lunes, 30 de junio de 2008

Narrativas 10. Monográfico sobre literatura erótica


Foto de fickr, a cuyo pie se informa que en toda España sólo hay 8 salas X, 3 en Valencia, 2 en Madrid y 1 en Andalucía, Canarias y Las Islas Baleares. Sólo en Madrid en 2006 las salas X facturaron 574.608 euros.


Ya ha salido a la red el número 10 de Narrativas dedicado a la literatura erótica. En él participamos con un cuento titulado "Pornografía" y estamos acompañados por un buen número de compañeros de la blogsfera literaria.

Aquí os dejo el enlace:

http://carlosmanzano.net/narrativas/narrativas10.pdf

y el sumario:


● Ensayo:

“La misteriosa desaparición de la Marquesita de Loria” de José Donoso: faz y antifaz del erotismo, por Lilian Elphick.
Seducción, erotismo y amor en “Travesuras de la niña mala” de Mario Vargas Llosa, por Luis Quintana Tejera .

● Relatos:

La felicidad, por Sandro Cohen Contártelo.
Adela, por Lorenzo Silva.
Los placeres de la Ilustración, por José Luis Muñoz.
Piedras, por Alice Velázquez-Bellot.
Tríptico, por Gonzalo Lizardo.
Pregunta retórica, por Rafael Ballesteros Díaz.
Microtrilogía erótica, por Salvador Gutiérrez Solís.
Herida de hembra, por Diego Fonseca.
Manos, por Ana Alcolea.
Atadijo fervoroso para impregnar un cuerpo, por CNP.
Nawa shibari, por Paula Lapido.
Final feliz, por Javier Delgado.
Erótica IV, por Fernando Sánchez Calvo.
Después de un cuento de Boris Vian, por Pepe Cervera.
Amor hinchable, por Javier Puche.
Voyeur, por Purificación Menaya.
El ángel de L'orangerie, por Gemma Pellicer.
No marques las horas, por Mónica Gutiérrez Sancho y Andrés Felipe Gómez Shool.
Un mal día, por María Dubón.
Preguntas y respuestas, por Carlos Manzano.
Preludio y fuga, Carlos Arnal.
Su aliento sobre mi espalda, por Elena Casero.
Jenny o el vacío ético, por Salvador Alario Bataller.
El roce de unos pechos de mujer, por Pedro M. Martínez Corada.
Arthur, por Wilco Johnson.
Amaranto, por Luis Emel Topogenario.
Julia, por Carlos Frühbeck.
Je t’aime mais non plus, por Sonia Fides.
Ángel de Atocha, por Antonio Toribios.
Dentro de las páginas del tiempo, por Soledad Acedo Bueno.
Muñeca triste, por María Aixa Sanz.
Tu cuerpo resplandeciente, por Carlos González Zambrano.
Pornografía, por Antonio Báez Rodríguez.
Libro del estremecimiento, por Ana Muñoz de la Torre.
Oscuro deseo, por Patricia de Souza

● Novela:

El Camino de Santiago (capítulo), por Francis Novoa Ferry.
La orgía de Flipp (capítulo de Viaje por las ramas), por Román Piña.
Suspiro azul (fragmento de capítulo), por Sandra Becerril Robledo.
La cara oculta de la luna (fragmento de capítulo), por Carmen Santo

● Narradores:

Marco Tulio Aguilera

● Reseñas:

“Guapa de cara” de Rafael Reig, por Eugenio Sánchez Bravo.
“El teatro de Sabbath” de Philip Roth, por Javier Avilés.
“La huella del bisonte” de Héctor Torres, por Jorge Gómez Jiménez.
“Nueve semanas y media” de Elisabeth Mc Nelly, por C. Martín

● Miradas:

La erótica de la máquina, por Miguel Esquirol Ríos.
Escribir el sexo: ¿asignatura pendiente?, por Blanca Vázquez.
Literatura erótica, por María Dubón

● Novedades editoriales

domingo, 29 de junio de 2008

Poemas de Javier Espinosa




La caída


Cuando nací
el aire me asfixió
y enrojecí de ira.
¡Qué cauterio de soles!
Qué caudal
trepanando por mis ramas
cicatrizaba heridas.

Después ví palomas
agitando sus alas
en un cielo azul
y vi el mar.

Me atraían
rumores de veleros
en luminosas aguas.
Me llamaban.

No dudé,
la amada y temible
condición humana
de nuevo me vestía.


Existen tres versiones de este poema. Esta apareció publicada en Poemas del arco nocturno. Antología (9 poetas). Málaga, 1983.


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Pues sólo tu amor quiero,
por él me humillo
y me reduzco.
Así empezaré a perderte.
Así te enseñaré
lo que es amar,
a ti, que nada sabes de esa muerte.

(Versión 1ª)
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Sólo en la palabra mora quien amo.
¿Dónde podría encontrarte sino en ti?
Verbo de la vida
escondido tras la apariencia fugaz
de las criaturas.
Míralas, recónditas, surgir
del vientre de la tierra,
repitiendo, así las olas,
la eterna llegada de la vida y la muerte,
un paso inalterable;
sucediéndose incesantes,
gangrenas y caricias, puñaladas y besos.
Rostros amados, rostros perdidos,
que dejan una huella sangrienta
en nuestro pecho.
Sólo la palabra, ¿y lo demás? No existe.


