martes, 10 de mayo de 2016
La magia de los días. Entrevistas breves con lectoras sugestivas. Sergio Verdugo
Sergio Verdugo, 52 años, nací en Alfarnate, me crié en La Luz y vivo en Torremolinos, casado y con una hija, me gusta el tenis y el Barsa, el cine sin efectos especiales (El Padrino es ciencia), leo novela tipo Noah Gordon, John Grisham y ahora Antonio Báez, visito el Museo del Prado cada vez que puedo y me gusta pasear por el centro de Madrid (yo también busqué el kilómetro cero), ver un musical o un concierto con mi mujer y mi hija. Recargo pilas cuando estoy con mis hermanos y mis amigos, soy trabajador autónomo y por lo tanto ADN sin baja médica en treinta años.
Hola, Sergio, tú y yo nos conocemos desde hace casi cuarenta años, fuimos juntos al colegio y creo que tienes algunos recuerdos de aquella época en clase...
Tengo muy buenos recuerdos, cómo olvidar un examen de recuperación en sexto de EGB que tú me lo hiciste con mi nombre, yo solo tuve que pasar por tu lado y presentarlo, y además saqué un sobresaliente, yo sabía que tú no fallarías con el libro por delante.
Vives y trabajas en Torremolinos, donde tienes una tienda de souvenirs. Te he visto tratar al público con una guasa que es muy propia de Málaga. El otro día estuve allí y unos turistas preguntaron si bordabas el nombre en las gorras. Tú les dijiste que sí, que costaba 6 euros, pero que si el nombre era muy feo costaba 7. Luego fuimos al chino de al lado y nos regaló una bolsa de tangas donde me bordaste la leyenda de La magia de los días. ¿Siempre te lo pasas así de bien trabajando?
Intento atender a la gente lo mejor que puedo, el ambiente lo requiere, son turistas y están de vacaciones, me da coraje no entenderme con gente que te quiere hablar y no los entiendes, luego a los cinco minutos entran dos vascos o dos catalanes hablando en su euskera y piensas por qué cojones no hay un idioma universal. Conoces gente que te toca la fibra, el otro día pregunté a un cliente de Gibraltar que cómo era una zona de La Línea a la que mi hija tiene que ir una semana a un curso de inglés y se empeñó en darme su móvil por si tuviera algún problema. También pasó hace poco la presidenta de la Junta de Andalucía, estuve un buen rato hablando con ella. Enriquece mucho la gran variedad de gente que pasa por mi tienda.
¿Qué piensas de un tipo como Adán que no se interesa por trabajar ni prosperar?
Adán es un luchador que va sobreviviendo según le van viniendo las cosas sin importarle más que el día a día, y en parte tiene razón porque el ayer ya no existe y el mañana aún no ha llegado.
Cuando salíamos e íbamos a alguna discoteca de Torremolinos te recuerdo como un caballero con las chavalas, yo tenía otro modo de comportarme, ¿tienes alguna imagen al respecto?
Tengo la imagen y los recuerdos de reírnos mucho, de reírnos de no ligar, pero al ver a algún conocido, al igual que Adán fingía, cuando iba a la entrevista con Paco Tierra para alquilar el piso, concentrando todas sus armas en la expresión del rostro, te recuerdo exactamente igual, decir todo lo que habíamos ligado y lo que habíamos dejado de ligar porque no dábamos abasto, y reírnos del que se lo había creído y de pensar a quién le contaría nuestra trola y estar luego toda la semana riéndonos cada vez que lo pensábamos y si alguno ligaba también nos reíamos de él.
Has leído el libro y ahora creo que quieres recuperar el dinero que te costó devolviéndolo a la librería. ¿Por qué no se lo regalas a alguien, cabrón?
Yo creo que debería ser información reservada si yo voy a devolver un libro a una librería, pero la chica ya la vi yo muy borde cuando no me lo ha querido devolver, porque según ella, y palabras textuales, “no devolvemos libros dedicados”, le insistí en que algún Sergio podría comprarlo, pero ya vi yo que aquello no prosperaría. Ahora de ahí a que te llame para decírtelo lo veo una falta de respeto. Catorce euros a la mierda.
