lunes, 17 de octubre de 2011
Un encuentro
-¿Es usted un espantapájaros?
-Esa pregunta ya me la han hecho otras veces. Otras veces usted ya me ha preguntado eso.
-Sí, pero nunca obtuve respuesta.
-Hoy sí, hoy le contestaré, no tema, no despertará usted sin haber satisfecho su curiosidad.
-¿Despertar?
-No sé si se habrá dado cuenta, pero usted está soñando y yo no.
-¿Es usted un espantapájaros?
El hombre que podría ser un espantapájaros encendió un cigarrillo. Era curioso verlo fumar porque ese hombre procedía de un tiempo en el que no se conocía el tabaco. Llevaba un traje de excelente calidad muy estropeado, lleno de rotos, con manchas de grasa. El cigarrillo se transformó en un gusano juguetón. Un gusano blanco, humeante, sabroso, que el hombre se echaba al pecho con la satisfacción del que ha dejado por unas horas la caja de pino.
El hombre curioso que había sido acusado de estar soñando estaba dispuesto a meterle fuego a aquel fantoche y así lo insinuó con un gesto, levantando el pulgar, como si fuese una llama.
-¿Es usted un ángel?
-¿Lo dice usted por el truquito del dedo flamígero?
-Le ha quedado muy efectivo. He temido por mi vida, si le soy sincero.
-Me siento ahora capaz de incendiar una ciudad.
-Me alegra saber que está usted en forma, adelante si gusta, pero permítame que le cuente nuestra historia.
Usted y yo somos dos hombres inventados. Supongo que no le desvelo ningún secreto si le digo que además yo ya he fallecido y usted está falleciendo en este preciso instante.
-Se contradice usted demasiado.
-¿Me contradigo?
-Sí, lo hace.
-Horror, ¿y ahora qué hacemos?
-No me gustan sus burlas.
El hombre espantapájaros se abrazó al otro hombre, que sintió una inmediata repugnancia.
Nunca, nunca, en ninguno de los encuentros que ya habían tenido, pero de los que no hay constancia, habían llegado hasta ese punto. Luego, cada uno volvió a sus quehaceres y por más que intentaron coincidir nuevamente ha sido del todo imposible, aunque el deseo de conseguirlo no los ha abandonado desde entonces.
La imagen que ilustra es un aguafuerte de Paul Klee
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