(Versión 1ª)



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Paz para Freddy Mercury


Susurra la reina Freddy:
el espectáculo debe continuar,
pero ¿ha comenzado? Nos besa,
nos acaricia, con el último pétalo
que queda en su cuerpo, la voz.
¡Ah! En verdad nos enamora
cuando nos dice que se va,
se va para siempre.
Más ya no habrá amantes
ni amigos generosos
que abran en sus ojos paraísos,
ni fuentes refrescantes en sus poros,
ni ofrecerán como prado su piel y sus mejillas.
El espectáculo debe continuar,
nos canta, triste,
aquel para quien fue dulce la vida,
que se va, se va para siempre.



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Tengo cuarenta años y pocos dientes,
mas alguna noche
glorioso paseo por los jardines,
con la sonrisa de un pájaro en la boca,
como Jesús del brazo de Juan, como un novio,
y murmuran aquellos que te acusan...,
con el dedo te apuñalan, con los ojos,
si supieran...
Por la mañana levanto mis ruinas
mientras la luz silenciosa me saluda
con el dedo en la boca, susurrando
me dice: cállate,
nadie sepa nuestro blanco secreto.



Estos poemas de Javier Espinosa (Campillos, 1953- Málaga 2000) aparecen en el volumen titulado entre el tigris y el eufrates, editado por el Centro Cultural de la Generación del 27, Málaga, 2004.

viernes, 27 de junio de 2008

El payaso, la reina y el travesti



El payaso-reina





La reina que reina: Isabel I Tudor





Travesti-reina, del espectáculo "Mosquito te DestraVa, el arte del travestismo, transformismo y la simulación que ya no es".

miércoles, 25 de junio de 2008

Madrid ya no tiene excusas


Para no tener "Mucha Suerte".
Los chicos de la librería La Clandestina en C/ La Palma, 49, han decidido exponer Mucha Suerte de esa manera tan generosa, muy bien arropado por la novela de Mariano Zurdo, La tinta azul de la memoria y el libro Relatos a cuatro manos, reciente apuesta de Editores Policarbonados. Desde aquí agradecemos su generosidad y aprovechamos para deciros que apoyéis la aventura recién iniciada con la librería, que la visitéis y compréis allí. Porque la Fnac no nos necesita, ni el Corte Inglés, ni los negocios consolidados. Y nosotros sí que necesitamos, y mucho, espacios como éste.

lunes, 23 de junio de 2008

Epifanía



Un payaso callejero, desgreñado y barbudo. Más bien un hippy simpático, guiri, sin técnica alguna de clown. Va y viene entre las mesas con su pantomima y una peluca amarilla que se le cae. En esto que le viene de frente un señor simpático con camisa de rayas, y durante tres, cuatro segundos lo enfrenta, le hace un amago muy breve, le suelta la mano en señal de saludo, rápido, y el payaso callejero es desconcertado en un instante, ya que le hubiera correspondido a él iniciar el gag. No los observa casi nadie. Ha sido un encuentro accidental. El señor continúa su camino a la cafetería. El payaso sigue con sus desmañadas evoluciones. Nunca sabrá que le acaba de estrechar la mano a un gran payaso. A Fofito. Pero a mí se me ha saltado el corazón del pecho. Lo he visto todo desde una de las mesas. No me lo puedo creer. Así que envío a quien pueda comprobar la identidad de ese señor de una manera más serena, porque yo soy presa de un estado de agitación que me tiene conmocionado. En efecto, es él. Fofito. En los siguientes minutos me doy cuenta de que no volverá a pasarme por la vida una oportunidad como ésa. Saco fuerzas de donde sólo hay desmayo. Me acerco a Fofito y le participo mi admiración.

sábado, 21 de junio de 2008

Citas e inexactitudes



La cita que encabeza Mucha suerte pertenece a las últimas frases de un cuento erótico titulado “Sin mañana”, de Dominique Vivant Denon (1747-1825). Es el único relato que escribió su autor, que fue escritor, dibujante, diplomático, viajero y director del museo del Louvre. Un tipo muy curioso y muy interesante, de cuya existencia me enteré investigando superficialmente sobre la campaña de Napoleón en Egipto. Mi intención inicial era escribir una serie de historietas sobre el año 1799. En la edición en español de Atalanta 2005 el cuento va de la página 25 a la 48, el resto del volumen se completa con las notas sobre su “Viaje por el Bajo y Alto Egipto”. Hay además dos semblanzas biográficas, una, la introducción de Anatole France, titulada Noticia histórica y, como cierre, una biografía de François Bory.

