy yo será uno peor que yo, porque la chica es supersonriente. La próxima vez, me digo. Pero cuando la próxima vez llega, sólo me sonríe con los ojos, con la boca, con las palabras. La sigo por los pasillos del archivo y durante el trayecto su culo no deja de burlarse. Antes de que se gire para señalarme dónde está la película que necesito, levanto su falda, me agacho y con la boca inicio la búsqueda.
-¿Por qué te interesan tanto estas películas antiguas? Me pregunta.
-¿Te das la vuelta? Le pregunto.
-Hoy no puede ser, me contesta.
-En ellas aprendo modales, le contesto, y también mis alumnos.
-No serán estos, me dice.
Pero yo ya no vuelvo a hablar. Me levanto y por la (O) asombrada que es el centro de sus nalgas introduzco mi verga tiesa.
Volvemos arriba y me entrega la ficha que he de cumplimentar para formalizar el préstamo. Mientras relleno los datos alguien a mi lado solicita uno de los primeros trabajos de Spielberg, aquella road movie que hizo para la televisión, El diablo sobre ruedas. La miro directamente a los ojos, serios, casi severos, pero ahí abajo ahora veo que se le abren los labios con una dulzura y una simpatía indescriptibles. Consulta en la base de datos.
-Un momento, dice.
Entra en el almacén y miro al tipo que ha hecho la petición. Haciendo un gesto significativo con la cabeza señala hacia el almacén y me guiña un ojo.
-¿Está buena, eh?
-Soy gay, le contesto.
-Pues yo no, y esta no veas cómo es.
-¿Cómo? Consigo chillar como si fuese absolutamente amanerado.
Vuelve a guiñarme.
Al final de la proyección le digo a mi curso que el próximo título que vamos a ver es uno de los primeros trabajos de Spielberg para la tele, que busquen información y averigüen el título.

sábado, 17 de octubre de 2009

Deus ex machina


Nabuconodosor, de William Blake

A veces es una ventana abierta y todos le decimos:
-Arrójate por ella.
Consiste en estrellarse contra el pavimento, abrirse la crisma y llenar las ruedas de los vehículos o el bajo de los pantalones de los viandantes de sangre.
Tomás González muy probablemente se agarró a la madera podrida de la ventana, desde la que cualquier otro individuo hubiera contemplado el horizonte, y se zambulló en el aire hasta el fondo, donde la dureza.
Dejó algo escrito.

A veces es un cigarrillo con el que se ha estado jugando entre los dedos. Un hermoso incendio que podría purificar una ciudad entera, pero que sólo consigue que un hombre parezca un pollo asado. Eso con suerte.

A veces es una nave espacial que se posa en el jardín. La poesía es un arte que se está haciendo viejo. No trata de asuntos que nos interesen, que nos conciernan en este tiempo. Los poetas hacen bien en arrojarse por la ventana. En tomarse una caja de barbitúricos con un vaso de whisky. Un Kavafis moderno escribiría algo así como Esperando a los extraterrestres. Los platillos volantes son una solución.

Queridos niños, papá y mamá nunca os han querido, vuestros maestros siempre desearon lo peor para vosotros, vuestros amiguitos eran crueles, cobardes y chivatos. Queridos niños, habéis crecido con las hormonas de la mentira y la necedad. Amiguitos del alma, ángelitos del cielo, a ezra pound lo encerraron en una jaula, los hombres, a wladimir dragossán lo ridiculizaron en la televisión, gerardo diego landa, que había visto cómo su amigo octavio paz leizaola era empachurrado mortalmente, se precipitó al vacío cuando intentaba desenredar una persiana. En su caída tuvo tiempo de esbozar una mueca. Julio Yllera se dio de cara con el horror en una de sus visitas nocturnas a una biblioteca. Los libros estaban en blanco. El principio de la locura.

-A mí me encanta disparar contra la gente, dijo enfundándose la larga pistola.
Y debía de ser cierto, por lo que se podía ver alrededor.

Según la biografía que Chesterton escribió sobre William Blake, una mañana del 3 de Agosto de 1803, cuando el ilustrador y poeta paseaba por su jardín se encontró inesperadamente con un soldado de la Guardia de los Dragones, vestido con una chaqueta escarlata. Cuando Blake lo invitó a abandonar el recinto, el Dragón lo amenazó con sacarle los ojos. Blake se abalanzó con inesperada violencia sobre el intruso y lo arrojó a la calle, habiéndolo tomado desde atrás por ambos codos. El hombre, que probablemente estaba borracho, volvió más tarde y acusó a Blake de haber dicho estas improbables palabras: “Maldito sea el rey y malditos todos sus subditos...Cuando Bonaparte llegue os cortará uno a uno la garganta. Y yo le ayudaré.” Blake salió absuelto gracias a la ayuda en los tribunales de su benefactor William Hayley, bajo cuyo patrocinio había estado trabajando durante 3 años, lo que no impedió que desde ese momento sus lazos se disolvieran.

