jueves, 9 de septiembre de 2010

Jaula de ceniza


Photo of Vali Myers by Ed van der Elsken

En esa vivienda hay un hombre inquieto que va y viene por las habitaciones. Lo sé porque ese hombre soy yo. Pero la casa no es la mía. El hombre no lo sabe. Cree que es su hogar. Dudo de nuevo y doy una vuelta por los dormitorios vacíos, pero desordenados, puesto que sus ocupantes no tardarán en volver. Aparezco en la cocina y abro los cajones. El hombre se pregunta ahora por el origen de su desazón mientras se pone colirio en los ojos, tumbado en un sofá, del que salta enseguida como si un muelle lo empujase al aire. Se asoma a la terraza con ganas de escupir, pero no lo hace por miedo a que alguien lo pueda ver. Esa casa tiene un secreto, pero el hombre lo desconoce. Conforme la recorre de arriba abajo le va pareciendo más vulgar, más indiferente. El hombre es consciente de la cantidad de tareas que tiene pendientes, pero el sólo hecho de pensar en acometer alguna de ellas lo llena de hastío y cansancio. El hombre hace dibujos en el polvo acumulado sobre las mesas y los muebles. En un rincón se queda mirando unas botas de agua amarillentas por el sol, que cada día les cae encima, pero si le preguntáramos por ellas el hombre nos contestaría que cree que en la casa no hay botas de agua. Entra en el cuarto de baño y, al asomarse al espejo, el hombre estudia minuciosamente su rostro en detalles que no le permiten reconocerse, sino recordarse. El hombre se siente en una jaula y salir al exterior no lo libera del encierro. Es la jaula de la ceniza que llueve sobre su cabeza, el mundo se diluye en azúcar, con la mano aprieta un terrón seco de la jardinera, se sacude con la otra mano y mira al cielo esperando que las nubes que lo cubren descarguen con fuerza. Hay alguien que ha metido la llave en la cerradura y pretende abrir su puerta. El hombre no tiene miedo. Alguien del exterior quizás pueda darle algunas explicaciones o leves indicios de lo que está ocurriendo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es genial! Me encantan las imágenes.
Besos