La cita de marras era:
“Subí al coche que me esperaba. Me esforcé en encontrar la moraleja de toda esta aventura y...no encontré ninguna.”
La verdad es que esas frases me cuadraban como anillo al dedo. Siendo tan difícil que que un cuadrado encaje a la perfección en el digital cilindro. Esto es, no creo que las historias, no creo que la vida, encierren enseñanza ninguna. Y sin embargo, tengo cierta debilidad por el género fabulístico, que se la debo principalmente a los textos de Fedro que traduzco con mis alumnos y a la negra oveja de Monterroso. Toda moraleja es pueril. También como las historias que se cuentan. Como la vida misma. En el último relato de Mucha suerte, el que se titula 1799, aparece Vivant Denon como personaje. El relato se cierra con una pregunta: “¿por qué no?” En un par de ocasiones he ensayado el cierre de una historia con una pregunta. Como recurso me parece muy naif. Con su toque de moraleja. La frase completa es: “lo que también le hace soñar con historias que algún día él mismo podría escribir, ¿por qué no?”

Lo dije alguna vez, me gustan las inexactitudes. En la contraportada de Mucha suerte dice que el libro contiene 12 narraciones. En realidad son 13. No tengo intención ninguna de corregir la errata, lo que sería facilísmo, porque el sistema de impresión digital del libro lo permite. No así otros deslices de su interior, que habrá que resolver, pero que la pereza y tener que ocuparme de otros asuntos me hace dilatar en el tiempo. Pues bien, de lo que dice en la cita inicial, eso de no hallar ninguna moraleja en la historia que nos acaban de contar, al tono con el que se remata el cuento, en el que aparece el autor de esa cita como personaje, va un trecho. Como del dicho al hecho. Por el medio deambulan los seres de los otros cuentos. Hay quien compra regalos que acumula en el maletero de su coche, hay quien es capaz de calzarse zapatos distintos en cada pie para salir a la calle, para ir a una cita, y quien se compra un par idéntico al que ya tenía, hay quien consigue que el habitáculo de un taxi sea un lugar cálido, hogareño, y quien transforma un viaje en patera en un crucero de placer, quien escribe su esquela como juego poético y se encuentra con el mazazo de la vida, un viejo y su última aventura erótica, etcétera. Historias que no quieren decir nada más allá de lo que son, pedazos de la vida de alguien.

Según anécdota de Anatole France, cuando una tal Lady Morgan le quiere expresar toda su admiración al viejo Denon, le dice:
-Debéis haber estudiado mucho en vuestra juventud.
A lo que él le contesta:
-Todo lo contrario, milady, no estudié nada, porque eso me habría aburrido. Pero observé mucho, porque eso me divertía. De modo que mi vida ha sido plena y he disfrutado mucho.

Entre tantos modelos de sufrimiento como nos ofrece la cultura, la religión, el arte, Vivant Denon no deja de darnos constantes muestras de alegría y placer por la vida. Lo que supo hacer bajo los últimos reyes de Francia, Robespierre y Napoleón. Y ahí está la moraleja. Donde no la hay.

La cita con la que él encabeza “Sin mañana” dice: “La letra mata, y el espíritu vivifica” (2 Cor. 3, 6)
Y este es el comienzo de su relato:
“Amaba perdidamente a la condesa de...; yo tenía veinte años y era ingenuo; ella me engañó, yo me enfadé, ella me abandonó. Yo era ingenuo, la añoré. Yo tenía veinte años, ella me perdonó; y como tenía veinte años, y era ingenuo, todavía engañado, pero aún no abandonado, me creía el amante más amado, por tanto el más feliz de los hombres.”

lunes, 16 de junio de 2008

Entrevista a Fernando García Pañeda

Iniciamos aquí una serie de entrevistas con escritores o personas ligadas al mundo de la literatura. Seguimos la estela y los modelos muy ejemplares de las entrevistas de Miguel Ángel Muñoz en El síndrome Chéjov o de David González en Avión de papel. Inaugura esta serie Fernando García Pañeda, autor de Tres Gymnopedias, novela de la que hace unas semanas hicimos la reseña. En la foto, Fernando.


Fernando, no conozco tu evolución como escritor, porque no he leído tus dos novelas anteriores, pero me gustaría que hablases de ella. Y sobre todo, que dijeses qué significado o papel tiene Tres Gymnopedias en ese marco.
Las lágrimas de Eurídice, la primera novela que escribí, es una novela de aventuras ambientada en el tiempo de la última guerra carlista, escrita con la única intención de contar una historia entretenida y verosímil, con una técnica correcta. Kismet, la segunda, estaría a medio camino entre una novela de personajes y de intriga, con una trama desarrollada a finales del siglo pasado en Turquía. Tres Gymnopedias, en cambio, es una novela de personajes, más intimista, sin trama concreta ni estructura lineal, ni una clara situación espacial y temporal, como las anteriores, y aparentemente no tiene nada que ver con las anteriores. Es claro que hay una evolución en estas tres obras, tanto en la trama como en su contenido, y, según dicen las personas que han leído todas, hay una cierta progresión a mejor. Pero con Tres Gymnopedias hay un salto más grande y ambicioso en varios sentidos, incluido el literario, claro está.