-Oliverio Girondo, anunció.
-¿Me podría facilitar su segundo apellido, sobre todo para evitar falsificaciones?
-No se preocupe, sólo hay uno. Oliveiro Girondo, repito, escribió que de haber sospechado lo que se oía después de muerto, no se hubiese suicidado. Yo les voy a decir lo contrario. Si antes lo sé, antes me mato.

jueves, 15 de octubre de 2009

Julios


Julio Cortázar retratado por Alberto Jonquières

En 1938 aparece en Buenos Aires un poemario compuesto por 43 sonetos titulado Presencia y firmado por Julio Denis. El mismo Julio Denis publicó su primer cuento, “Llama al teléfono, Delia” y un artículo sobre Rimbaud en los siguientes años.


El profesor adelantó el nombre del poeta al que se le iban a dedicar las siguientes clases:
-Octavio Paz, dijo, haciendo que los sonidos vibrasen en el aire como si fuesen emblemas.
Uno de sus estudiantes, que ya había dado ciertas muestras de extravagancia, levantó la mano:
-Me podría decir, por favor el segundo apellido de don Octavio, dijo con actitud expectante, el bolígrafo en la mano para apuntar la respuesta en su cuaderno.
Pasaron unos segundos.
-No lo sé, le contestó el profesor no sin cierta risilla nerviosa.
El estudiante dijo:
-Yo voy a poner Ledesma. Por si hay suerte.
-Bien, lo consultaremos, pero en este momento es un dato irrelevante, replicó el profesor.
Muchos años después un poeta de provincias, que había presenciado esta escena, decidió adoptar un eufónico seudónimo que le ayudase a publicar. Como no era menos extravagante que el otro, decidió adoptar el nombre del mejicano con el segundo apellido que le había asignado su compañero de curso. Pero no recordaba Ledesma, sino Leizaola. No obstante, ni uno ni otro iban muy desatinados, porque su segundo apellido era Lozano. Nombre corriente, como de futbolista.

En Marzo de 2009 aparecía en un foro literario de internet este autorretrato:
"¿Quién soy yo? Yo soy Julio Yllera (JYY). Cuando estoy de buen humor, escribo en los foros de Internet (cosas ininteligibles, según dicen). Cuando no, leo libros que no parece que me vayan a llevar a ninguna parte. Al menos, nunca me aburro. (...) ¿Datos personales? No tengo edad, ni sexo, ni profesión, ni familia, ni amigos. No vivo en ningún sitio conocido. No soy nadie, si es que se requieren atributos de ese tipo para ser alguien. Sé que desconcierta y enfada esa ausencia de referencias normales. Suena a falso, a engaño y, sin embargo, es cierto, es así con la verdad que se adquiere al transpasar las fronteras convencionales. Unos pocos datos personales sólo disimulan el hecho de que no somos nadie. Me gusta disfrazarme para ocultar mi no-identidad. Tampoco demasiado. Hasta que esa mentira leve (puesto que no cambia nada) empieza a convertirse en un personaje. Hasta que arranca una aceptación vicaria que me transmuta en un ser opaco. Me desconozco en la interpelaciones. Me anulan. Dejo de ser y me despojo de la piel recién adquirida. Recobro el vacío. Soy libre. Nunca hablo de mí mismo. Casi nunca: hoy he incumplido la regla."


En 1944, al publicar el cuento “Bruja” aparece en la escena literaria Julio Florencio Cortázar, que además se dedica a traducir a autores como Jean Giono, Chesterton, Poe, Gide y Defoe. No es hasta 1949, con la publicación del poema dramático Los Reyes, que aparece Julio Cortázar.

El 23 de Noviembre de 2005 se inscribe en TR el usuario que utiliza como nick o seudónimo VV.AA, que en sus textos hace apelaciones a un omnipresente Julio, quien a veces parece el desdoblamiento de la voz que habla en el texto, y otras una figura mitologizada con la que comparte un pasado. No es difícil, por otra parte comprobar que VV.AA. y Julio Yllera son dos sombras proyectadas en la pantalla por el mismo cuerpo interpuesto entre ella y el foco de luz.

El 13 de Octubre de 2009, ya con el sol hundido en el horizonte, Wladimir Dragossán, seudónimo de Rafael Pintos Méndez, levantó el auricular de su teléfono y marcó un número con el prefijo de una provincia muy lejana a la suya. El poeta expuso su petición en términos educados y corteses. Nada que al otro lado no pudiera ser atendido. Quería un compromiso por escrito de recibir al menos dos ejemplares del libro en el que iría incluída la entrevista a la que iba a someterse.

