viernes, 6 de febrero de 2009

Leo "El bailarín del abogado Kraykowsky"


Soy de la muy discutible opinión de que el escritor de raza no se pasa la vida leyendo. El que lee mucho es más lector que escritor. Después de cierto conocimiento del material acumulado, uno ha de dedicarse a escribir, si es que tiene algo que decir. De lo contrario, lo contrario. El caso es que me gusta algo que dijo Borges sobre el poco tiempo de que uno dispone en la vida para leer libros voluminosos. El se refería en concreto a Lolita, de Nabokov, que por ese motivo no quería leer. Pues bien, aunque poco, sigo leyendo a la par que escribo. Más que nada porque me sirve para copiar. Prefiero las pocas páginas a las muchas. Siempre. A las pocas el peor defecto es que le falten. A las muchas que le sobren. ¿Cuál es peor defecto de los dos? Voy a hacer una encuesta.

Lo de antes es un preámbulo. Al grano: voy a facilitaros mis lecturas comentadas. ¿Qué interés pueden tener? Las lecturas en sí, alguno. Mis comentarios pueden ser prescindibles o quizás animen a alguien a leer lo que yo he leído. Y eso sí que es interesante. Leer lo que otro acaba de leer. Con la lectura no ocurre como con el cine. Las lecturas se comparten no porque se realicen simultáneamente, sino porque se suceden, tal como los testigos en una carrera. Los clubes de lectura no cuentan: son un pu(t)ro coñazo. Un modo absurdo de leer. Para que podáis leer lo que yo he leído os voy a facilitar un enlace en la red. Si no, ¿cómo?

La primera lectura es un cuento de Witold Gombrowicz del volumen Bakakaï, traducidos por Sergio Pitol y publicado por Tusquets Editores en 1986. El cuento se llama "El bailarín del abogado Kraykowsky" y está en la página 232 del documento que os enlazo AQUÍ.

Leer ese cuento de W.G. puede ser interesante por un motivo práctico. Si uno no ha leído nada del polaco, la lectura de esta historia de pocas páginas es más que suficiente para desde ya decir que uno ha leído a Gombrowicz, y eso siempre resulta prestigioso. Sobre todo si uno es escritor. G. es un escritor para escritores, lo cual en el siglo en el que estamos es una redundancia. Los escritores que sólo satisfagan lectores, Dios me perdone, escribieron lo que ya estaba escrito: perdieron el tiempo ellos y nos lo hicieron perder a los demás.

Otro motivo puede ser que en el cuento susodicho hay uno de los temas favoritos de G. Un tema que por ejemplo desarrollará en su novela Pornografía, con lo que muchos se pueden ahorrar la novela y llegar al tema por el cuento. Es un tema interesante, poco frecuentado por otros escritores. Un viejo necio proyecta en otros personas ciertos deseos de sensualidad. Un erotismo voyeur, monomaniático y desquiciado. Es esa sensación tan precaria y sutil del que cree que ha descubierto una pasión en otros, de modo que necesita que lo que "ha descubierto" se llegue a cumplir.

Por último, quien lea este cuento se acercará en pocos minutos (no más de 20) a un modo de enfocar el asunto que no ha prosperado demasiado en otros narradores, que han preferido unos tonos más almibarados para sus historias. Quizás porque no tenían mucho que decir, quizás porque se deberían haber limitado a leer a Gombrowicz.

¿Es eso lo que debemos hacer nosotros? No se puede responder esta pregunta sin haber leído a G. He aquí el momento más barato para hacerlo, y fácil.

Se me olvidaba por donde tenía que haber empezado. En la encuesta de Babelia sobre el cuento de hace unas semanas, Cristina Fernández Cubas citaba éste como uno de sus cuentos favoritos. Por si mi recomendación no basta. Yo tampoco lo conocía. Vayáis a pensar mal. No ando por ahí leyendo a todas horas. El enlace se lo agradezco a Desequilibros, que hizo un gran trabajo por encontrar la mayoría de los cuentos que allí se citaban.

