lunes, 21 de abril de 2008

En primavera déjame de cuentos



Foto: Primavera I, enviada por Nina a la galería de imágenes de Photoshop Designs.

A mí la primavera me sienta como un tiro. Empieza la alergia y es cada vez más pronto. Antes era Mayo la nariz de payaso. Los picores de garganta y los ojos de brótola. Pero este año llegó con Abril. Ya no puedo pasar sin los antihistamínicos. La primavera es un polen que me hace estornudar y me inocula una indefinida melancolía. Por no decir flojera. Y esa sensación de haber perdido algo sin saber muy bien qué. Porque las gafas las tengo puestas, las llaves tampoco son. Y siempre acaba por aparecer el bolígrafo que andaba buscando. Me quedo pensando en qué es lo que me falta, porque es algo lo que me falta, sin ser ninguna de las pérdidas que ya conozco. Trae además la sensación de que los esfuerzos son vanos, de que es absurda invención todo. Y sueño. Ganas de dormir a todas horas, aunque luego me despierto de madrugada con el terror de no poder volver a dormirme. Y las putas flores tan bonitas. Y más horas de luz. Y ganas de bañarme en la playa, pero unas ganas raras, porque no me baño. En otoño, a veces, esas ganas son más reales y me baño. Si el agua no está demasiado fría, claro. Y ellas que empiezan a sacarse los abrigos y las trencas y las medias negras y demuestran no ya que tienen brazos y piernas, sino que son casi como los que recordábamos, incluso mejores. En el aire van suspendidas las partículas que me hacen estornudar y las que me distraen más de lo conveniente. Esas que te dejan pensando en no sabes muy bien qué es lo que estás pensando.

El caso es que con estos antecedentes, el otro día, ella y yo nos metimos en el cine a las once de la noche. No voy a dar el título de la película, porque no quiero hacerla culpable. Sin embargo, ya nunca sabré si me gustó o no. Porque me pasé el tiempo que duraba luchando contra el sueño. Hacía tiempo que no sufría tanto. Me irritó la postura en la butaca y la cambié cien mil veces. Me desesperó la historia en la pantalla, en la que no entendí que sucediese nada digno de ser contado y los personajes me irritaron. En varias ocasiones me dí por vencido cerrando los ojos, pero otra parte de mí se rebelaba, empeñado en contemplar las imágenes. Dí más de una cabezada. Y más de una vez me sobresalté, la última instantes antes del final. No sé bien si me perdí partes fundamentales o sólo fueron segundos, pero la peli ha dejado en mí una huella traumática a pesar de lo reducido de su metraje. A la salida ella y yo comentamos que quizás con la mitad del tiempo habría sido más que suficiente. Aunque no se durmió como yo, también le pilló cansada. Un sábado a las once, después de una dura semanita.

De cualquier forma si pensara en una escena con la que me hubiese divertido esa sería la de la visita de los dos mormones al viejo. Está realmente bien. El viejo los atiende, los escucha pacientemente y a las palabras del libro de los mormones responde con las de Marx y Engels, creando un lazo extraño, intenso y muy humano. Lo cual me llevaría a recordar las visones que a menudo tengo en mi barrio de inividuos vestidos de tal manera que se adivina a la legua que son visitadores religiosos.

¿Y todo para qué?
Para escribir un cuento. Les doy la línea general. Si hay ahí alguien a quien la primavera lo deje intacto y tiene ganas de aprovechar la idea que me lo diga, o que no me lo diga, y que lo haga con mi beneplácito. Ya saben, a veces hay quien quiere ponerse a escribir y no sabe de qué. Yo sé de qué, pero me faltan las ganas. O las fuerzas. Bueno se trata de un tipo que va predicando de casa en casa como visitador religioso. Y tiene alergia. Estacional, primaveral. Y el tipo se pasea por la ciudad con su buen rollo y un lagrimeo constante. A veces se queda dormido en un sofá ajeno. A veces siente las tentaciones de la carne. A veces duda de su fé. A veces echa de menos a un compañero, porque él va solo. Vive en un hostal. En una ciudad que no es la suya. Pongamos por caso que está separado y que antes de abrazar sus creencias era cartero. Por ejemplo.
No sé si será la astenia primaveral o no, pero me da una pereza horrorosa escribirlo. Ya me he quedado dormido un par de veces ante la hoja en blanco del ordenador.
Y mientras tanto, esas putas flores tan bonitas.
Si además te pones a buscar una imagen en Goggle y pones Primavera te sale la chica de arriba. O ella o Botticelli. No lo dudé.
Aaaaachiiiiíssss.

6 comentarios:

frikosal dijo...

Pero ya lo escribiste tu!

Mariano Zurdo dijo...

De alérgico a alérgico. No veas cómo te entiendo y la pereza que me da escribir este comentario, XDDD

Emmaskarada dijo...

Bueno, yo me siento con fuerzas para escribirlo porque vivo en un pais donde no existe la primavera. En cuanto pueda te lo mando.
Primavera es resureccion amigo. Y resucitar pues jode.

Emmaskarada dijo...

Escuchad : No tengo tiempo para escribir mas, se me ha hinchado el parpado izquierdo. Pero quizas alguno quiera continuar con el cuento, esto es todo lo que he atinado a escribir entre estornudo y estornudo.

"Desde por la manana iba dandose animos, desde que pusiera el pie en la alfombra al bajar de la cama. Anoche lo habia vuelto a hacer, antes de acostarse y ahora se sentia tan sucio, se metio en la ducha, el chorro de agua fria no seria suficiente, ya le habia pasado otras veces pero tampoco desayunaria . Hoy iba a ser el mejor de todos, con eso lavaria su culpa estaba seguro de ello.
Salio a la calle con la raya peinada a un lado, los zapatos brillantes, ojos azul acero, chaqueta cruzada y sonrisa en los labios. Pasaron a su lado unas colegialas de falda a cuadros tableada. La mas bajita de ellas llevaba dos coletas y un pendiente sobresaliendo de los labios sensuales e infantiles. Tenia los ojos color miel.
Hubo un alboroto de faldas, las vio encorvarse a su lado, sacar las manos, ponerlas en las orejas de las otras, murmurar, reir, suspirar como si acabaran de bajar todas de una Montana rusa"


Siento no utilizar signos ortograficos ni nada, es la marca de la casa.

Un saludo y a ver quien es el guapo que se atreve a seguir.
Me temo que dada la abulia primaveral reinante se quedara tal y como esta.

Dante Bertini dijo...

vaya, te diría que a mí no me mata madrid -vivo en barcelona- sino la primavera.
tengo síntomas muy parecidos a los tuyos, el más odiado, el sueño. a todas horas, por supuesto.
como preguntas por la novela erótica y a mí me premiaron una y media, paso a contestarte.
a la sonrisa vertical decidieron matarla, no se sabe muy bien por qué.
tal vez porque ya no es necesario especializarse: el sexo está por todas partes.
o el símil del sexo, que da igual.
maldita primavera.
otro síntoma: la piel, recordando que alegre era el sexo cuando el cuerpo lo deseaba realmente.

hombredebarro dijo...

Frikosal, lo esbocé. Sólo.

Mariano, te veo a cámara lenta.

Emma, qué país es ése. Buen comienzo. Ya tenemos otro episodio. El hombre se cruza con las típicas colegiales de uniforme.

Cachodepan, volvamos a sonreír verticalmente.

Un saludaaachiiiís.