lunes, 15 de junio de 2009

Diario de un hombre que corre. Apéndice.


Casi todo es una acumulación de palabras y sólo quedan las anotaciones, lo demás es como si se disipase. Se volatiliza lo que parecía real, quienes eran de carne y hueso. Aquellos que tenían quienes les persiguieran, quienes les amasen. Un hombre corre y cuando acaba su carrera una acumulación de hombres acaba con el primer hombre. Y luego la noche, la luna en sus diferentes fases.
¿Qué ocurrió? A fuerza de restregar el portero de la finca, a cuya entrada lo mataron, consiguió eliminar todos los rastros de sangre. Luego las palabras vinieron a nuestro encuentro como vendajes, como caricias, como ternuras después de los golpes.
"La vida, sin la desgracia, es insoportable." Anoche estalló la lámpara bajo la que leía Primavera sombría, de Unica Zürn. La desgracia nos pone los puntos sobre las íes. Un hombre que corre perseguido por el grupo de hombres que lo van a matar sabe lo que son las palabras, más que nadie confía en ellas, porque es consciente de que ya está empezando a disiparse. Mi propio rastro está en palabras que no me pertenecen: "Lo que hay que hacer es tirarse al agua, me decía, en vez de andar rondando el borde de la piscina. Yo opinaba lo contrario. Nada de ademanes demasiado bruscos, sino pasividad y morosidad, con lo cual deja uno que se le meta dentro, despacio, el espíritu de la zona." En el café de la juventud perdida, Patrick Modiano escribe estas palabras que me pertenecen, mientras un hombre que corre lleva 100 años corriendo y 100 años un grupo de hombres lo lleva presiguiendo para matarlo.
Investigo los bordes de la piscina. Con motivo de la publicación de una Antología de cuentos leo en El País que en Quito, allá por los años 20, un hombre pidió un cigarrillo y lo mataron a patadas. El escritor Pablo Palacio leyó el suceso en un periódico y escribió un cuento que tituló Un hombre muerto a puntapiés. La consiguiente búsqueda en Google enseguida me demuestra lo contrario que a una generación de escritores que se piensa novedosos y rupturistas. No hay escritura demasiado nueva, innovadora o avanzada.
Una noticia= un relato. La carne siempre se transforma en metáfora, sobre todo si es carne muerta. Miren: Procedimientos de ruptura en la narrativa de Pablo Palacio. Las condiciones de ilegibilidad de sus textos en la década del 30. Lucía de Leone.
El relato del ecuatoriano se abre con los siguientes lemas:"¿Cómo echar al canasto los palpitantes acontecimientos callejeros?" y "Esclarecer la verdad es acción moralizadora". Del diario El Comercio de Quito.
La gente honrada no quiere ladrones, estafadores o viciosos. Y para que la gente honrada esté tranquila tiene perros que vigilan y persiguen a todo aquel que echa a correr. La vida sin la desgracia resultaría, más que insoportable, absurda. ¿Qué sería de todos nosotros si nadie corriese detrás de quien echó a correr primero? La lista de los comercios por delante de los cuales el hombre que corre pasa es la siguiente: (todos cerrados a la hora en la que corre el hombre, cerrados a la hora en la que paso yo por allí corriendo, perseguido por las sombras de quienes corrieron detrás, perseguido por mí mismo):

Viajes Zafiro Tours
Calzados Asun
Carnicería La Hoz
Farmacia
Droguería Toi
Asador de Pollos Romerito
Modas María Caballero
Manicuras Cari
Unicaja
El Horno Boutique del pan
La Platería
Mercado de Huelin
Bazar Ceuta
Oportunidades Málaga

y los que hay en la acera de enfrente.

2 comentarios:

Miguel A. Zapata dijo...

La obra de Palacio es una gozosa invitación a escribir según la vida es pensada, o mejor aún, soñada. Todo procedimiento de ruptura estructural, perceptiva o lingüística está ya en estos cuentos amorfos y extraños, y en su novela "subjetiva" (Palacio dixit) "Vida del ahorcado". Léanlos. Un post muy acertado. Saludos.

Luis Recuenco dijo...

Comercios planificada y cronométricamente cerrados por un destino que se alía con los perseguidores, como en "Crónica de una muerte anunciada", de García Márquez.

Un saludo.