Gerardo Diego Landa recibió, después de la muerte de Gerardo Diego Cendoya el 8 de julio de 1987, más de una invitación a ser entrevistado como destacado miembro superviviente de la generación poética de 1927. Nunca dijo que no.
En una ocasión le preguntaron cuál había sido el momento más difícil de su ya larga e interesante vida. No le cupo duda ninguna a la hora de responder que el día que paseaba con su amigo Octavio Paz Leizaola y éste resultó muerto a consecuencia del empachurramiento sufrido en plena vía pública, al caerle desde el cielo una mujer hermosísima, pero trastornada por los nervios. La obra completa de Gerardo Diego Landa se reúne en un volumen titulado Naves negras a Marte, en edición del propio autor.

El día 26 de Setiembre de 2009 Julio Yllera fue a visitar la exposición de fotografías que Alberto Jonquières le hizo a Julio Cortázar entre 1967 y 1975. En el autobús que hubo de tomar, encontró a alguien leyendo Rayuela. Se trataba de un tipo con años, pero con atributos juveniles, como el pelo largo y piercing en una oreja. Al principio pensó que quizás el otro también se dirigía a los sótanos de la librería donde tenía lugar la muestra, pero se bajó antes. Mientras contemplaba los retratos se fue la luz y por unos instantes estuvo a oscuras, sólo unos segundos de espesa negrura, antes de escapar.

Entre los papeles, cartas, libros y objetos personales que Julio Cortázar dejó tras de sí, como todo hijo de vecino hace cuando vive, como si fuesen rastros de baba, se encontraron marcas de Julio Denis.

El 22 de Enero de 2006 VV.AA. publicó en la web TUSRELATOS un texto titulado Julios, en el que un Julio niño investiga el modo de llegar al centro de la ciudad en la que vive por una vía diferente a la que le impone la calle principal, aventura que se convierte en una exploración iniciática, viaje al centro de la tierra.

lunes, 12 de octubre de 2009

Mano quemada



Ezra Pound fotografiado por Richard Avedon

Hjalmar Flax. ¿No parece el nombre de un medicamento? Imagínatelo escrito en una receta para combatir la acidez de estómago. Sin embargo, se trata de un poeta puertorriqueño nacido en 1942.

Un poema suyo:

BRINDIS

Brindemos, compañeros,
porque los días de nuestra vida
no sean mojones
a orillas de un camino
que nos lleve a la mierda.

Su nombre es el desencadenante de que una serie de poetas provincianos adopten sonoros seudónimos para firmar sus trabajos.


El 6 de Julio de 1852 Gustave Flaubert le escribió una nueva carta a su amante la poetisa Louise Colet, en la que le decía "Ahora con la mano quemada, podré por fin hablar de la naturaleza del fuego", pero en francés: "Avec ma main brûlée, j'ai le droit maintenant d'écrire des phrases sur la nature du feu".

El 3 de Agosto de 1878 Guy de Maupassant escribía a Flaubert: "Sólo comprendo una palabra de la lengua francesa, una palabra que expresa con energía el cambio, la eterna transformación de las mejores cosas y la desilusión; esta palabra es mierda", claro, en francés. Merde.

En una carta a la susodicha Louise Colet, del 16 de enero de 1852, Flaubert escribía: "Lo que me parece bello, lo que me gustaría hacer, es un libro sobre nada, ("ce que je voudrais faire c'est un livre sur rien"), un libro sin ataduras exteriores, que se sostuviera por sí mismo, por la fuerza intensa de su estilo […] un libro que no tuviera casi argumento, o por lo menos en el que el argumento fuera casi invisible, de ser posible".

En 1971 la escritora austriaca Ingeborg Bachmann publicó su primera y última novela, titulada Malina, pensada como primer tomo de una tetralogía, en la que por boca del personaje al que llama Yo, hace una paráfrasis de aquello del fuego de Flaubert:
"Mis cartas inflamadas, mis invocaciones inflamadas, mis deseos inflamados, todo ese fuego que he llevado al papel con mi mano quemada...temo que todo pueda convertirse en un trozo de papel carbonizado. Todo el papel del mundo acaba siendo carbonizado o ablandado en agua, pues sobre el fuego echan agua."(pág. 248).
Murió en un hospital de Roma dos años más tarde, tres semanas después de un incendio en su habitación.

