sábado, 24 de mayo de 2008

MUTACIONES. TENDENCIAS Y EFECTIVOS DE LA NARRATIVA CONTEMPORÁNEA.


Jornadas organizadas por el Instituto Municipal del Libro de Málaga para los días 21, 22 y 23 de Mayo.


El miércoles 21 de Mayo no pude asistir a las ponencias así que nada puedo decir.


En cuanto a las del jueves 22 y viernes 23, así, haciendo esa cosa tan fea que es comparar, me resultaron mucho más interesantes las del último día. Me divertí más y hubo más movimiento en la mesa. Pero vayamos por partes.


El número de asistentes pudo oscilar en esas dos jornadas entre los 30-40, según momentos. Me entretuve en contar en un par de ocasiones. Es curioso, la narrativa de última generación, si tiene un color preferido es el negro. Y como prenda podríamos destacar la camiseta. Ahí me encontré en sintonía. Yo llevaba una camiseta azul marino con los bordes del cuello y las mangas en blanco. Para el segundo día elegí una camiseta de color rojo. Algunos mutantes volvían a insistir en la negra con diversos motivos en el dibujo o en el lema. Ya sé que no es demasiado serio empezar de esta manera una crónica sobre un acontecimiento como éste, con preguntas iniciales tales como “¿Son posibles todavía la innovación y la subversión en la narrativa literaria?”


Pero es que me entretuve en más chorradas por el estilo. Ahí van algunas:


-El número de mujeres osciló, más o menos, entre las 14-18. En ese grupo me entretuve con otros cómputos, pero voy a omitirlos. Pertenecen a mi intimidad.


-En la mesa del jueves hubo 2 calvos, el moderador, Juan Francisco Ferré y Eloy Fernández Porta. Entre el público masculino oscilaron entre 3 y 5. Entre las mujeres ninguna.


-De los gafotas, entre los que me incluyo, Eloy Fernández Porta y Vicente Luis Mora llevaban gafas de D&G. Éste dato lo aportó el primero, cuando hablando de los rasgos típicos que definen a un individuo dentro de la sicología social, dijo que él se había presentado con unas gafas de D&G como rasgo individualizante hasta que se topó con Vicente y se dio cuenta que su modo de diferenciarse en realidad era compartido por un grupo. Otro individuo. Le agradezco el dato, porque si no lo hubiera dicho yo jamás habría adivinado la marca de las gafas, que tenían pasta gruesa de color blanco. Son los detallilos que me interesan como se puede ver en esta crónica.


-Hubo algunos asistentes haciendo fotos, aparte de las oficiales. Con cámaras digitales y con móviles. Ya he comentado alguna vez que nunca salgo de casa con mi cámara, siempre la dejo atrás. Y soy pudoroso. No sé si me atrevería a echar mano de ella en un acto público. Por vergüenza. Y también porque no deja de parecerme un gesto pueril. Qué contradicción, ¿verdad? Sin embargo, contar a los asistentes y fijarme en su alopecia o ropas no me lo parece. Cada quisqui es cada quisqui. Un mundo.


-Yo tomé notas el jueves, porque me aburrí algo. El viernes no. Porque lo pasé mucho mejor. Notas del estilo: “cabeza afeitada, gafas con patillas blancas, camiseta negra, perilla, no lee, no deja de bailar la pierna derecha”, referidas a Fernández Porta, por ejemplo. En fin.


La mesa del jueves empezaba a las 18:30, pero como es costumbre española en todo tipo de convocatorias, lo hizo con retraso. Sin embargo, nadie hizo mención al hecho. Como si fuese cosa natural. El viernes ya conté con él y saliendo de casa mucho más tarde de lo conveniente para la cita, llegué a tiempo. Mi mujer se quedaba con los niños, pero por lo menos le hice la merienda al mayor.


A lo que iba.


En la mesa del jueves, que tenía el título de Narrativa Actual, Arte Contemporáneo y Cultura de Masas:


Javier Calvo, que no lo está, con patillas largas y rectas, y la negra camiseta de rigor. El moderador se dirigió a él siempre como Xavi. Javier Calvo, que será como lo llame yo, nació en Barcelona en 1973, es traductor y crítico literario, autor entre otras de Mundo maravilloso. Se limita a leer un texto con gesto y tono muy aburridos. La expresión de la boca se le derrama por ambos lados hacia abajo. Algo así como una contrasonrisa. O anti. Antisonrisa. Entre otras cosa dice que la entrada en internet es como la entrada a una casa sagrada, a un templo. La Red es así un dios. Creo que tiene razón.

