Bestias, de
Federigo Tozzi, está editado por Barataria y publicado en 2010 con una ayuda de
la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. La semana pasado lo saqué de
la biblioteca pública “Narciso Díaz Escovar” o lo que es lo mismo, la del
Torcal, por el barrio.
Federico Tozzi (1882-1920)
nació en Siena dentro de una familia de campesinos acomodados, pero tuvo una
educación más bien autodidacta, puesto que su padre, al frente de una famosa trattoria,
era un hombre autoritario que odiaba la afición de su hijo por las letras.
Escribió Bestias en 1917 dentro de la “poética del fragmento” que propugnaba el
grupo artístico del periódico La Voce, así
el libro está compuesto por un total de 69 piezas, en todas las que aparece de
una forma más o menos secundaria, inesperada a veces, un animal.
49
Sé que una víbora ha mordido
a uno que me odia. Estamos en paz.
En el fragmento 57 Federigo
Tozzi deja constancia de su plan con respecto a la materia que tiene entre
manos en Bestias: “Pensaba entonces que de mayor escribiría un libro diferente
de todos los que conocía, alguna historia ingenua y trágica parecida a la de
uno de aquellos pámpanos que el viento dejaba caer entre mis rodillas; eso es,
como existe este pámpano, existirá mi libro.”
En Bestias aparecen elementos
biográficos:
“De niño me compraban pocos
libros. Mi padre no quería que yo leyera, y con la excusa de que me estropearía
la vista, no se gastaba un real.”
“Siempre recordaré los ocho
meses que precedieron a mi boda en Siena, quizá porque nunca me pasaba nada y
todos los días escribía dos veces a mi novia.”
También hay evocaciones
nostálgicas:
“Siempre recordaré los
preciosos prados verdes que empezaban en mi alma o en mis pies y acababan casi
en el horizonte.”
Estampas que trascienden el
costumbrismo:
“Envidio a ese remendón que
toca tan bien la guitarra cuando ya no tiene ganas de lastimarse con la lezna.
Una veintena de años, una sola pierna y pocas ganas de trabajar.”
La muerte siempre presente:
“A los diecinueve años se me
metió en la cabeza que moriría en pocos meses. No sé por qué; ni estaba enfermo
ni había tosido nunca. Me había convencido y ya está.”
“Cuando se está muerto no se
habla y entonces lo que hemos dicho lo repiten los demás.
También un ataúd es un
juguete que se pone bajo tierra.”
“Busco en el bosque el árbol
que, cortado para un ataúd, se pudrirá bajo tierra conmigo”
Según el crítico Giacomo
Debenedetti, a través de la solapa del libro, en Tozzi hay una innegable
voluntad narrativa que “forzaba al fragmento a convertirse en piedra y ladrillo
de un edificio”, “a la construcción orgánica de un texto hecho de teselas que
forman un mosaico, en sintonía con otros autores de su tiempo como Luigi
Pirandello o Italo Svevo”.
En Bestias se persigue el
alma de un hombre, pero también el alma de la ciudad de Siena y el alma de la
naturaleza que la rodea. La belleza, pero también la crueldad.
Para todos los entusiastas de
lo breve.
Para todos los lectores.
Para ver que no estamos inventando nada con el fragmentarismo postmoderno.
Para abordar el microrrelato desde otras perspectivas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario