En 1888 Erik Satie insertó un anuncio en Le chat noir en el que recomendaba al auditorio musical su obra para piano Trois Gymnopedies, considerada ya entonces, según él mismo, una de las más bellas del siglo que vio nacer a “este desgraciado gentilhombre”. Satie era un maestro de la titulación. Los nombres que les pone a sus obras son expresivos, divertidos y evocadores: Ojivas, Vejaciones, Misa de los pobres, Tres piezas en forma de pera, En traje de caballo, Verdaderos preludios fofos para un perro, Apreciaciones desagradables, La trampa de Medusa, Capítulos que pueden girarse hacia cualquier lado, Viejos cequíes y viejas corazas, Pecadillos inoportunos, Cosas vistas a derecha e izquierda (sin gafas), Deportes y Diversiones, Cinco muecas, Penúltimos pensamientos, Sonatina burocrática, Música de mobiliario, La bella excéntrica, o Mercure, poses plásticas, “título que encuentro magnífico”, dice el propio Satie, que carecía de ese defecto que es la falsa modestia. Satie llena sus cuadernos de dibujos y no deja de escribir pequeñas notas en papeles sueltos. Satie es también un agudo escritor que publica en revistas de la época, siempre bajo el mismo epígrafe, Cuadernos de un mamífero (extractos).
Fernando García Pañeda (Bilbao, 1964) ha elegido el título de Tres Gymnopedias para la que es su tercera novela. Antes fueron Las lágrimas de Eurídice y Kismet. La palabra Gymnopedies es una invención del músico, un neologismo genial sin un significado concreto. Está claro que el autor de la novela las ha intentado concretar en tres situaciones, tres historias o tres mujeres. La elección del título no deja de tener ciertos riesgos. Pero ya parece una marca de la casa: Kismet es un vocablo turco que significa hado, destino o fortuna. Las lágrimas de Eurídice nos evocan el mito clásico. Nuestro autor presenta artefactos que llevan implícita cierta dosis de hermetismo en su nombre, al tiempo que sirven como citas o claves para la interpretación de lo que viene a continuación. Sólo puedo hablar con propiedad de Tres Gymnopedias, puesto que las otras no las he leído. Pero ésta, como cita introductoria, tiene una aclaración de dónde viene la palabra. Y una somera descripción de la obra musical, en la que se hace referencia a la atmósfera de melancolía y la melodía triste. La novela se divide en tres partes, una para cada Gymnopedia, identificada cada una de ellas con una de las protagonistas de la historia: Emma, Celina y Julia. Además de esto el cuadro que ilustra la cubierta es Las señoritas Vickers, 1884, de John Singer Sargent. Son las citas emblemáticas del libro. Parte de las claves estéticas de su autor. No hay de entrada nada que nos huela a posmodernidad. Sin embargo, la apuesta literaria con la que se cumplimenta cada una de las partes es mucho más arriesgada de lo que cabría esperar después de lo dicho y lo visto: portada y título.
Gymnopedia I
(Lento y doloroso)
Emma
Bajo la forma de un diario sin fechas, Emma, la hermana mayor, intenta acercarse a los últimos acontecimientos de su vida, marcados por el dolor y la frustración, su separación matrimonial y la pérdida del bebé que esperaba, que hacen que regrese a casa al lado de sus dos hermanas.
Gymnopedia II
(Lento y triste)
Celina
Parte construida como un diálogo teatral con brevísimas acotaciones, en la que las tres hermanas desayunan juntas o reciben la visita de su tío Jaime. En ella se trata sobre todo de Celina, la hermana pequeña, hermosísima y muy inteligente, pero aquejada de un defecto físico que la ha marcado desde niña, así como ha provocado una relación sobreprotectora de sus hermanas.
Gymnopedia III
(Lento y grave)
Julia
Hay fragmentos de un narrador en 3ª persona, que fecha con el día de la semana y el día del mes, sin especificar otro dato, en los que se nos refieren los acontecimientos de Julia, la hermana mediana. Y fragmentos que son el testimonio de Martin, el vapuleado pretendiente por los aparentes caprichos del carácter de Julia, casi imposible de aguantar.
Digamos que esta variada estructura sí que hace que la historia caiga de lleno en la posmodernidad. Es fragmentaria, carece de concesiones al costumbrismo. Los lugares parecen o son inventados. El lenguaje es neutro, casi funcional. Acorde con los modos de hablar y escribir de los sujetos que forman parte de la historia. No hay estridencias y sí distancias. Por otro lado, la ausencia de referencias temporales y geográficas y el hecho de prescindir en casi todo momento de la descripción le dan a la historia un tono no sólo íntimo, sino también minimalista. Ni se nos cuenta toda la historia, ni ésta es lineal. Pero son vidas sencillas, cotidianas, próximas. Cada una de ellas ha de buscar una salida a ese callejón sin salida en el que se halla. Y se ponen a ello, con voluntad, con altibajos y también con la ayuda de las otras hermanas. Las tres están marcadas por un pasado familiar triste y desabrido. Pero las tres llegan al punto de ir hacia adelante. La posmodernidad de la historia no reside en aspectos aparentes, sino en el tipo de personas a las que el autor le ha prestado su atención. Seres de este tiempo.
Me gustaría destacar el difícil equilibrio que en todo momento se consigue, porque esta es una literatura del bien y de la ternura, de la parte más diáfana y clara del hombre, de la búsqueda de la felicidad, con todas las limitaciones que el mundo le pone. Es fácil, o más fácil y tiene “más caché literario” el mal, el personaje siniestro, raro, diferente. Aquí se habla de personas corrientes, con tres historias muy normales. Ahí está lo difícil. Y creo que el autor consigue su propósito. Lo que en literatura ya es un pleno. No me gustaría acabar sin decir que en la tercera historia he encontrado la mejor puesta en escena del cortejo y la conquista amorosa. A través del patetismo distante y bien manejado de un proceso de migraña que sufre Julia, atendida en todo momento por el paciente Martin.
Merece muchísimo la pena leerla. Porque en el avance de la lectura la obra va cogiendo su verdadera dimensión.
Ahora ya sólo falta que su autor, responsable del blog Territorio Enemigo, me conceda una entrevista que le tengo solicitada.
9 comentarios:
Hombredebarro, ¿no te atormenta el presagio de que puedes ser, de pleno derecho, un escritor, pero te asusta la idea de desnudar tu alma? Como en un estriptis fóbico. No sé, a mí me aterra la imagen de mí mismo en un proscenio, bajo las candilejas, y sin otra alma que la mía a la que recurrir.
(No pretendo ser pesado, ni soy gay, así que tranquilo. Sólo que me seduce tu escritura y es tan fría la blogosfera...)
Luis, no sé si la pregunta es retórica. Pero en caso de que no lo sea, no, no me atormenta ser escritor ni tengo mucha intención de desnudar mi alma através de la escritura, así que no siento miedo al escribir. Estoy más por el estriptis cómico. Un género poco frecuentado.
Y para nada eres pesado (ni gay). Y me alegra que te seduzca mi escritura, porque con esa intención escribo.
Así que un saludo.
No debiera tardar mucho el autor de las Gymnopedias en concederte la entrevista que tienes solicitada. Depués de leer la crítica que has hecho de su libro casi que debería de suplicártelo, máxime teniendo en cuenta que lo tuyo no parecer ser la lectura de compromiso ni el elogio gratuito.
Este viernes, 16, espero estar con Fernando, le recordaré tu entrevista pendiente.
Sirena, ya está concedida y en marcha. En cuanto a leer por compromiso procuro que sea lo menos posible. Elogio lo que me gusta, claro.
Un saludo.
Óscar, me parece muy bien. Él ya tiene las preguntas.
Hola, leo tu artículo por recomendación de Fernando, el autor, que me ha dicho que me fije especialmente en lo que escribes sobre Julia. Y ya que paso por aquí, te dejo un saludo. Volveré.
Yo también buscaba referencias sobre el libro y las que he encontrado aquí me sirven de mucho
Saludos de uno que lee
Leí de un tirón, me gustó, volveré
Se acaba el año y aquí estoy, buscando nuevas puertas que abrir. Después de leer esta referencia, me lo voy a leer porque me has convencido.
Volveré
Un saludo y feliz 2009
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