Jordi Costa lleva una camisa clara, pero debajo la reglamentaria camiseta negra. Consulta su texto, pero es más espontáneo dirigiéndose al público. Lo que lo hace más ameno. Jordi Costa nació en Barcelona en 1966. Crítico de cine, experto en cultura basura. Empieza hablando de Scarie Movie 3, llega a Casi 300 y hace referencia a que Takashi Murakami puso en el centro de su exposición una tienda de Louis Vuitton, por la que fue muy criticado, a lo que éste respondió que la tienda era el verdadero sentido de su exposición. Hace referencia a las películas de Jesús Franco y a las aportaciones del cine más descaradamente comercial al lenguaje visual. Cuenta cómo Jesús Franco para una peli de Fumanchú se apropió de ciertos fotogramas de otra película en la que se veía el hundimiento del Titanic. Viene a decir que en la serie B o Z uno anda con mucha más libertad y surgen innovaciones que serían impensables en otros contextos. Creo que tiene razón.


Robert-Juan Cantavella, con una camista negra de Lagartija Nick, presenta un texto sobre el periodismo intoxicado por la tele, el comic, la literatura, el arte, etc. Nació en 1976 en Almassora, autor de un libro de cuentos titulado Proust Fiction, trabaja como traductor y periodista. Explica la novela que está a punto de aparecer, El Dorado, que tiene como escenarios y tiempo Marina D´ors, ciudad de vacaciones, y la visita del Papa a la ciudad de Valencia hace unos años, no recuerdo cuál. Y paso de buscarlo en internet. Luego lee un texto sobre lo que el llama a-portaje, frente al re-portaje tradicional. Insiste en el punk journalist. Se trata, a grandes rasgos de un periodismo que trabaja con la ficción. Para ello dispone de un álter-ego. En este periodismo queda en suspenso, neutralizado, el hecho de que el lector supone que el periodista le está mostrando la verdad de unos hechos. Me parece interesante este punk journalist. Es el nombre que entendí, aunque no estoy demasiado seguro. No se fíen ustedes nunca de lo que les cuentan. No se fíen de mí.


Para el final he dejado a Eloy Fernández Porta, que sin embargo intervino en tercer lugar, antes que Cantavella. Barcelona, 1974, autor de libros de relatos, ensayos, editor y crítico. Para mi particular, una revelación. Arriba transcribí una nota con su descripción. No leyó, no consultó notas. No dejó de bailar la pierna derecha en toda su intervención. Con una voz fuerte, clara y segura. Aire freak. Planteó al ser humano como un producto más del capitalismo. Por el que establecía un recorrido en 4 pasos: primero, el de la sicología social, el individuo es típico. Típico escritor de camiseta negra. Él lo ejemplificó con la marca de sus gafas, al ver que Vicente Luis Mora usaba la misma. Esa es nuestra primera percepción. La mía. Estos mutantes van todos de negro, me dije. En segundo lugar aparece la sicología individual, aquel rasgo por el nos van a reconocer únicos. Todos somos percibidos en algún momento como únicos. Por ejemplo en el mecanismo del ligue, que fue el que él planteó. El tercer momento es el de la siquiatría, esto es, cuando nuestros rasgos particulares empiezan a ser percibidos como defectos de fábrica. El típico escritor de camiseta negra (sicología social) que me resultaba tan inteligente y estimulante (sicología individual) ha resultado ser un neuras insoportable (siquiatría). En ese momento se establece un cuarto paso, que nos hace volver al principio:
-No, si ya lo decía yo, quién se puede fiar del típico escritor disfrazado con una camiseta negra.
Según Fernández Porta la literatura habrá de ocuparse de este proceso de la adquisición, consumo y desecho del producto afectivo.
Y pone como ejemplo el último cuento de Breves entrevistas con hombres repulsivos de David Foster Wallace. Y nos lo cuenta.


En cuanto al debate o las preguntas del público, no recuerdo nada digno de mención. Pero si alguien puede aportar algo que lo haga. Por Dios.


Para otra entrada dejo la ponencia de las 20:00, que por supuesto también empezó con considerable retraso. Y lo del viernes, que tuvo más miga.

11 comentarios:

Recaredo Veredas dijo...

Interesante, original y divertido análisis, sin duda.

Sirena Varada dijo...

Con tu estilo jocoso conviertes la crónica de lo que pudieron ser unas tediosas jornadas literarias, en una fiesta, con camisetas negras incluidas... Hay algo en tu narrativa que la hace distinta; como si tomases apuntes con bisturí en lugar de bolígrafo.

