sábado, 21 de agosto de 2010

Odisea


El grafitti es de Bansky


Soy una pompa de jabón que pasa por un hombre que camina por la calle, me agacho para atarme los cordones, soy una pompa de jabón que busca el arriba. En pocos segundos estallaré y, blop, la gente se arremolinará en torno a mí y alguien me aflojará la corbata y me desabrochará la camisa.


El niño lleva un rato aporreando la puerta, pero no estoy seguro de si quiere salir. La aporreó largamente para entrar. Largamente quiere decir que entretanto un hombre se fue pudriendo como hombre.


Cae un pájaro en picado, se precipita contra el operado busto de cupletista de una señora delante de un escaparate. Se le clava como un puñal y ella se agarra al pájaro como a una tabla de salvación.


Abro la boca y enseño una máquina de amor perfecta. En lugar de dientes una ametralladora que escupe formas, en la lengua un remolino de cuchillas lujuriosas. Me abro la bragueta y enseño una máquina perfecta de perdón.


Los árboles son príncipes perdidos, los ríos son princesas perdidas, los gusanos son príncipes encadenados a princesas.


Marcho sobre el polvo de los que marcharon antes por este desierto, como polvo, escupo polvo y sobre el polvo sueño. Es más que suficiente para un hombre al que se le deshace el nudo de los zapatos, un hombre que es una pompa de jabón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No me gusta (perdona) jajaj
Prefiero tus zapatos y Larra.
Besis

Antonio Senciales dijo...

Me parece el relato-metáfora perfecto, sí señor.
Saludos desde el sudeste ibérico.