domingo, 2 de diciembre de 2007

La cocina al público


Hace unos años me gustaba un restaurante de especialidades asiáticas, con abundancia en las filipinas, en el que los cocineros preparaban los platos a la vista de los comensales. Te aupabas a un taburete y te asomabas a una barra circular que servía de mesa, dentro de la cual había unos tipos ágiles y sudorosos, barbilampiños, muy morenos, que con aire de piratas temerarios se acercaban, armas en ristre (cuchillos y trinchadores), y en la plancha que te correspondía preparaban la comida en tu misma cara. Hasta que un buen verano, en una de esas campañas de promoción veraniega, los chicos etarras decidieron que el lugar era idóneo para colocar una bomba. Una zona turística y masificada, que a pesar del empeño de todo quisqui en afear, conserva todavía cierto encanto. La bomba explotó. Cuando regresé al lugar, los piratas se habían marchado, supongo que a cocinar en parajes con menos sobresaltos y con la misma cantidad de ladrillos. Echo de menos aquel rincón. Era muy entretenido y curioso ver la manipulación, el corte y la preparación de lo que encargabas para comer en aquellas manos expertas. No sé por qué (o sí que lo sé y lo digo por mera figura de la retórica), pero esto del blog es un poco como esa forma de cocinar.
Veamos.
Un blog es un espacio óptimo para el diario, sea del tipo que sea. En un blog se puede contar, por ejemplo, ya que hemos empezado hablando de una manera curiosa de comer y de cocinar, que anoche estuve en una cena benéfica. Mi primera vez. En favor de una asociación que se ocupa de traer en verano niños bileorrusos afectados por la contaminación de Chernóbil. La comida fue lo de menos. Ya lo dijo un humorista invitado:
-¿Cómo habéis comido? ¡Bien! Me alegro, porque ¡pagar lo mismo por comer mal!
Un escritor metaboliza todo lo que come en argumento para escribir. En las fechas que se acercan habrá multitud de ocasiones para ello. Comidas y cenas en el trabajo, con familiares, con amigos. La ocasión nos la pintan calva para relatillos con la mesa como punto de flexión. ¿Inflexión? ¿Sí?
Anoche hubo, aparte de un documental sobre los niños bielorrusos y la asociación que los acoge, dos humoristas sobre el escenario. Uno de ellos llevaba 12 años sin actuar, 12. Y se le notaba. No por lo que dijo su presentador sin ningún empacho:
-Reíos aunque no os haga gracia. Que luego se ríe uno de cualquier cosa que no la tiene. Celestino lleva 12 años sin subirse a un escenario y esta noche está aquí por la asociación y por los niños.
¿Celestino al alba? Me pregunté mentalmente. Los escritores lo metabolizamos todo en la misma dirección.
A Celestino las dos décadas y pico fuera de la circulación se le notaban, porque, aunque tenía gracia (si como a mí, te gusta también la sal gorda), su humor era absolutamente incorrecto. Personajes como el borracho-gangoso, el gangoso-pedorretas, el mariquitasúcar, el cateto y Antonio Gala. Al final aplaudimos sin que mediara la compasión. El humorista estrella hizo de niño, otra figura con la que ya ha llovido sobre mojado, desde que Tony Leblanc le pusiera a los zagales voces de imbéciles.
Al final lo pasé mejor de lo que yo creía que una cena benéfica podía dar de sí. Supongo que la culpa se la podría echar a mi metabolismo, que empieza a conducir este blog como diario de mi vida social. Vale.
No obstante, no quiero que la cosa se quede sólo ahí. Un escritor quiere escribir siempre. O bien un escritor no quiere escribir nunca. Más o menos, más o menos, repito, sólo más o menos, viene a ser lo mismo. Así que este blog también puede ser como la cocinilla del escritor. Y ya que puede ser la cocinilla, me digo pensando, por qué no es la cocina. Es decir, por qué no hago en este blog lo que hacían aquellos piratas malayos con los trinchadores. Por qué no cocino un poco a la vista del público.
Y de ahí es de donde surge la idea del relato Fotos, del que ya he publicado aquí dos entregas.
Se trata de ir escribiendo, ir publicando e ir sabiendo lo mismo que los lectores y no tener posibilidad de dar marcha atrás para rectificaciones.
A lo dicho, pecho.
Pues eso, que además como crónica de mi exxxperiencia sólo me queda contar lo que he hecho esta mañana.
Mientras esperaba que mi mujer saliese de una obra de teatro infantil, a la que finalmente ha tenido que ir sola, porque Santiago (el mayor, 4 años recién cumplidos) la ha dejado colgada, yo he estado paseando con Pablo (el pequeño, 20 meses).
Nuestra suerte ha sido inmensa. La calle también estaba llena de teatro: actuaciones callejeras de música, estatuas humanas y el rosario de Nra. Sra. de los Remedios y del Stmo. Niño del Rosario.
Algunos de mis mejores amigos de vista iban en la procesión con un gran cirio encendido. Como amigos de vista me refiero a esos con los que quizás nunca he cruzado más de una palabra o dos, o ninguna, pero que por alguna razón me son especialmente simpáticos a fuerza de coincidir con ellos en mis vagabundeos, solo o con la troupe, con la que a veces hago las giras.
Allí iban, sin ningún tipo de prejucios, a la cabeza, velón en mano, disfrutando de la ciudad y de la oportunidad de ser contemplados por todos los mirones, el viejo que me vende los cigarrillos sueltos, el charlatán para sí mismo, el hombre de los abrigos superpuestos y la vieja de los collares.
Al otro lado de la acera, entre los curiosos, había una chica con el pelo negro muy corto y dos mechones largos de color rojo. Iba con un compañero de larga melena azabache. Los dos de luto, muy pálidos y entristecidos bajo la luz solar. Onda siniestra.
Ey, me dije, ahí está. Pensé que muy bien esa podría ser mi chica desaparecida en el relato Fotos.
Qué suerte no poder ir atrás para corregir, he pensado después. Porque lo mismo me hubiese dado por añadirle esas dos guedejas rojas a mi heroína. Y maldita la falta que le hace.
Como la cocina al público, la literatura a veces pide que se le muevan los ingredientes con cara de temerario. De pirata.