A mí Tres Gymnopedias me ha sorprendido, porque con ese título y con la ilustración de la cubierta, no he encontrado luego en su escritura ni citas, al menos directas, ni alusiones cultistas, sino el texto de un relato muy sencillo y muy preciso de los sentimientos de tres mujeres, con un modo muy realista y pragmático de afrontar las situaciones atascadas en que viven. ¿Cómo influyen la música y la pintura, además del cine, en tu imaginario?
La música es una influencia muy fuerte, y creo que evidente, en mi escritura. Tanto en las tres novelas como en algunos relatos, creo que hay mucha música, sentido musical, incluso de manera explícita, esto es, descripción de situaciones en las que se indica un tipo de música que suena de fondo. El lenguaje, el diálogo o las estructuras musicales influyen no sólo en mi forma de escribir, sino también en la manera de concebir otras obras, otras artes. Como la pintura. Creo que, como las palabras, las imágenes también poseen sus ritmos, sus estructuras. Piénsese en la fuga, por ejemplo, o en las simetrías clasicistas. El impresionismo es un concepto que definiría claramente muchos de mis escritos. Palabra, imagen y sonido son, para mí, conceptos simbióticos.

En el libro las tres hermanas consiguen encontrar una vía de salida a unas circunstancias, más o menos inmediatas, que las tienen bloqueadas. Apuestas por el mejor de los desenlaces para las tres. ¿No es eso un poco arriesgado? Lo digo porque uno puede pensar que se atenta contra la verosimilitud. También porque literariamnete el fracaso, o la falta de vías de solución, ofrecen más réditos que el nudo que se deshace con un happy end, que se considera pensado para públicos poco exigentes. ¿Cómo ves tú este asunto?
Bueno, no creo que exista un happy end en sentido estricto. Es cierto que cada hermana encuentra una vía de salida a sus circunstancias. Pero, ¿llegan a salir? La novela acaba para cada una precisamente en lo más difícil de la vida: aprovechar una ocasión propicia para salir adelante a golpe de constancia, lucha y convivencia, que es lo que se supone les espera. Algunos lectores incluso me han llegado a decir que falta el final.
Por otra parte, me parece muy bien que muchas novelas con más o menos pretensiones acaben generalizadamente en desastre o amargura. No creo en los dogmas, y menos en literatura, pero, como bien dices, el fracaso y la negrura ofrecen hoy más réditos que los finales dulces, y el final amargo se ha convertido en un dogma. Entonces me pregunto: ¿Qué público es más exigente? ¿El que sigue el dogma o al que no le importa el final, siempre que la historia sea hermosa o esté bien contada? Los lectores siempre hemos respetado el pacto tácito con el escritor por el que, entre otros aspectos, se entiende que la historia que se cuenta es ficticia y el mundo que éste nos presenta en las páginas es imaginario, por lo que el realismo y la verosimilitud deberían ser conceptos muy relativizados. Nadie se rasgó las vestiduras porque en Macondo estuviera lloviendo sin parar durante años, ni a Pamuk le han negado el Nobel por montar en Nieve una revolución laicista en una ciudad del este de su país. Para ver cómo las cosas acaban en desastre quizá sea mejor y más fácil leer el periódico que leer novelas.

Me gustaría que hablases del episodio de migraña de Julia en la tercera historia. Es el único momento en el que se entra en detalles descriptivos o del comportamiento de los personajes en la intimidad: vómitos, mal humor de ella, paciencia de él, ventosidades, preparación de las manzanillas, etc. La figura de Martin es muy interesante. Creo que camina por la cuerda floja sin caerse. Tanta entereza, seguridad y tranquilidad, que son los referentes de Julia para salvarse. Pero claro, es un tipo que, como le ocurre a ella a veces, te puede desesperar. ¿De dónde sacas a ese mirlo blanco? Me parece originalísima y de una apuesta muy profunda plantear la evolución que sufre la relación entre los dos de ese modo tan antirromántico.
La relación entre Martin y Julia está planteada con un cierto distanciamiento realista, por un lado, y profundamente antirromántico por otro; aspectos que no necesariamente han de ser opuestos. Con realismo por cuanto que es una relación que avanza a trompicones y a base de casualidades, como ocurre en muchas ocasiones en la vida; y con el antirromanticismo en el que milito, porque la idea planteada es el encauzamiento de una relación profunda, duradera y con amor verdadero. Estas relaciones de amor duradero no se forjan con cenas tête-à-tête a la luz de las velas, ni en paseos por los quais del Sena o en góndolas, sino en situaciones duras o angustiosas, en las que verdaderamente se demuestra el fondo de amistad que posee el amor, el querer estar con el otro a toda costa, el sacrificio... todo lo que es amor de verdad, eso que Julia no ha podido valorar y, por tanto, tiene que aprender a hacerlo. Porque los mirlos blancos existen. No suelen tener el aspecto de un Johnny Depp o de un George Clooney, no se detectan fácilmente y son de una blancura algo grisácea, pero existen.
En este caso, Martin camina por la cuerda floja porque está enamorado de Julia, y Julia es una cuerda floja. Se limita a seguir el rumbo que ella marca para intentar encontrar juntos un camino mejor.

Tu estilo, al menos en este libro, es muy claro, muy limpio y sencillo. Sin alardes. ¿Nunca sientes esas tentaciones que a veces tenemos los escritores de hacer exhibición de lo bien que escribimos?
Se me crea o no, lo cierto es que yo no sé si escribo bien o mal, y el estilo es lo que menos me importa en estos momentos. Es algo tan relativo, tan subjetivo y tan dependiente del criterio de cada lector (y cada crítico) que puede acabar confundiendo y exasperando. A mí, por lo menos. Lo que busco es escribir con claridad y concisión, pero sin frases hechas, expresiones vacuas o epítetos superfluos, un criterio mucho más objetivo pero en modo alguno fácil. Y me sentiría muy satisfecho si así lo vieran los lectores. Por cierto que en este sentido también cabría preguntarse por el grado de exigencia del público.