Pinchad sin miedo. Y decidme que os parece el cuento. Y por qué ese título.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

He leído algunos de los cuentos, me resulta...ajeno.
Besos

hombredebarro dijo...

Juan Carlos Gómez, Goma, amigo de Gombrowicz, con el que mantuvo correspondencia hasta poco antes de su muerte, me envía un artículo muy interesante, que coloco aquí. Omito el resumen que hace de "El bailarín..." Pero volveremos sobre él.

LOS CUENTOS DE GOMBROWICZ


Entre los años 1926 y 1944 Gombrowicz escribió doce novelas cortas que las conocemos con dos títulos diferentes: “Memorias de los tiempos de la inmadurez” y “Bacacay”, nombre este último de una calle del barrio de Flores en la que vivió durante unos meses en el año 1940. A veces llama a estas narraciones novelas cortas, otras las llama cuentos, novela o cuento “El bailarín del abogado Kraykowski” es su primera historia conocida, es decir, publicada de Gombrowicz.
Adoptó desde el principio un tono fantástico y cortó de inmediato con la realidad normal para entregarse a las manías, a las locuras y al absurdo. El absurdo de Gombrowicz tiene, sin embargo, la lógica ceremoniosa de los rituales y las celebraciones. Fue su madre, según nos cuenta, quien lo empujó al desatino y a las sandeces, el deporte de las conversaciones disparatadas que mantenía con ella lo iniciaron en los misterios del arte y la dialéctica. El snobismo también jugó un papel importante en la formación de su estilo, aunque tenía perfecta conciencia de la vanidad y de la estupidez de esa actitud.
Como esos líquidos que están en el mismo recipiente pero que no se mezclan, convivían en Gombrowicz su clase social y una conciencia penetrante y agnóstica que buscó muy pronto conocer los estilos fundamentales del pensamiento universal, la independencia, la libertad y la sinceridad. Y en el mismo recipiente se arremolinaban también las aguas turbias de sus anormalidades psíquicas y eróticas. Ninguna de esas realidades tenía predominio sobre las otras, Gombrowicz se encontraba entre ellas y tenía que fingir para no ser descubierto.
El estilo de estas novelas cortas es brillante, humorístico e irónico pero los componentes de las narraciones son, la más de las veces, morbosos y repulsivos. Esos componentes repugnantes, no obstante, pierden mucho de su carácter repulsivo porque los utiliza como elementos de la forma, tienen un papel funcional y obedecen a un objetivo superior: la creación artística. El plasma sombrío que existía dentro de Gombrowicz está metido en estos cuentos, pero no desparramado como una marea hedionda, sino chispeante de humor y ennoblecido de poesía para alcanzar por el absurdo la inocencia.
Gombrowicz intenta cancelar su deuda moral, quiere que la obra lo absuelva. Dentro de él existían elementos abominables, pero si él podía utilizarlos como componentes de la forma, entonces, a través de este procedimiento, se convertía en su dueño y señor. El ser confuso, indolente e inseguro que era quería ser de otra manera en el papel, un ser brillante, original, triunfador y purificado.
No estaba en condiciones, pues, de hacer otra cosa más que la parodia de la realidad y del arte. La sensación de irrealidad lo ponía entre las cosas y no dentro de ellas, pero Gombrowicz buscaba la realidad y sabía que se la podía encontrar tanto en lo que es normal y sano como en la enfermedad y en la demencia. Los sondeos que estaba haciendo alrededor de la anormalidad y de la locura no llegaron a tocar fondo, por consiguiente sólo estaba en condiciones de escribir parodias. Si esas novelas hubieran sido sinceras Gombrowicz hubiera estado engañando a los lectores por la sencilla razón de que él no era sincero. La parodia a la que se vio obligado le permitió liberar a la forma desvinculándola de su pesantez y convirtiéndola en reveladora.
Con este aparato formal paródico fue penetrando en un mundo que con posterioridad sacó a la superficie en sus novelas y en sus piezas de teatro. Hay en estas novelas cortas situaciones y visiones que no le van en zaga a lo que escribió después. Las reflexiones que estamos haciendo sobre sus comienzos artísticos tienen como inspiración los propios recuerdos de Gombrowicz. Pero el pasado no se recuerda tranquilamente, se recuerda con pasión. La memoria sólo recupera del pasado aquello que puede serle útil al presente para alimentar con lo que fuimos ayer lo que somos hoy. (...)

