domingo, 7 de abril de 2013

La elección de Ángeles Prieto Barba


Ángeles Prieto Barba ha publicado microrrelatos en diversos medios digitales y ha aparecido en la recopilación de Fernando Valls titulada Mar de Pirañas.





DISCRIMINADAS


A Ángel Olgoso

Kampa descendió majestuosa extendiendo sus torneadas extremidades, perfectas tras muchos siglos de genética aplicada. Recuerdo que mientras los rayos polares del sol lustraban su piel de circulares manchas oscuras, y los ojos purpurinos nos miraban con la seguridad de su raza salvaje, nuestra exclamación colectiva logró que se dibujara en su boca una especie de sonrisa, puerta temible de unos pequeños y afilados colmillos que se saciarían no más llegara al camerino lujoso que le habíamos preparado. Allí le aguardaban, conforme a lo solicitado, cuatro hombres de altura superior a los dos metros que nos había exigido para algún divertimento desconocido. Aunque dada la inmensidad de su belleza sólo tuvimos que seleccionarlos entre los cientos de varones voluntarios, agolpados en el hall, nada más enterarse de su petición extraña. Creo que nunca olvidaré aquel largo paseo suyo por la alfombra roja, con ese vestido de argentíneo tafetán plegado, hombros al aire y ahíta de suficiencia, con la afilada barbilla dividida en dos mirando a un lado y al otro, deteniendo tiempo y espacio para nosotras, pobres espectadoras asombradas y llorosas ante la primera de las reinas de la belleza que nos había deparado el destino.

A los diez minutos bajó Delenn, suma sacerdotisa de los Mensai, con ese brillo especial que le otorgaban los azules ojos achinados. Su hermosura era distinta, o al menos así me pareció porque mostraban esa modestia propia de los seres inteligentes, capaces de entrever lo que nos depara el futuro. Destacaba también por su vestimenta oriental con sedoso kimono rojo, como gesto de aprecio a nuestra cultura vetusta y por las joyas, con ese collar de amatistas que rodeaba el transparente cuello, combinación excelsa de buen gusto. Por ello, cuando alzó aquella cabeza suya sin cabellos, adornada con una diadema propia en forma de pez y nos saludó, supimos verdadero aquel viejo proverbio que afirmaba que el encanto, la clase y la belleza surgen de dentro, de algún lugar indeterminado entre el corazón y el cerebro. Además, no nos había pedido nada extraordinario para acudir, tan sólo unos cuantos tomos sobre aquellas viejas tácticas bélicas que necesitábamos en el pasado. Qué hermosa la vi aquel día. Era mi favorita.

Más tarde, la más original de todas no se hizo de rogar, sólo alargó su paseo triunfal con dos enormes y largos tentáculos que salieron de su vestido níveo terminados en pinzas rojas de cangrejo, crueles alicates que no dejaron de agarrar y destrozar a cada nuevo admirador que saltaba la valla. En su fiereza, con cada crujido de costillas humanas, sonreía ufana, segura de que ninguna de las otras podría igualarla en poder y fuerza. Su cuerpo artrópodo era inmenso, sus piernas peludas parecían kilométricas sin necesidad de zancos o tacones, Talao se sentía feliz e inmortal.

Y entonces yo, eufórica, no quise seguir contemplando más reinas excelsas para lanzar mi crónica al mundo. Qué poco me importó entonces el frío y las insistentes amenazas agoreras de mis compañeros periodistas, adustos varones humillados. Pues como remate ese día, tras siglos y siglos de marginación, tras repetidos intentos e incesantes luchas por alcanzar la belleza perfecta, las hermosas y valientes mujeres habíamos triunfado: por fin podríamos celebrar en la Tierra, aquí en el Polo Norte, un auténtico certamen de Miss Universo.