¿Qué puedes decir de la segunda historia, la de Celina, presentada como acto teatral? ¿Hay algo chejoviano en tu escritura?
Ya me gustaría que hubiera algo chejoviano... Supongo que, si el pasaje tuviera una buena calidad, los textos leídos y las representaciones presenciadas de Tío Vania o El jardín de los cerezos no serían algo ajeno a todo ello. Si es en el sentido de que el relato, más que tener un clímax y una resolución, disponga impresiones e ideas, en el sentido de utilizar temas de la vida cotidiana, o en el sentido de caracterizar e interaccionar los personajes más que incidir en el argumento, entonces sí sería bastante chejoviana esta novela. Pero un mínimo sentido del pudor me obliga a no creer llegar a tanto.

En los tres episodios tiene mucha importancia la ternura, la comprensión, el amor y la ayuda fraterna. Pero detrás hay muy bien sugerido un pasado de poco cariño, y además mal administrado, de los padres. El cine y la literatura tienen un filón con lo segundo: carencias afectivas. Pero han trabajado poco lo primero: cómo superarlas positivamente. Tú lo afrontas. ¿Qué imagen tienes del mundo? ¿Eres optimista o pesimista?
En general, soy muy pesimista. Mi pesimismo es colectivo, considerando a la especie humana como tal, pero tomando a las personas de una en una, ese pesimismo se relativiza. Como he señalado algunas veces en mi blog, mi mundo está basado exclusivamente en personas, personas a las que quiero y que me quieren, en un grado u otro, a las que leo y que me leen, con las que sufro, aprendo, juego o me enfado. Las personas construyen el mundo en general, pero también otros muchos mundos personales, y éstos son los que me interesan, los que merecen la pena y mitigan, o incluso invierten, el pesimismo. Las relaciones personales basadas en la comunicación, el cariño, la emoción... es lo que me atrae a la hora de vivir y, por tanto, de escribir.

¿Cómo aparece el germen de esta historia, con la música y el cuadro que usas como citas?
El libro nació a través de una pieza musical que tiene el mismo título, Tres Gymnopedias, Trois Gymnopédies en el original, que me sugirió la idea de una historia de tres personas, tres mujeres en una situación triste, difícil, acorde con el tono de la música y, al igual que ésta, susceptible de leerse por separado aunque exista un nexo entre todas.
Lo del cuadro fue un flechazo y muy posterior. Sucedió mientras visitaba la exposición Sargent-Sorolla que organizó el Museo Thyssen de Madrid a finales de 2006. Por aquel entonces estaba ya en pleno peregrinaje entre editoriales para intentar publicar la novela y nada más toparme con Las Señoritas Vickers de Sargent, supe que, fuera cual fuera su forma de publicación, esa tendría que ser la portada.

¿Cómo la has trabajado? ¿Con qué rutina?
Para ser sinceros, la he trabajado como he podido, que es como lo vengo haciendo desde hace más de cinco años. Aprovechando cualquier rato libre, en los lugares más insospechados y, especialmente, robándole muchas horas al sueño. Ya me gustaría poder tener una rutina para trabajar los escritos...

¿Tienes un proyecto global como escritor, alguna idea subyacente a todos tus trabajos, o surgen espontáneamente?
La verdad es que nunca lo he pensado ni lo he analizado. Ahora bien, todos sabemos que al escribir siempre hay ideas, impresiones, imágenes propias que, de alguna manera, salen a flote. En principio, las ideas surgen espontáneamente, según lo que me atraiga en cada momento, aunque esto es como la parábola de las semillas: ideas hay muchas, pero las que salen adelante entre el cúmulo de circunstancias adversas (especialmente la falta de tiempo) son muy pocas. Supongo que con más escritos y tiempo por delante podré responder más concretamente a esta cuestión.

¿Qué importancia le das a tu blog, Territorio Enemigo, dentro de tu trabajo literario?
En estos momentos, toda. No porque sea un blog eminentemente literario y de gran calidad, sino porque es casi el único cauce en el que puedo dar salida a lo que escribo. Es decir, no sólo para que me lean, sino para tener un mínimo orden en mis escritos, para saber lo que he escrito en medio de un caos temporal que me supera. Antes, esa función la cumplía mi libreta (no digo moleskine porque todavía soy del siglo pasado), en la que anotaba o desarrollaba ideas con un orden, pero incluso ésta ha acabado sucumbiendo a la algarabía.

