domingo, 18 de septiembre de 2011

Mis lectores




Estar en los márgenes de la literatura tiene algunas ventajas y unos pocos inconvenientes. Luego hay también ventajas-inconvenientes. Entre estos últimos está que el escritor esquinado conoce de una forma u otra a casi todos sus lectores: familiares, amigos, parientes de familiares y amigos, amigos de amigos y familiares, conocidos, conocidos, familiares y amigos de los conocidos, contactos internautas, amigos internautas, contactos de los amigos internautas, familiares y amigos de los contactos internautas, etcétera. Pocas veces el escritor de las filas de atrás consigue un lector anónimo, un lector simplemente curioso, que merodea por la librería, entre otras cosas porque muchas veces, la mayoría, el libro del escritor periférico no está en la librería. Y que estuviese tampoco garantizaría nada. Es una evidente ventaja conocer a casi todos tus lectores, por supuesto, ya que te van a ir aportando muchísima información sobre el trabajo que les has ofrecido, pero no deja de ser una limitación también. ¿La escritura?, ¿el escritor?, necesitan de ese lector desvinculado, anónimo e indiferente. No obstante, me siento contento, qué digo, no contento, sino más que contento, con mis lectores amigos, conocidos, familiares, etcétera. Y nunca se sabe, puede que en un rincón perdido de alguna parte haya uno de esos lectores anónimos, o dos, o tres, o una docena. Me gustaría, lo confieso abiertamente, conquistar unos cientos. Pero ninguno, también es verdad, debido a su carácter anónimo, será nunca tan importante para mí como algunos lectores conocidos.
La memoria del gintonic ha tenido varios primeros lectores, a todos los cuales les debo mucho, porque han sido conmigo más que generosos. Cristina Cerrada y Leonor Sánchez fueron las primeras y la primera de las primeras fue la primera, acabando convertidas ambas en personajes de la obra, en diálogo con su protagonista, autoras además de unas palabras impagables que encabezan el texto. Alena Collar ha sido la primera lectora del libro impreso, o por lo menos la primera lectora que ha manifestado opinión sobre el mismo en ese aparente espacio de todos que es el virtual, de nuevo con prodigalidad. Pero me voy a referir muy especialmente a otro primer lector no anónimo de la novelita, Antonio Senciales Pastor, que la leyó con mucha paciencia y disciplina cuando la fui publicando por entregas en este blog, hará un par de años, bajo el título de La novela de Eulogia. Antonio Senciales es un viejo amigo ya, a pesar de que nunca nos hemos visto personalmente. Mantenemos contacto virtual desde hace, creo, un lustro, y siempre se ha ocupado de mi trabajo con gran atención y cuidado, con comentarios estimulantes y observaciones precisas, sobre las que uno a veces puede descansar de la solitaria e inquietante labor de inventar historias. Antonio Senciales acaba de sacar un tomito considerable, de más de trescientas páginas, titulado Buscando cinco pies al gato, en el que recoge sus trabajos publicados en Narrador.es y en su blog personal Hablemos de literatura y...., donde se ocupa con gracia, documentación y gran agudeza de libros, escritores, reconocidos y periféricos, ciudades, bibliotecas y un otros asuntos, como el uso de la coma o los consejos de los escritores para contar una historia.
Antonio Senciales fue el primero de los primeros en armar una reseña sobre La memoria del gintonic, que aparece en ese Buscando cinco pies al gato. Y desde luego fue hasta su primer maquetador, ya que por su cuenta y riesgo confeccionó una portada con la que el texto se identificaba excelentemente.

A todos mis primeros lectores de los primeros muchísimas gracias, y al lector anónimo, muchísimas más.

El cuadro que ilustra es de Pablo Gallo y se titulado Lector ensimismado

7 comentarios:

Joselu dijo...

Ayer Babelia planteaba la realidad de multitud de escritores españoles que estaban en la periferia y que apenas tenían lectores a pesar de su estimable calidad literaria. No hay curiosidad por nuevos valores salvo que lo sean a través de una hábil y potente operación de marketing. Hay unos pocos que logran sacar la cabeza y tener éxito pero la inmensa mayor parte de los escritores, por más interesantes que sean, permanecen fuera del sistema. Es algo muy preocupante esta falta de ganas de conocer algo nuevo, y en ello te incluyo a ti. No envidio la carrera de escritores que intentan hacerse conocer. O hay mucha suerte (¡qué curioso!) o es imposible sobresalir. Triunfan las Julias Navarros y compañía… ¡qué pena!

Unknown dijo...

Un besazo y enhorabuena con sabor a gintonic.
Una fan(s).

Antonio Senciales dijo...

Gracias, Antonio, por tu generosidad que es tan grande como tu cualidad de excelente narrador.

'La memoria del gintonic' tendrá éxito, te lo aseguro, ya te lo vaticiné hace dos años y, de momento, no me he equivocado.

Reeleré tu novela, con otro nombre ahora. Merece la pena.

Saludos.

Lansky dijo...

Quizás haya tan pocos buenos lectores (proporcionalmente hablando) como verdaderos buenos escritores. Literalmente: ni más ni menos

hombredebarro dijo...

Joselu, la del escritor es una carrera de fondo, que no además no es necesario ganar. Según yo creo un escritor ha de contar con lectores, de lo contrario es un sacrificio, una especie de inmolación que sólo a algunos iluminados les puede resultar interesante. Personalmente me interesa ir abriendo no sólo mi número de lectores, sino su calidad. Creo que es la única forma de dar pasos adelante. También de pegarse algunos batacazos. Pero lo que queremos es divertirnos, ¿o no?


El fans lo soy yo de ti, Xrisstinah.

Antonio, espero que la relectura no te defraude.

Lansky, supongo que ambos se van haciendo poco a poco.

Saludos a todos.

leo dijo...

Te doy la enhorabuena una vez más por tu novela, Antonio. Merece llegar a la gente. Y tú mereces disfrutarlo. :-)

Unknown dijo...

Me tienes que firmar el gintonic para que me beba las letras antes de que pierda la memoria.
El libro espera pacientemente.