Una madrugada del mes de setiembre del año 1966, la escritora brasileña, de origen ucraniano, Clarice Lispector se quedó dormida con un cigarrillo encendido, despertó asustada e intentó apagar el fuego con las manos, lo cual le provocó quemaduras importantes, hasta el punto de que la derecha casi que le tuvo que ser amputada. Posteriormente las cicatrices le provocaron fuertes depresiones.

El martes 10 de Abril de 2007 varios periódicos locales de Málaga dan la noticia de un suceso, según la cual un incendio, provocado por un cigarrillo, ha acabado con la vida de Miguel Hernández Torralbo, dueño durante muchos años del ya desparecido pub El cantor de Jazz. En el pasado Marzo de este año 2009 se editó Las calles del miedo, donde se reúnen sus poemas. Muchos poetas de otras provincias conocieron y entablaron conversación con Miguel, unas veces como barman, otras como colega.


Desde el año 2002 la empresa Palabras de jabón comercializa por internet y desde algunas tiendas especializadas camisetas literarias con diferentes citas o versos de autores de reconocimiento mundial. La que le dedican a Ezra Pound sólo lleva su nombre como si de una marca se tratase. Ezra Pound como Calvin Klein.


En 1999, de una encuesta de la revista Das Gedicht (El Poema) salió que el poeta norteamericano Erza Pound (1885-1972) era el más importante del siglo 20. La revista se dirigió a críticos, editores, poetas y traductores alemanes con la posibilidad de votar entre 100 nombres.


El 27 de Diciembre de 2003 fue ocupado un edificio de 7 plantas en el centro de la ciudad de Roma, Via Napoleone III n.8, al que se le conoce desde entonces como CasaPound en honor al poeta. El activismo en el que se encuandra ese movimiento es de índole neofascista.


El poema Papyrus, que aparece en su libro Personae, de 1909, es un fragmento ficticio, de fácil atribución a la poetisa Safo.


Papyrus

Spring .........
Too Long ....
Gongula ......


En el último número de la revista digital Sombra y té, correspondiente a Octubre de 2008, se hacía otra encuesta, en la que se proponía elegir el nombre de un poeta que no se hubiera leído, pero que su sóla invocación onomástica fuese inspiradora. ¿Adivinas cuál fue el resultado?

martes, 6 de octubre de 2009

Noticias de la provincia



Restauración de 'Hymenaeus travestido durante un sacrificio a Príapo'

P, según informa en su edición de hoy el periódico Noticias de la provincia , confirmado a través de la policía local: un peatón de unos 50 años falleció tras caerle encima el cuerpo de una hermosa mujer suicida, que se había arrojado desde un séptimo piso en la calle de la Oliva. Los hechos ocurrieron el pasado sábado por la tarde cuando el paseante, acompañado por otra persona que resultó ilesa, recibió el fuerte impacto de un cuerpo femenino que le cayó, no del cielo, sino de una terraza. La saltadora al vacío quedó malherida, con diversas fracturas, por lo que fue trasladada al hospital comarcal Monte del Cielo. El empachurrado, muerto en el acto, resultó ser Octavio Paz Leizaola, uno de nuestros poetas locales más sobrasalientes, que en ese momento se dirigía en compañía del vate Gerardo Diego Landa, a una tertulia literaria.



P, según informa en su edición de hoy en el periódico Noticias de la provincia, confirmado a través de la policía local: un vigilante del museo provincial organiza una orgía en las dependencias del mismo, concretamente en la réplica de la Cámara de la Fragata Numancia. El hombre, que declaró que el aburrimiento es el padre de muchos vicios, le franqueó el paso a un amigo, que venía acompañado por varias mujeres, con gran provisión de bebidas alcohólicas y ciertas sustancias estupefacientes. Organizaron una pequeña fiesta ataviados con los uniformes antiguos, que había en exposición, y acabaron manteniendo relaciones sexuales todos con todos, que el propio vigilante grabó con su móvil y colgó en Internet.




Internacional: Los comicios nacionales de Japón celebrados el pasado 30 de Agosto dieron como resultado el relevo político más importante de su reciente historia. Después de más de 50 años de gobierno del Partido Liberal Demócrata, a cuyo frente se hallaba el primer ministro Taro Aso, las urnas le dieron el poder al reformista Yukio Hatoyama, del Partido Democrático. Hatoyama, de 62 años, es un político de cuarta generación casado con una actriz retirada, escritora de libros de cocina, que declaró hace poco en un programa televisivo que en su juventud tuvo la oportunidad de ser abducida por unos extraterrestres que la llevaron hasta Venus. El nuevo primer ministro grabó en 1988 junto con su hermano el disco “Take Heart”, título que al ser pronunciado suena como la raíz de su apellido en japonés, que significa pájaro y paz. Entre todas las consecuencias políticas, económicas o sociales del cambio de gobierno, los aficionados al manga de todo el mundo están atentos al nuevo primer ministro, ya que de él va a depender ahora el destino del proyectado National Media Arts Center dedicado al anime, al manga y al arte digital.