Y por último, la pregunta de Ozores: ¿Cómo la vice de la tapa nada en lo que monda la carpeta y donde coge el enema? Esto es, si tienes algo que añadir.
¿Que cómo la roicu dango remboingoing plaf? ¡No, hijo, no!
Sólo añadiría que ha parecido tan buena la entrevista, tan bien planteadas las preguntas, que todo lo que quisiera decir sobre el libro lo he dicho.
Muchas gracias.

sábado, 14 de junio de 2008

El hombre del salto, de Don DeLillo


Foto del periodista Richard Drew de un ejecutivo que se lanza al vacío desde una de las torres gemelas. En la novela de Don DeLillo el hombre del salto es un artista callejero, que aparece por los rincones de Nueva York para, sujeto por un precario arnés, reproducir una y otra vez esta caída. Al parecer existió tal artista, pero en Chicago. DeLillo reconoció en una entrevista que creía haber inventado el personaje, para descubrir luego que ya existía.

Acabo de terminar El hombre del salto, de Don Delillo. El primer libro suyo que leo. Es un libro difícil. Lo que cuenta no es emocionante, no hace uso de recursos para que el lector quiera saber más. Tiene una estructura fragmentaria, con idas y venidas en el tiempo, con cambios de escenario. Hasta que no llevas unos párrafos de cada nuevo corte no sabes muy bien de quién está hablando. Esto puede llegar a irritar. Te preguntas por qué no te informa en la primera línea.


11 de Setiembre de 2001. Keith Neudecker emerge entre el humo y los escombros con un maletín en la mano. A su alrededor caen desde el cielo figuras humanas. Luego las dos torres del world trade center se desploman. Sin saber por qué se dirige a casa de su mujer, de la que se acaba de separar, Lianne.


Es ésta esa clase de historias que te empiezan a conmover al final, cuando el libro se está acabando. Quizás una forma de contar que necesitaría una segunda lectura, porque entiendes mejor las partes, una vez que has tenido acceso al conjunto. Esto provoca cierta melancolía. No se trata de una historia de preguntas y respuestas, y mira que las tiene. Es una historia de consecuencias. De las consecuencias morales que tiene un hecho casi inimaginable hasta el momento en el que ocurre. Desde que ya no hay vuelta de hoja.


Keith y Lianne tienen un hijo de unos diez años, Justin, cuyos dos mejores amigos son hermanos. Con ellos juega a vigilar el cielo con unos prismáticos. Después de lo ocurrido. Negando lo ocurrido. Cuchicheando entre ellos y repitiendo un nombre, un secreto entre ellos, Bill Lawton. Deformación de Bin Laden. Hay inquietud en los juegos secretos de los niños, pero no se profundiza en ella. Se abandona para seguir la travesía de los adultos. De Keith, sobre todo. ¿Por qué? Suponemos que porque fue el que escapó de una de las torres.


El maletín con el que Keith ha llegado a la casa de su mujer no le pertenece. Keith y Lilian duremen juntos de nuevo. “Dormir con tu marido, una mujer de treinta y ocho años y un hombre de treinta y nueve, y nunca un suspiro de sexo.” Keith ha empezado con ejercicios de rehabilitación para las lesiones sufridas en el atentado.


La madre de Lianne tiene en las paredes de su apartamento unos óleos de Morandi, naturalezas muertas, regalo de quien es, con lapsus e interrupciones, su amante de los últimos veinte años, Martin, un misterioso marchante de arte. En esos cuadros, representadas unas botellas y unas cajas, Lianne ve las torres.


Keith abre el maletín y cruza Central Park para devolverlo. Pertenece a una mujer con la que inicia unos breves encuentros sexuales. Lianne da clases de escritura creativa y el tema que se impone en sus sesiones es el de las torres. Aparece Dios y la religión en las reflexiones de sus alumnos, en las propias. Y la crispación ambiental. A Lianne le molesta la música de una de sus vecinas. Porque los sonidos son “orientales”, islámicos.


Algunos capítulos se refieren a Hammad, que será uno de los secuestradores suicidas de uno de los aviones, en su proceso de conversión a la yihad. Todo lo referido a este aspecto me ha parecido de gran simplicidad y como contrapunto ineficaz, al proceso vital de Keith y Lianne.


El posible pasado terrorista de Martin, el amante de la madre de Lianne, flota como un símbolo a lo largo de la historia.
Y lo que en el pasado fue un pasatiempo para Keith, el póquer, se convertirá en el último refugio. Más allá de ese intento que todos tienen por encontrar su sitio dentro de una precaria estructura familiar. Varios de los componentes de la timba han muerto en las torres.


Y como memoria de la tragedia ese artista callejero que salta desde los edificios. Una herida que no se cierra. Cogido por un precario arnés, se arroja al vacío. Imita la postura de la foto que todo hemos visto en los periódicos. Un hombre bien vestido con las manos pegadas al cuerpo y una pierna plegada. Para estrellarse contra el suelo.