THERMIDOR



Cuando el riachuelo de sangre desbordado alcanzó un extremo de la plaza de la Concordia, el hercúleo Samson alzó la hoja con esfuerzo y dio por concluido su trabajo, sin saber que aquel sería su último día. Y su última noche. Pues espíritus, fantasmas y otras ánimas en pena por él creados, dóciles criaturas de su memoria hasta ese mismo instante, se rebelaron con estruendosos gritos que le impidieron dormir y con el mandato urgente de que debía acompañarles, por lo que Samson sufrió un infarto fulminante.
No pudo enterarse de que los lideraba un rabioso Robespierre, recién decapitado. Ni tan siquiera supo que, sin su eficiencia, la Revolución Francesa había terminado. Pues aunque algunos abogaran por la vuelta a la justicia y a los derechos humanos, más verdad fue que aquella cuchilla maldita pesaba demasiado.


CERCO A LA BELLA DURMIENTE

Ángel Olgoso (De La máquina de languidecer, en Páginas de Espuma)

El príncipe se inclina sobre el lecho adornado con flores y besa a la Bella Durmiente, pero la princesa no se despierta. Es posible que a) tenga el sueño muy, muy pesado, b) no sea la auténtica Bella Durmiente, c) él sea un impostor de mirada tierna en horas bajas, incapaz ya de despertar a una doncella tras otra, d) advertida por sus lecturas de cuentos populares, la Bella Durmiente se niegue a entregarse al primer príncipe que la roce con los labios, e) el huso que pinchó su dedo estuviese emponzoñado a conciencia, f) el príncipe no haya besado a la princesa en el punto propicio acordado por la tradición, g) la Bella Durmiente, dada su aristocrática condición, considere procaz e indigna la actitud del príncipe al no haber sido debidamente presentados, h) simule estar dormida al entrever el horrible aspecto del príncipe, i) la princesa, de naturaleza escasamente virtuosa, necesite algo más que un simple y casto beso para ser despertada, j) el hada benévola intente así evitarles la crueldad de vivir juntos hasta la muerte, y k) cuando el príncipe acertó a pasar cerca del palacio encantado y atravesó el espinoso seto de escaramujos, no habían transcurrido aún los cien años prescritos ni llegado, por tanto, el día en que la Bella Durmiente tenía que despertar, lo que obligará al torpe príncipe a esperar aquí dos, quince, treinta y ocho años más.

ACOSO CONTEMPORÁNEO Y METE-PATAFÍSICO A LA BELLA DURMIENTE by Ángeles Prieto Barba (inédito)

l) el anticuado príncipe apenas puede reconocerla ahora bajo atavío punkie, con ostentoso piercing en los labios que impide romper el hechizo, m) en realidad, la bella yace bajo halitoso coma etílico y él ni siquiera puede controlar sus arcadas, n) más de veinte cámaras esperan retransmitir el ansiado momento a todas las televisiones del mundo, por lo que el elegido, enfermo de tímida ansiedad y pese a los incentivos económicos, decide no comparecer, o) la princesa en verdad continúa bajo anestesia tras operación drástica por cambio de sexo y el príncipe, atribulado, se niega a aproximarse a eso, ¡qué corra el aire!, p) los áulicos consejeros integristas han cubierto por completo el rostro de la Bella con un burka que no permite el morreo salaz, q) superadas las oposiciones principescas, ella fue destinada a Siam y él, a Burkina Faso, por lo que deciden no continuar ante la imposibilidad de pasar más de tres días al año juntos, r) el príncipe, forofo del Atlético, es advertido antes de que la Bella luce tatuaje del Real Madrid situado justo entre el ombliguito y su frondoso venusberg: no hay nada que hacer, s) él nació en la señorial Sevilla y la princesa es gaditana: aún menos, t) certero fue el dramático diagnóstico que firmara Raymond Chandler, u) hasta el conde Drácula se adelantó al príncipe bobo, luego sería eficaz una estaca de madera y nunca un besuqueo cariñoso, v) la ardorosa Blancanieves, también princesa, ya sedujo antes al príncipe con senos mucho más firmes y orondos, w) él no ha conseguido aún superar su natural condición anfibia y sólo puede depositar sobre ella ósculos viscosos y fríos, inútiles, x) al menor contacto el milagroso botox que mantiene la juventud de esta princesa trimilenaria perderá toda su eficacia, y) el despertador verdadero de la Bella no radica precisamente en esos labios y z!) ¿Acaso conoce alguien pócima, remedio o beso mágico que pueda curar, de improviso y a la vez, la disfunción de un torpe príncipe y la frigidez de una doncella lacia?.