Revista de prensa, El país: En el último año y medio, 23 empleados de la compañía France Télécom,se han quitado la vida.El miércoles pasado, en Troyes, en medio de una reunión, un operario de 49 años de France Télécom, tras enterarse de que, fulminantemente, iba a cambiar de puesto de trabajo, sacó un cuchillo y se rajó el vientre al grito de "¡Ya estoy harto de gilipolleces!". No murió. El viernes, en París, tras escuchar que, de buenas a primeras, iba a cambiar de jefe de equipo y de cometido, una empleada de la misma empresa se lanzó desde un cuarto piso y se estampó contra la acera. Sus compañeros contemplaron estupefactos durante varios minutos, mientras llegaba la ambulancia, la agonía de su colega en la calle, que murió horas después en el hospital. Ayer, otra empleada del departamento de atención al cliente, y que se enteró de que iba a ser trasladada, se intentó suicidar a base de barbitúricos.
(A. JIMÉNEZ BARCA - París – 15/09/2009)



En la red:

EcoDiario, canal de información general de Eleconomista.es

Príapo reencuentra su pene en la restauración de una pintura de Nicolas Poussin
2/09/2009 - 15:49



Una restauradora brasileña descubrió un detalle camuflado a lo largo del tiempo por capas de pintura en uno de los trabajos del francés Nicolas Poussin (1594-1665): Príapo, el dios griego de la fertilidad, con su pene erecto.
"Escondieron el falo de Príapo. Es lo que llamamos los retoques del pudor, no es poco común", señaló a la edición del martes del diario Folha de Sao Paulo la restauradora Regina Pinto Moreira, quien pasó ocho meses restaurando 'Hymenaeus travestido durante un sacrificio a Príapo', que data de entre 1634 y 1638.
La pintura estaba rota y tenía agujeros, y la restauradora del Museo del Louvre debió retirar varias capas acumuladas a lo largo de 300 años. El trabajo sobre la obra, de 3,73 m de largo y 1,66 m de alto, costó 150.000 euros, según Folha.
La obra, que estará expuesta desde el 8 de septiembre en el Museo de Arte de Sao Paulo (MASP) en el marco del Año de Francia en Brasil, perteneció a la familia real española.
Con las guerras napoleónicas el cuadro cayó en manos aristócratas inglesas y fue vendido a un coleccionista francés, Georges Wildenstein, que, a su vez, lo vendió en 1953 a Francisco Assis Chateaubriand, influyente periodista brasileño y fundador del Museo de Arte Moderno de Sao Paulo (MASP) en 1947.



P, según informa en su edición de hoy el periódico Noticias de la provincia , confirmado a través de la policía local: aparecen los cuerpos de dos hombres troceados, envasados y congelados. Los primeros indicios llevan a las misteriosas desapariciones de dos conocidos comerciantes de esta ciudad, un joyero y un florista. La camara de comercio local y todo el centro histórico están conmocionados porque se puedan confirmar sus identidades. Las familias, destrozadas por el terrorífico y macabro hallazgo, tienen todavía esperazas de que no sean ellos, sino alguien de fuera.
Pero eso no es todo, estos están siendo días negros para nuestra ciudad. En una finca de las afueras, a orillas del Lérz, han aparecido acribillados a balazos tres hermanos muy conocidos también en diferentes ámbitos de la vida local. Además de un vecino del edificio contiguo que cayó sobre el tejado del gallinero con un disparo en el entrecejo. Algunos testigos hablan de una nave luminosa que bajó desde el cielo y se posó sobre las aguas de la piscina. Se está investigando el caso desde todos los ámbitos científicos, pero si ese punto se confirmara no podríamos estar seguro que los extraterrestres, si es que existen, viniesen en son de paz.