Es una historia que sin embargo necesita del esfuerzo y la paciencia del lector por estar contada sin concesiones que faciliten su lectura. Y yo me pregunto por qué.

jueves, 12 de junio de 2008

Reseñas sobre "Mucha suerte"


Un muy generoso lector del libro, Antonio Senciales, hizo días pasados una reseña en su blog, que también apareció en el blog de Narrador.es.
He de decir que Antonio Senciales ya conocía todos los los relatos que lo componen, porque es uno de esos lectores con los que tengo el privilegio de contar desde hace un par de años. Sus comentarios y opiniones siempre han sido muy estimulantes (y benévolas).
Por otro lado, Mario Alfageme, como editor, aparte de haber escrito una contraportada con la que a cualquiera se le haría el culo gaseosa, hizo la suya en Narrador.es.
Y finalmente, hace también unos días David González desde su blog El hueco del viernes me permitió explicar la génesis del relato "Recuedos del pelo largo", que en los últimos días he desarrollado en entradas anteriores, pero que allí queda más sintetizada.
Lo único que puedo hacer es darle las gracias a ellos y a todos los que me habéis dicho que estáis leyendo el libro. Y a los que no, por supuesto. Pero asomáis la cabeza de vez en cuando por aquí.

miércoles, 11 de junio de 2008

Humo, humo, humo


Los hermanos Rimbaud (Arthur, sentado) en el día de su primera comunión, en 1866.
Bibliothèque Municipale Charleville-Mézières.

La Casa Encendida de Madrid mostró Vida y hechos de Arthur Rimbaud, una exposición que recogía poemas, manuscritos, cartas y objetos personales del poeta francés.
Del 26 de octubre de 2007 al 6 de enero de 2008.
"La vida florece por el trabajo, vieja verdad: en cuanto a mí, mi vida no es lo bastante pesada, echa a volar y flota lejos, por encima de la acción, ese apreciado lugar del mundo."
"Me imagino en el infierno y, por tanto, allí estoy."
"Soy mil veces el más rico, seamos avaros como el mar."
"Mi vida no fueron más que dulces locuras, es lamentable."
"¡Oh! ¡esos días en que quiere caminar con aspecto criminal!"
"Al lado de su amado cuerpo dormido, cuántas noches he velado, indagando por qué quería evadirse de tal manera de la realidad."
"El combate espiritual es tan brutal como la batalla de los hombres."
De Una temporada en el infierno (Abril-agosto de 1873)
"Digo que es preciso ser vidente, hacerse vidente.
El Poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonable desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él mismo busca, agota en sí mismo todas las ponzoñas, para guardar únicamente sus quintaesencias."
De Carta del vidente.
Arthur Rimbaud dejó de escribir a los 19 años. Je meurs de lassitude. Me muero de cansancio, escribió.
Una noche sin ti es una canción de Burning, de donde saqué el título del cuento "Recuerdos del pelo largo".
Aquí podéis oírla y verla:

martes, 10 de junio de 2008

Tercer bote de humo para "Recuerdos del pelo largo"



Manuel Iván Camargo nació en Madrid en 1947 y murió el 30 de Junio de 1987. Fue un escritor precoz, a los 18 años le entregó al editor los poemas que componen su obra “La Paz Desatendida”, pero la muerte de su padre en 1967 marcó trágicamente su vida y su obra, y tras 16 años de ostracismo interior, retomó como último impulso su obra.

En Mayo de 1998 la editorial Ópera Prima editó su Diario y cartas, donde también se incluyen algunos de sus poemas.

En la portada una fotografía del autor del año 1974, que no os he podido escanear y que no aparece en la red. Con expresión doliente está sentado y con las manos entrelazadas por delante de las rodillas. Nariz y labios generosos, en rictus de dolor.

Algunos fragmentos:

“Realmente, me encuentro cansado de una manera que no es normal. Si a esto se une mi neurosis y mi sintomatología obsesiva indudable, y mi miedo a penetrar las cosas, para que ellas no me penetren, resulta una suerte de atormentado ocio, del que me es difícil escapar.” (P.66, correponde al año 1964)

“La estúpida pasión del póker me ha impedido hasta ahora ponerme a escribir. Es un modo, también, de ocultar mi soledad” (P.84, año 1966)

“Pero constatemos un hecho infantil: la portada de una revista reproduciendo una artista que me gusta me ha levantado el ánimo sobremanera. Sus declaraciones, leídas luego, son inteligentísimas. Es, ya lo he mencionado Françoise Hardy. Perezosa, inquieta, dubitativa, sin energía. Por otra parte, señalaba muchas veces el hecho de que no tiene ninguna seguridad en sí misma. Si la hubiera tenido, no hubiera cantado.” (P.143)

En la página 254 aparece una cita de Henry Miller que yo le tomé prestada:
“No he encontrado frase más consoladora en toda la historia de la literatura que ésta de Henry Miller: “Escribir es siempre algo distinto de lo que la gente piensa”

“Me dispongo a dormir después de escuchar por la radio una deliciosa entrevista que ha hecho “El loco de la colina” a la escritora Adelaida García Morales” (5 de Mayo de 1986)
“He sido demasiado aficionado siempre a la logomaquia, el bizantinismo y a rizar el rizo” (P.579)
“He fracasado como hombre y como escritor. Ni en el terreno vital ni en el literario, he logrado nada.
Es tremendamente cierto lo que afirma Durrell, de que sólo en el dormir hay misericordia. Y yo he perdido hasta esta última gracia del sueño.
El amor es el más terrible de los oficios.” (P. 610)

De 1965-1966 es su Poema de la Muchacha. Título del que también me sirvo en “Recuerdos del pelo largo”.

MUCHACHA: talla, guardián del pasmo,
comarca de la envergadura, arboleda virginal,
frente del parpadeo, bosque de lechos,
valía del lugar, presencia al cubo,
(...)

