lunes, 27 de septiembre de 2010

Avisos


Ilustración: Gulliver de Robin Jacques

Ya no son sólo hormigas por los brazos, ahora también siento cómo me corren por las piernas. Hormigas o carcoma, a mí qué más me da, gusanos, pequeñas bocas devoradoras que tienen que darse un festín a mi costa. Hace demasiado calor para pedalear con el cuello cerrado e imagino cómo se va ennegreciendo con el roce sudoroso de mi piel. Hay una pequeña puerta de hierro al fondo por la que he de pasar, pero la entrada la entorpece un obstinado vigilante al que será necesario derribar. Empujo, aprieto los dientes y pongo los puños por delante como si fuesen arietes. No hay nada que hacer, los brazos se me parten, sin resistencia. Yazgo junto a otro cuerpo derribado. Me pudro, comienzo a pudrirme, llevo pudriéndome desde que empecé a hablar: no había nada, ni hormigas ni carcoma, nada, sólo mi podredumbre risueña, hirviente, jugosa e inquieta como un guiso casero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué asco!!!
Y ese título? Estoy lenta de reflejos...
Besos