sábado, 3 de octubre de 2009

La finca de los crímenes: tipiquísimo




A orillas de río Lérz, en la finca del mismo nombre, los tres hermanos se han ensarzado en una de esas sordas discusiones familiares, que cualquiera quiere presenciar através de un agujero practicado en la pared, o en una pantalla, siendo, sin embargo, ciertamente embarazoso que te pille de marrón cenando como invitado en el comedor.
-¿Me pasas la sal?
-Toma la sal.
-Creo que ella ya no está.
-Yo creo que es él el que se ha ido.
-¡Mamá!
-¡Papá!
Cae una botella al suelo.
-La has empujado tú con el codo.
-¿Yo? De ninguna manera. Ni la he tocado.
-Se han ido los dos.
Silencio.
Los tres hermanos sentados a la mesa. Gloria está hermosa y triste, como de costumbre. Es ella la que piensa que los fantasmas de papá y mamá se han marchado definitivamente y, aunque era eso lo que querían, no puede evitar apenarse. Le gustaba el olor a baúl, a enaguas de muchacha, a paraguas y a pies, que iba encontrando por los rincones. Ya hace días que esas fragancias han desaparecido en ciertos lugares y en otros son muy tenues. Acaba de averiguar que los fantasmas del Japón no tienen pies. Papá y mamá sí, cómo si no aquella persistencia en el aire.
-Ya no huele a ellos, dice.
-Ya no apesta, querrás decir.
Pedro tiene el pene embadurnado en purpurina dorada fuera del pantalón, como si fuera un falso ídolo. Es de la opinión de que quien se ha marchado es el fantasma de la madre.
-El aire ya no está tan electrizado, arguye.
-Dios mío, si hay alguien que crispa las vibraciones de esta casa eres tú, le dice Gloria.
Jesús dice:
-Haya paz.
Parece un faquir y de hecho en su plato la sopa está salpicada con unos vidrios que él mismo se ha encargado de moler. Es él el que piensa que se ha marchado el fantasma de papá sin mayor argumento que el simple parecer.
-Me parece a mí, es toda su argumentación.
-Las presencias invisibles de esta casa están en retirada, dice Pedro, satisfecho. La purpurina de su pene no sólo brilla, además campanillea.
Añade el brindis que dice:
-Viva México, cabrones.
Pero ni Gloria ni Jesús lo secundan.
-Imbécil, le dice ella.
En ese preciso instante un pitido agudo procedente del cielo y cada vez más cercano les hace levantarse de la mesa y salir a la finca.
-Viene de la piscina.
Cuando llegan allí la nave ya está posada sobre el agua. Se abre una puerta, pero no sale nadie.
Jesús está muy nervioso, casi se atreve a decir que vienen a buscarlo, pero los minutos se alargan sin que nada suceda. En un edificio de pisos contiguo a la finca, un solitario observador contempla la escena desde su ventana mientras fuma.
-Mirad, dice Gloria.
De las azaleas, que parecen agitadas por viento que no sopla nada más que ahí, surgen unos jirones de niebla espesa o espectral.
-Son ellos.
-Son ellos.
-¿¿Quienes??
-Papá y mamá. Se marchan.
Los fantasmas suben a pie por la rampa. Luego baja uno de los tripulantes de la nave. Cualquier intento descriptivo que se haga aquí está condenado a contribuir sólo a tu confusión. Digamos, por ejemplo, que el tripulante va pasando por diversas abstracciones y entre ellas hay intervalos en los que aparecen formas más o menos reconocibles de grandes iconos de la humanidad. Sólo que todos pertenecen a la cultura bollywoodense.
-¿Adónde los lleváis?
La respuesta se concreta en una versión india de Échale la culpa al boggie.
-No me lo puedo creer, dice Gloria.
Por un momento entre las metamorfosis por las que va atravesando aquella masa energética aparece la del actor Jean-Claude Van Damme.
-Ahí, deja a ése, dice Pedro.
-A ver si nos enteramos de algo, dice Jesús, que ya está viendo que sus esperanzas de abducción se esfuman.
-La raza humana es una malformación energética, anuncia el actor, en varios idiomas.
-Jean-Claude, soy un gran admirador tuyo, dice Pedro.
-No seas burro, no es él, es sólo su apariencia.
-No, no, sí que soy el verdadero Jean-Claude Van Damme.
-¡Ostras!
-¿Te han abducido? ¿Me podrán abducir a mí?
-No sé, aquí todo el mundo es alguien. ¿Tú quién eres?
-Jesús.
-¿Jesús de Jesucristo?
-Sí, dijo tímidamente Jesús, mirando a uno y otro lado a sus hermanos.
-No sé, mira yo traigo una misión.
-Toda mi vida he estado esperando este día.
-No puedo dejar testigos.
-¿Eso que significa?
Jean-Claude sacó de alguna parte una inmensa pistola y sin apuntar le encajó un disparo en la frente al vecino que seguía todo este episodio desde la ventana de un cuarto piso.
-Entendemos, dijo Jesús, algo preocupado a estas alturas.
Luego JCVD apuntó hacia donde estaban los hermanos y sin darles tiempo a que se mearan encima los acribilló a balazos. A los tres en un santiamén. La finca se quedó en paz. La nave plegó su rampa y enseguida subió hacia el cielo. Esa misma noche una raposa dejó a todas las gallinas decapitadas.
Con el frío de la madrugada los fantasmas de los tres hermanos comenzaron a removerse en el suelo. Al levantarse se dieron cuenta de que les faltaban los pies.
-Como a los japoneses, dijo la Gloria espectral.
-Vamos a la casa, dijo Pedro.
-Qué hermoso, dijo Jesús.
En la casa encontraron a gente desconocida durmiendo en sus camas. Quizás lo que para ellos habían sido unas horas en el otro lado habían sido meses o años.
-¿Y ahora qué?
¿Quién no se pregunta eso?
Todo es muy raro: JCVD no solía usar armas de fuego. Su especialidad eran las artes marciales. Y no era un mal tipo. Quizás es que todo muta.