DOS MICROS MÁS DE OTROS AUTORES


HELIOTROPOS


de DANIEL MOYANO

El hombre es bípedo y andante por error biológico. De lo contrario, volaría. La evolución tiende a las congruencias, y el volar con naturalidad hubiera sido una de ellas. Todo estaba preparado para ese brillante comienzo. Porque volar era lo suyo. Una oportunidad única que le daba el Tiempo, entonces lento y generoso.
Por error o inclinación, prefirió el largo y tortuoso hecho de erguirse para reptar como un inválido (está a la vista que caminar sólo con dos pies es una de las costumbres más absurdas y antiestéticas) recorriendo el planeta, que, de paso, depredó escrupulosamente. A partir de entonces, el resto de los vivientes le llamó Dos Patas, triste nombre con el que lo reconoce la memoria biológica.
Pegado a la Tierra, a la que, por su naturaleza de evadido, no pertenece cabalmente, su comportamiento, debido a esta circunstancia, es el de un parásito, o como el de un pequeño y pernicioso gusano del universo, según la vio la implacable lupa del irlandés Jonathan Swift.
La Tierra estaba lista, como un regalo del tiempo en su primer milenio, para ser el descanso del vuelo, la mesa tendida llena de alimentos, un árbol en el diluvio. Pero él prefirió convertirla en cárcel, y como tal la ama, aunque a veces, en sueños, añora los espacios planetarios.
Cada vez que es consciente de la pérdida, dice que aquí abajo tiene como sustituto el consuelo del amor, y lo esgrime como respuesta a esa carencia fundamental. Ignorante de que en el espacio hubiera tenido acceso a esas casi increíbles mujeres descubiertas por el poeta y astrónomo argentino Oliverio Girondo, que hacen el amor en vuelo y que cada mañana, mientras desayunas terrícolamente, si te asomas un poco a la ventana puedes ver haciéndote señas desde las nubes bajas invitándote a un regreso.
Para cazarlas inventó unos sucedáneos metálicos del vuelo, de los que ellas huyen asustadas y como olas que desde la playa se alejasen mar adentro.
Acuciado por la nostalgia del paraíso perdido, últimamente construyó artefactos capaces de viajar por el cosmos. En el espacio, que pudo ser del hombre para siempre, estos pergeños, con o sin astronautas, actúan como intrusos.
En sueños, estos hombres que perdieron el espacio pueden a veces ver la Tierra-Jardín como desde lejos, ostentosa de mares azules mezclados con crepúsculos, salpicada por ínsulas extrañas, aguas súbitas, flores espasmódicas y mujeres en vuelo.
Y además verse a sí mismos, muy por encima de ese globo envuelto en luz, tal como hubiera podido ser, flotando, volando, renaciendo, arriba y abajo, como enormes mariposas transparentes y con consentimiento de los grandes heliotropos.



SIRENA EN SILLA DE RUEDAS

de Carmela Greciet

La sirena pidió a los servicios sociales que la llevaran tierra adentro porque iba a surcar los mares el atractivo, astuto, fecundo en ardides, saqueador y felizmente casado Ulises.
Algunos días de sol la llevan al parque, donde se la puede ver con su hermoso pelo suelto, leyendo a Joyce junto al estanque. Lleva una mantita de cuadros sobre -la que dicen es- su majestuosa cola plateada, y ya nunca nunca canta.

Los textos elegidos (Angel Olgoso, Carmela Greciet y Daniel Moyano) pertenecen a escritores a los que siempre guardé una gran admiración y amistad eterna, aunque me parece que de ellos no se me ha pegado gran cosa, como me gustaría. Bueno, eso deben juzgarlo los lectores.



1 comentario:

Clari dijo...

no soy mucho de seguir a los angeles pero obviamente en momentos importantes uno se aferra a lo que sea. en uno de mis vuelos a Los Angeles una señora me explico acerca de todas las cartas y santos y me parecio bastante interesante