(Juan Carlos Gómez)

Emmaskarada dijo...

Me ha parecido divertido, inquietante, original. Puede que haya sido la traduccion. Entiendo el titulo y podria decirse que es un cuento de terror aunque el bailarin me inspira cierta ternura no entiendo por que se obsesiona con Kraykowsky.
Lo del baile de San Vito me ha matado.
No se quien es el escritor. Vamos, no se de donde es.
Soy lo peor. Pero me gusta su rostro.

Emmaskarada dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis Recuenco dijo...

Sí, pero fíjate que Lampedusa fue durante toda su vida un lector voraz y sólo muy entrado en años se decidió a escribir una novela, y mira lo que le salió. Sherwood Anderson comenzó a escribir a partir de los cuarenta, lo misma que Olaf Stapledon. Yo creo que hay lectores escritores y escritores lectores. Escritores que leen poco hay pocos; lectores que no escriben hay multitud.

Anónimo dijo...

Es verdad lo que dice Luis.
Además siempre ha habido esa confusión eterna en el mundo hispano de creer que se ha de ser un "escritor joven", descubrir talentos inmaduros, etc...¿Raro,no?
Bss

Anónimo dijo...

Para mí fue un escritor divertidísimo. Ferdydurke, para mí, fue un hallazgo y, luego, quise leer todos y descubrí el hallazgo Cosmos. A Pornografía me dio pereza pillarle el truco y también a Transatlántico.
Los Diarios a mí me parece muy bien para abrirlo de vez en cuando y encontrar una excusa para escribir un algo otro sobre este algo, pero también otro. Pero no me he leído el cuento del bailarín porque usted no da tiempo, Hombre de barro, y aquí hay libros que regañan y regañan a todas horas y les da igual que sea mañana, tarde o noche. Son unos demoños.

hombredebarro dijo...

He cometido un error. He señalado un objeto interesante con un dedo tumefacto y ha llamado más la atención el dedo que el objeto. Ya dije que era muy discutible la afirmación. Tanto que yo mismo podría estar en desacuerdo. O afirmar categórica y gratuitamente lo contrario sin llamar tanto la atención: Un escritor de raza es aquel que lee muchísmo. Pero el post no debería dar vueltas en torno a lo que yo digo. Me interesa Gombrowicz. Que se lea el cuento y que cada uno diga lo que le parezca. Os agradezco vuestros comentarios y vuestra atención. Pero volvamos al relato:
Mita dice que le resultan ajenos los cuentos que ha leído del polaco. Es cierto, son ajenos. Son mundos diferentes al nuestro. Nos complacen poco y no sabemos muy bien de qué carajo nos está hablando. ¿No los hace eso interesantes?
A Enmaskarada le ha divertido el cuento. En efecto lo es, divertido y absurdo, como puede ser una secuenta marxiana.
Luis, Alberto, me interesa vuestra opinión sobre el relato.
Alberto, a mi Ferdydurke me entusiasmó sin saber en ocasiones de qué me estaba hablando. Estoy terminando Pornografía, que no me ha entusiasmado tanto, pero que continúa con la obsesión que predomina en este cuento. La de los viejos maniáticos que creen descubrir ciertas pasiones en los jóvenes y las quieren ver cumplidas aún cuando puede que sólo sean imaginaciones suyas.

Un saludo.

Voy a hacerun post aparte dedicado sólo al relato. Sin dejar notar la herida de mi dedo.

Luis Recuenco dijo...