4 comentarios:

frikosal dijo...

Yo empecé una cosa con la misma idea, obligarme a hacer algo periodicamente. Pero la historia salio durilla y no me atrevi a continuarla, algunos pensaban que era un caso real y no me gustaba el final. Asi que lo deje.
Es esto .

Después empecé otra, un caso más ligerito, de un contable repulsivo engañado por su mujer. También lo dejé (y este si que es real jeje).

Esta serie de las fotos me gusta, por eso puse "esperando", me falta el final.

Yo no se de esto de escribir, soy un tipo de numeros y cosas asi, insulsas (risibles para algunos), me gusta que me corrijan si lo hago mal. Le cogi el gusto a escribir preparando informes veraces de cosas que no existian del todo.

Pero no desisto.

Oye una cosa, el sr. Lovelock dice que tus damnificados no existen.

elita dijo...

Bonitos paseos fotográficos.

Besos.

Le Mosquito dijo...

Un escritor metaboliza todo lo que come en argumento para escribir

..Y se indigesta con aquello que no metaboliza, añado ("con tu permiso"; otra "figura retórica").

Aparte de ser lector de "Marta la foca", historia inacabada pero de contenido impecable (opinión personal carente de babas, buenas ni malas) y de otros escritos de Frikosal, tengo un blog al que bauticé como Le Mosquito. Quise, con este nombre, imponerme como tarea el esbozar apuntes... ¿literarios? de corte breve (algunos "pura" ficción, otros, enraizados en la observación consciente...). Durante un año aproximadamente he sido fiel a esa premisa, publicando textos acompañados de imágenes, también propias, e intentando trabajar sin red, sin protección, sin posteriores revisiones... No he podido resistir. No he podido hacerlo porque, en algún momento del viaje, me he topado con realidades que me hicieron decidir que mi blog no es un ejercicio de estilo (aunque nunca lo fue), y que si alguna vez pudo parecer esto,ahora considero más importante no "parecer", sino "ser"; aunque el "ser", las más de las veces, esté reñido con modas y estilos.
Larga vida para ti y tu cocina exótica de ingredientes cercanos; larga vida y paciencia con la "no revisión".

PD: Las bombas ¿explotan o explosionan?
Es igual ¿verdad? lo terrible es que matan.

Tawaki dijo...

Sospecho que en este blog vamos a comer muy bien.

Un abrazo