Soy experta en soplar al oído
esas cositas que tanto les gusta oír.
No hay obscenidades ni guarrerías
que en mi lengua no suenen
como la dulce melodía de los ángeles
que lleva la sangre a lo profundo:
dentro del corazón y dentro de la bragueta.
Es como me gano la vida y no me la gano mal.
Por eso a veces me pregunto por qué
mis poemas en ciertos oídos
no suenan musicales.
1 comentario:
Estarán sordos, seguro.
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