lunes, 1 de abril de 2013

La elección de Araceli Esteves



Autora del blog El pasado que me espera y del libro Fisuras en el aire.




He elegido estos tres microrrelatos de autores que admiro, principalmente por lo breves que son. Y porque esa brevedad no hace más que intensificar el efecto que produce su lectura. Conseguir que a través de la extrema brevedad se consiga un resultado contundente, me parece de las cosas más difíciles. Pocos autores lo consiguen. Estos tres son algunos de esos pocos:


Cuento de horror

La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.

JUAN JOSÉ ARREOLA

Me gusta porque con muy pocas palabras consigue esa mezcla entre el elemento fantástico, el sentido del humor y la poesía que tanto se agradece en un microrrelato.

El globo

Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.

MIGUEL SAIZ ÁLVAREZ

De este microrrelato destacaría lo visual que resulta y ese giro copernicano que nos sitúa al objeto como inesperado protagonista de la historia.

Novela de terror

Me desperté recién afeitado.

ANDRÉS NEUMAN

Me parece un microrrelato redondo, terrorífico de verdad. Es muy intrigante, te obliga a imaginar qué le puede haber pasado al protagonista el minuto anterior al despertar.

Ahora los míos:

El pasado que me espera


Ayer encontré los lentes de la abuela, estaban con las llaves que se guardan tontamente sin saber qué puertas abrieron. Me los puse y comprobé que veía perfectamente.

Este microrrelato tiene el mismo título que mi blog. Me gusta que los límites se diluyan, el pasado y el futuro pueden ser la misma cosa. El paso del tiempo se refleja en esos lentes que alguien usó y que ahora se pone el protagonista para descubrir que puede ver sin problemas.

Una vida robada

Desde que nací vivo en un hospital. No conozco otra casa. Y aparte de mamá, los únicos que me visitan son los médicos y las enfermeras. Nunca me dejan salir. Y eso que yo siempre les digo que me encuentro bien, que no me duele nada. Miro por la ventana y me imagino la vida, lo que sería pisar piedras o tocar un árbol, que me diera un beso alguien que no fuera mamá. Lo peor son los análisis; hoy ya me han pinchado dos veces para extraerme sangre. Los médicos son simpáticos y me tratan bien. Me regalan libros y a veces se quitan la bata blanca para jugar conmigo al ajedrez. Con ello no evitan que muchas tardes las lágrimas empujen con fuerza para salir. Pero como no quiero llorar, finjo tener sueño y cierro los ojos. Los cinco.

Es un microrrelato muy triste que juega con la sorpresa final.

Al rico virus

No fue hasta que los científicos descartaron cualquier otra hipótesis que alguien empezó a relacionar el mal con el poder adquisitivo de los enfermos. No hubo un solo contagio entre personas con un patrimonio inferior a los cien mil euros. Ni uno sólo. Era un virus que atacaba, con insobornable virulencia y exclusividad, a los ricos. Afectaba principalmente al hígado y a los riñones, los órganos más cercanos al bolsillo, y de ahí se extendía al páncreas, al bazo y a los pulmones. En la mayoría de los casos hasta la muerte.
Empezaron las donaciones indiscriminadas, los regateos a la baja en los sueldos de los grandes directivos, la devolución de las jubilaciones millonarias. Los futbolistas exigían ser mileuristas, los actores de Hollywood cerraban contratos con nóminas irrisorias. En las gasolineras se pagaba la voluntad.
La vida empezó a mejorar para todos. La balanza se equilibró. Desaparecieron las diferencias y con ellas el malestar social.
Sólo quedó un grupo de millonarios dolientes, enfermos crónicos, que incapaces de desprenderse del dinero que destrozaba su salud, se arrastraban con denuedo hasta sus limusinas blancas. Vivían enchufados a botellas de suero, conectados a máquinas de diálisis, convertidos en desechos humanos, garabatos agarrados a su pobre y triste dinero. Podridos.

De este microrrelato me gusta que por una vez los que paguen el pato sean los otros.


1 comentario:

Rafael dijo...

Buenísima tu idea Antonio.

Me parece muy buna la elección de Araceli Esteves para elfin que pretendes.

!Cuánto me gustaría poder asistir a la lectura,como libre oyente¡

Un abrazo y salud.