jueves, 1 de octubre de 2009

Los ciber



Fotograma de I walked with a zombie

La inspiración para escribir Los zombies viajan en patera le llegó a Andrea de Vicente de ir casi todas las noches a distintos ciberlocutorios. Allí estaban los negros en la puerta charlando, o dentro enviando dinero o chateando. Andrea usaba los foros de internet para escribir de sus obsesiones literarias. Usaba diferentes nicks. Carnecruda, Golem, Payaso, eran algunos de ellos. Nunca se presentaba como el autor de cierto prestigio en el que se había convertido con su seudónimo de Andrea de Vicente. La editorial usaba para las promociones la fotografía de un tipo de espaldas ante los estantes de una biblioteca. Alguien que le había contado una historia a Gloria, la Casandra de Casandra, hermana del autor. Un hombre que iba de biblioteca en biblioteca, tomándolas como un lugar en el que pasar la noche para darle a su insomnio un sentido. Gloria le había robado una instantánea con el móvil en el momento en que absorto buscaba para ella un libro. El hombre le había dado quizás un nombre apócrifo. La historia se la había contado Gloria a su hermano Pedro, no siendo en esa historia Gloria Gloria, ni Pedro Pedro. El pernoctador de bibliotecas decía ser un tal Julio Yllera. Payaso puso el nombre en Google y no le costó nada encontrarlo. Un foro.

Ahora sólo existo aquí. Vivo aquí. No me interesa el mundo exterior, ahíto de desafueros. No creo siquiera que sea el real como algunos, fascinados por el espejismo, aseguran. Tampoco me conmueven las noveles lecturas y escritos, hijos también de la mundana ambición. Sólo me gusta este vacío. Amo a los no-escritores, los no-lectores, que se asoman como yo sin decir nada a este lugar baldío, silenciosos, meditabundos, ensimismados en su sopor ágrafo. Los veo pasar como sombras apenadas y les otorgo mi muda bendición. Deseo su redención, pero no sus palabras. Me bastan con las que ya poseo para siempre.

Este era sólo el párrafo final de un comentario que Yllera había titulado Epí-logo.

Luego entabla un diálogo con Tánatos.

Deja de lloriquear y de lamentarte. No conseguirás nada a base de jeremiadas. Es de mal gusto y me vas a poner el foro perdido de lágrimas y mocos. Además, es fatal para ligar y echar un polvo, cosa que no te iría nada mal. Las tías hacen como que se ponen tiernas con los atormentados pero, en lo que te descuidas, se acuestan con los machotes, así que tú verás.

Vive y escribe sin esperanza pero sin desesperación. Cuando lo hayas conseguido, -cuesta toda una vida lograrlo-, vuelve. Aquí estaré. Yo no tengo a dónde ir.


Le decía al pobre Tánatos.

Más adelante el indio John y Muchasuertebarro querían hacer comentarios pretendidamente graciosos. A éste último Yllera le dedicaba el siguiente:

¡Qué refinada tortura no poder renunciar a las palabras! No pudo ser otra la maldición de Yahvé al expulsar a Adán del Paraíso: Hablarás. O mejor: No podrás callarte. No conozco otra peor. Haciendo de la necesidad virtud -por usar, no sin asco, uno de esos bubosos apotegmas que tanto os gustan-, os habéis dedicado a exaltar con tal insistencia el estigma de la facundia disfrazado de arte que habéis conseguido llenarlo de trampantojos para engañar a los ingenuos. No eres bienvenido. Vuelve con tu coro de aduladores y déjame en paz.

Aparecen también Blues catanzzaro y cuarentaytres en diferentes intervenciones, a los que él les contesta:

Detesto que llenéis mi transparente cuaderno de absurdos textos que ni vienen a cuento ni explican la desolación. La alegoría como estilo es un fracaso del que escribe, deberíais saberlo: la excusa del que quiere y no puede.