Me ha parecido un excelente cuento, muy bien escrito, sugerente e impreciso; literariamente, una pequeña joya. Yo veo varias posibles lecturas. Si atendemos al título, parece que el autor nos pretender dibujar la historia de un complejo de inferioridad exacerbado que se autoalimenta de sí mismo -¿masoquismo?-. Sin embargo, yo veo la historia de una venganza muy retorcida, un rencor que se disfraza de alfombra para ser pisoteado, y en su propio dolor gozoso encuentra su desquite, pero poco a poco, porque parece que sólo acabará con la muerte de nuestro bailarín, quien se aferra a esa venganza para dar sentido a sus últimos días.

Unknown dijo...

Aquí una cieguita que no encuentra su camino: Lo siento, pero pincho en los enlaces y me llevan a "Bakakaï", no a "El bailarín del abogado Kraykowsky", y como tiene 245 páginas, aún no estoy en condiciones de opinar.
¿Alguien que guíe mi bastón para dar con el relato?

Anónimo dijo...

Es el último de todos, Xriss. Once páginas en la edic de Tusquets.
Un besito (cómo me mola ser tu cieguecito guía).

José Cruz Cabrerizo dijo...

Creo que con este relato por fin he comprendido eso que dicen que el escritor nunca debe perder el respeto a sus personajes. En manos de otro, este pobre hombre obsesionado por el abogado (genial la intriga, me queda la duda de qué tipo de atracción siente por él)habría sido ridiculizado, servido para la mofa y befa, pero este Gombrowicz (difícil que me acuerde del apellido mañana)nos lo sigue presentando con total dignidad.
Interesante también esta iniciativa de poner un relato para comentar.

Saludos

Unknown dijo...

jopé, ¡pero qué distraídos somos los sabios!, si lo pone clarísimo: página 232. Voy a leer el relato ahora bisbito.
Voy a tener que volver a las cartillas Rubio.

Unknown dijo...

Gracias, ayudante de cieguecitas sin borracherita.
-----
El inicio del cuento me ha producido unas sensaciones que me han hecho recordar las que me produjeron el comienzo de "El hombre que era Jueves" de Chesterton, por esa extraña mezcla de descripciones costumbristas con el retrato de un personaje singular, patético, en un relato cargado de introspección y que uno no sabe si produce ternura, sorpresa, repulsión, o qué leñes. Ese platonismo masoquista que lleva al acoso y derribo del obejeto de amor, hace que den ganas de pedir a gritos que el pobrecito epiléptico sea internado para bien de la humanidad y sobre todo del abogado, al que el narrador identifica en un momento dado con la palabra "juez", curioso. No sé cuál sería el origen instigador de un relato tal de autocastigo que lleva a castigar aún más a su personaje secundario, pero en el título lo de "bailarín" podría cambiarse por “El cadáver del abogado Kraykowski”, con entonación de entrega y fastidio total, o por “La marioneta del abogado Kraykowski”, con el sentido de ser manipulado inevitablemente por seres superiores por su perfección. En fin, que me lo he pasado "teta" leyendo el relato y me incita a leer el resto.

EC dijo...

Esta es un buena iniciativa.
De todas formas discrepo con el contenido, no estoy muy de acuerdo con que este cuento sea muy representativo de lo que escribió o que baste para hacerse una idea de su especial "humor". Recomiendo leer, aparte del resto de los cuentos de Bakakai, la novela "Cosmos" y también el prologo de Fredidurke.

Saludos

Anónimo dijo...

Yo vivo rodeada de "mundos ajenos".;)
Algunos son geniales, otros...no.

Anónimo dijo...

Hay algo de religiosidad encubierta creo yo. El gnóstico Witoldo ubicando a su bailarín en el pavimento, de rodillas y pidiendo azote. Merecemos el castigo de Cristo por pedir tanto de él, con la vehemencia característica del creyente ortodoxo. Quizás dejamos dejar en paz a Cristo y valernos por nosotros mismos.