En Pequeños Poemas. Reflexiones Breves. 1965-1987:

Lo más triste
es que no haya nada distinto
y que todo sea nuestro.

Los pájaros son los favoritos
de la ventana y no nosotros.

La áspera ternura
de pertenecer
a los días.

Nada quedó en mi memoria
salvo el amar.

Sólo la muerte es lógica,
lo demás es una frecuencia
estúpida.

Yo no soy sino lo que tú navegas.
Manuel Iván Camargo es el protagonista de mi relato "Recuerdos del pelo largo", del libro Mucha suerte.

lunes, 9 de junio de 2008

Segundo bote de humo


Fernando Merlo (1952), poeta malagueño muerto a los 29 años.

Algunos textos de Escatófago (Completas 1968-1972)


Acostarse es muy fácil, facilísimo
arrojar la esperanza a la basura
cuando, al fin, ni se siente ni se suda
amor, y el hombre se congela vivo.

Pero yo, os lo juro, no estoy muerto;
y no le coloquéis a mis poemas:
"Aquí yace F. Merlo, fue poeta."
(Poeta, sí, pero poeta con dos cuernos

enormes, como dos armas en vilo
dispuestas a morder, con agravantes
de chulo, de vulgar, y de asesino

de congéneres cursis, de elegantes
poetisos de salón.) Ahí queda el tiro,
y a quien le haya jodido que se aguante.

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Elegía por la muerte de Nafa

Nafa murió como morimos todos
su corazón se puso blanco y quieto
Nafa murió como una tarde triste
se podía leer en sus mejillas
la noche

Nafa, amor, qué consuelo verte limpio,
tiernos los ojos, tiernas las pupilas,
tierno tú, Nafa, tierno, tierno, tierno,
se puede ver tu carne casi agua
morirse

Los pájaros con sólo ramas tuyas
porque tuyos son, Nafa, los inviernos
cálidos, y pronuncian en su vuelo
las músicas inmensas de los años
felices

Pero te has muerto, Nafa, y te has llevado
un trozo de esta tierra entre los dientes
Nafa ladrón de besos, Nafa célula,
ajeno ya, ya muerto, a toda historia
de mierda

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A sus venas

Estos cauces que ves amoratados
y de amarillo cieno revestidos
eran la flor azul de los sentidos
que hoy descubre sus pétalos ajados

Besos verdes de aguja en todos lados
hieren la trabazón de los tejidos
y denuncian los brazos resentidos
la enigmática piel de los drogados

Las que llevaban vida y alimento
son tibias cobras de veneno breve
blanco caballo con la sien de nieve

Trotando corazón y pensamiento
que por las aguas de la sangre vierte
con rápido caudal la lenta muerte

Fernando Merlo es el protagonista del relato de Mucha suerte que titulé "Recuerdos del pelo largo".

jueves, 5 de junio de 2008

Ou con elas. Primer bote de humo.

Félix Francisco Casanova: La memoria olvidada (Poesía 1973-1976)
Hiperión, 1990.

De la contraportada:
En La memoria olvidada, su último libro, no dejarán de extrañar las premoniciones de una temprana muerte y hasta su forma de morir.

Fragmentos:

"Ahora pienso que el sueño es lo maravilloso. Nos sueñan nuestros amigos y amigas, alguien sueña conmigo en la cama, arropado hasta el hocico. En su sueño es realmente donde vivo. Durante varias noches duermo junto a papel y lápiz. Estos poemas los he hecho sobre las 2-3-4 de la madrugada, entre dormido y despierto. Sueño mucho, son sueños hermosos, pero soy muy vago y no me espabilo para apuntarlos todos y además me gustaría volverlos a soñar."

(Del diario Yo hubiera o hubiese amado. Año 1974)

BLUES

Un día en que estaba muy triste vi un blues pequeñito paseando solo por la carretera. Corrí a su encuentro y le tendí la mano, pero me rechazó. Lo intenté varias veces, mas no aceptaba. Etonces lo seguí con la vista, agazapado entre los matorrales. De repente la carretera se acabó y, justo en el momento en que caía al abismo, me arrastró con su mano.

(28-9-74)

SÍNDROME Nº 5

A quien está a mi lado
le exijo, por ejemplo,
que no me destruya,
ya que no soy ningún ave fénix,
y por favor, si después de muerto
viene a visitarme,
que no me cuente los misterios.

(25-5-74)

CONVERSACION

Voy a coger el teléfono
y llamar a un amigo
para decirle que lo necesito,
que hay un par de asuntos
que me preocupan,
que el rollo no marcha bien.
Es igual quién esté
al otro lado del hilo:
uno se reirá,
otro tocará la armónica,
otro me dará la mano
sin entender nada,
otro me dejará hacerle el amor,
con otro fumaré un porro,
otro me leerá poemas.
Pero el mejor de todos guardará
silencio y sólo escuchará.
Después de colgar el teléfono
me sentiré mejor.

(Abril 75)

Félix Francisco Casanova murió antes de haber cumplido los veinte años.

Es el protagonista del cuento de Mucha suerte que titulé "Recuerdos del pelo largo".