Y más adelante:

Las aguas vuelven a su cauce. Encontraré la soledad perfecta que tanto he buscado y que he postergado con una cortesía que está fuera de la vida y lo normal. Fuera de la moda. La que sigue mandando en el exterior y que no vale aquí, territorio donde las almas vienen a probar su coraza de jinetes intrépidos o sus armas de miembros de la batida. Cazadores, guerreros, daos la vuelta antes de entrar. Aprended de los sufrimientos ajenos. Ninguno sois capaces de soportar el dolor que aquí podéis paceder cuando seais descubiertos, puestos a la intemperie y descortezados. Nada habrá más lacerante que sentir vuestra adorada obra vapuleada por el guardián de las sombras. Lo repito: dejadme solo. Este territorio es mío. Sólo yo he hecho los méritos suficientes para gobernarlo.

(18/03/2009: corrección de una horripilante tilde sobre la palabra "solo" cuando es adjetivo que me ha tenido un día desasosegado hasta que he caído en la cuenta del motivo)


Otro:

Dudo ahora de la existencia real de mi fantasma. Si es que tiene sentido algo así. Por su propia naturaleza las sombras tienden a confundirse con las alucinaciones. Sé que la soledad conduce a esto. Estoy advertido, consciente del peligro que corro, me lo digo a mísmo: la locura acecha. No la puedo cambiar, a pesar del terrible riesgo, por nada que suponga condescender a recuperar rasgos de envenenada humanidad. El precio es demasiado alto. Queda para vosotros el trueque indigno, habitantes del mundo exterior. Pero no puedo olvidar que algo parecido a la huella de Viernes en la playa de Juan Fernández ha quedado impreso, indeleble, consolador. Hay que aceptar que los seres solitarios, los encargados del duro trabajo de salvaguardar lo etéreo, se debaten entre la vanidad de sentirse únicos e indestructibles y el bálsamo tramposo de las luces que titilan entre las tinieblas. Para soportarlo, es necesario recoger el alma, adentrarse en su interior, confiar sólo en lo único que se posee y rechazar los espejismos que la mente crea. Repetirse una y otra vez que esos rayos de esperanza sólo son luces engañadas en este desierto de las voces. La vida se corroe entretanto, pues claro amigo, pero ¿qué me ofreces a cambio? ¿qué horrible tedio es lo que tienes para mí como alternativa? No hay pacto mientras todo consista en ese vaivén insulso al que llamáis vivir.

Y por fin Andrea empieza a llegar:

Imagino una biblioteca inmensa con todos los libros con sus páginas en blanco, colocados en sus estantes sin necesidad de ningún orden, ni alfabético ni temático, porque todos los lomos serían mudos, no hay textos, no hay autores, no hay colecciones ni editoriales. No hay índice, los armarios están vacios de fichas o están sin rellenar, sólo la línea roja superior y unas cuantas azules más abajo. Puede que haya un número de registro escrito a mano, el que traía el albarán de envío desde una imprenta fantasmal en la que no funcionan las cajas y los tipos se han fundido para obtener el material que se necesita para acorazar un mundo metálico. El bibliotecario pasa sus días sumido en un estupor del que es incapaz de salir. Ha olvidado el objeto de su oficio. Abre por la mañana y cierra por la noche siguiendo una costumbre que no sabe de dónde proviene. Me recibe asombrado, soy el primer usuario en mucho tiempo. Obtengo su reticente permiso y recorro los pasillos y galerías, todos iguales, indiferenciados porque no hay volúmenes distintos unos de otros que sirvan de guía para el antiguo lector, el último sobre la tierra. Cojo algunos tomos al azar y los hojeo sin esperanza, sin renunciar al hallazgo de un vestigio escondido entre los cuadernillos impolutos. Quizá una nota de alguien tan desesperado como yo. No hay nada. La postrera frase fue escrita hace mucho tiempo y se ha borrado o es posible que los recuerdos que habitan en mi mente maltrecha me engañen y nunca haya existido el dulce consuelo de la prosa. Cuando estoy a punto de rendirme y huir, descubro que el bibliotecario está a mi espalda y mi observa. Finalmente, se decide a hablar: - He estado pensando y te he reconocido: tú eres el que esperábamos, el que tiene que reescribir todos los libros.

Tánatos le pregunta: ¿Quién eres, Yllera?

En la puerta del ciber Andrea de Vicente tiene la sensación de que aquellos hombres con los ojos llenos de agua y sangre se lo podrían comer en cualquier momento, de que no es más que un trozo de carne cruda, de donde toma el nick con el que a veces interviene en algún foro. Lo primero que le viene a la cabeza es el titulo, luego decide el número de páginas.

Nota: Todas y cada una de las palabras que en este capítulo se le atribuyen a Julio Yllera son suyas y las podéis encontrar en su contexto en el foro de TR.