Por cierto, ya me han encargado tu libro, espero que no tarde mucho en llegar.

Hautor dijo...

Gracias por el testimonio de primera mano para los que no pudimos estar por allí. Espero ansioso el extracto del resto de ponencias. ¿Qué tal Fernández Mallo? ¿Y la cosa visual de Fdez&Fdez?

frikosal dijo...

Yo soy un pobre hombre harapiento y ¡repulsivo!. ¿Como crees que hubiera encajado alli?

Luis Recuenco dijo...

Parece que los de las gafas es un rasgo diferenciador de más peso que las camisetas negras, pero eso, entre gente sesuda, es peccata minuta. Un saludo.

hombredebarro dijo...

Recaredo, celebro que así te lo parezca. Un saludo, sin duda.

Sirena,un bisturí sólo puede hacer daño, así que procuro, no sé si lo consigo, que el paciente esté anestesiado y ser muy cuidadoso.
Gracias por hacerte cargo de mi libro, esa criatura que va por ahí pidiendo casa. Espero y deseo que haya algo en él que te compense el gasto. De tiempo y dinero. En efecto, gracias.

Hautor, quiero dar un testimonio más o menos fidedigno, desde mi punto de vista. Estoy trabajando en la ponencia de José Luis Brea del jueves por la tarde. Ya te contaré de Fdez. & Fdez. Sin ir más lejos, un saludo.

Frikosal, no hubieras encajado mal. No habrías estado solo. En cuanto a lo de harapiento. Repulsivo ya es otra cosa. Algo repulsivo le hubiera dado un toque genial. Así que mira. No te dejes desaprovechar. En efecto, saludos.

hombredebarro dijo...

Sí, Luis, las gafas siempre han sido una marca. Increíblemente yo de jovencito soñaba con desarrollar una buena miopía.Viendo que con otros desarrollos no me comía ni una rosca.

Luis Recuenco dijo...

Hombredebarro, te pido permiso para incluir un 'link' a tu página desde mi blog.

Anónimo dijo...

hombredebarro dijo...

Nocilla Dream, que me parecía un libro digno, lo dejé por la mitad. Quizás por la impresión de que seguir era más de lo mismo y se me cruzaron lecturas de más interés. Supongo, que la Experiencie será también un libro digno, que no sé si llegré a leer o no. Lo que sí es seguro es que no lo voy a comprar.
En cuanto al fenómeno, me parece, como todos los fenómenos, antipático. Centrar la renovación de la literatura en un autor, o grupo de un círculo más o menos cerrado, y en las obras que de él surjan, me parece una estrategia comercial. Esto es, vamos a vender como Zafón, pero a lo indie. Un bluf, en efecto y una tomadura de pelo. Cuanto menos dviersificada y plural esté la creación mejor para el marketing tradicional. El lector se siente menos perdido o desorientado. Se le puede garantizar que lo que está comprando es un producto con marca de calidad. Vamos, una mierda. Para mi gusto, claro, y mi razón de ver las cosas. Me acuerdo, a la sazón del exabrupto del artista que enlató su propia mierda. Quizás no sea mala metáfora de que todo se puede vender como mierda, hasta lo que es digno. Y no dudo de la dignidad de las obras nocilleras. Pero en las ganas que tienen de vendérmelas, echando un velo sobre un campo que puede ser muy heterogéneo y diverso, hay una maniobra de opacidad. Así que no compro nocilla, porque como la mierda, mancha. Y pringa más. No quiere eso decir que no me interesen o me puedan interesar algunos aspectos de su propuesta.
Y se acabó el rollo.
Un saludo.


http://lalinearecta.blogspot.com/2008/05/viena-y-nocilla.html

hombredebarro dijo...

Luis, tienes mi permiso, cómo no.

Anónimo, gracias por traerme aquí mis palabras. Sigo estando de acuerdo con ellas. Dime cuál es tu duda o inquietud.

Gracias.

Anónimo dijo...

Bien,
Premisa nº1: después de descojonarme (o no) con ese tu estilo eutrapélico de relatar las jornadas, hasta el punto de que se me salieron las amígdalas, estuve a punto de perder la conciencia con lo de "dar la merienda al mayor", ha sido sublime.
Peeeero, he de hacer una reivindicación de la letra "p", ya que eso de "sicología" siempre me ha llevado a pensar en "tratado de los higos" y me deja algo confusa.
Ave