Cuando íbamos a la playa decías que mi cuerpo era como el de tu padre, pero yo siempre fui más guapo que tú. Ahora tú tomas una pastilla para la tensión y yo para el colesterol. ¿Eso es que estamos jodidos?
Estamos en lo mejor de la vida, tenemos una edad, pero somos jóvenes si miramos lo que nos queda por delante. Hemos aprendido a darle importancia a lo que realmente vale la pena, a ver las cosas de una manera más tranquila y con más claridad, a no cabrearnos por cualquier tontería, a valorar lo que tenemos. A mí el hecho de que pasaras el otro día por Torremolinos y me llamaras para tomar un café conmigo tiene más importancia que muchas otras cosas, y si al final de la semana me paro a pensar lo bueno y lo malo de esos días, el café contigo es de las cosas que más aprecio.
Tu padre y el mío son amigos y pasan mucho tiempo en el barrio en torno a un árbol charlando con otros jubilados. Me gustaría escribir sobre eso. ¿Qué diferencia principal crees que hay entre la vida que ellos han llevado y las nuestras?
Ellos han pasado mucho a lo largo de su vida, a mi padre lo echaron a la calle con ocho años con mi abuela y mis tíos. Él era el mayor de los hermanos y, huérfano de padre, tuvo que buscar casa. Después pasó diez años de emigrante en Suiza y Francia y toda la vida preocupado por sus hijos. Nosotros no podemos ni compararnos en ese sentido, siempre hemos tenido el apoyo y la seguridad que ellos no tenían. Además los dos comparten la desgracia más grande que pueda tener un ser humano, la pérdida de un hijo. Ahora a sus ochenta y tantos siguen preocupados por sus nietos. Yo creo que la preocupación por nuestro futuro ha sido el centro de sus vidas y nosotros ese tema lo llevamos de otra manera. Yo he disfrutado el ver crecer a mi hija más que mi padre de sus hijos.
¿Te vas a comprar los otros libros que he publicado o vas a seguir esperando que alguna vez te los lleve por la patilla?
Voy a comprar ahora “La memoria del gintonic”, pero ese no me lo dediques, te lo agradezco. Quería ver cuantas excusas eras capaz de poner para no regalármelo, “es que voy de paso” , “es que como hemos quedado a comer para no llevarlo encima todo el día”, “es que…” en fin, lo compraré.
¿Le recomendarías a tu hija la lectura de La magia de los días?
Hombre, simplemente la duda me ofende, me considero tu amigo y por supuesto que no. Ella te tiene por un escritor serio y prefiero que siga teniendo esa imagen, prefiero que no se entere cómo se las gastaba el Perico.
Torremolinos es una ciudad en la que seguro que pasan muchas cosas dignas de figurar en una novela, cuéntame alguna.
Si yo te contara llenarías tres libros pero que recuerde a bote pronto, un gitano limpiabotas y analfabeto que cada vez que habla es pura sabiduría, frases como “si te ven con un mangante tú eres otro mangante”, “hay quien ve que no comes y te quita la cuchara”, o “porque tengas cuatro duros te crees tener a Dios cogido por los huevos”, te dejan pensando un rato. Luego mi amigo Manolo que a sus 85 años, tiene teorías muy personales de muchos temas, por ejemplo, dice que la sanidad no mejora porque todos los médicos son del PP y van en contra de la junta, y te argumenta que los padres son de izquierdas, se han sacrificado mucho para que sus hijos puedan estudiar y ahora que son médicos, los ziosputas son de derechas. Por último mi amigo Jose es el mejor camarero que yo haya visto jamás, es un poco Adán y ha dado muchos tumbos, ahora vive en Barcelona y no pasa un día que no me salude por wasap. En la mejor actuación que yo le he visto se presentó un grupo de ocho guiris buscando el famoso tablao flamenco Pepe López y él con un arte que no se puede describir, les contestó: “¿Pepe López? ¡Pepe López soy yo!” Y subiendo los brazos y taconeando en el suelo les bailó y los sentó en una mesa con ocho sangrías de litro.
Un abrazo, Sergio.
Te quiero Báez.
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