Señor Agustín Martínez
Valderrama es usted un plagiador literario.
En primer lugar se llama
usted casi como yo, Antonio Báez Rodríguez.
Podría usted haber elegido otro nombre. Son varias las coincidencias
nada más empezar. Tal como yo decidí
nacer en Antequera para 1964, usted no se tomó la molestia de disimular al
nacer en 1976 para Gavá.
He leído su libro Sentido sin
alguno. No disimule.
Lo he leído y me ha gustado,
claro, cómo no iba a gustarme si ese libro lo voy a publicar yo mismo en breve.
Claro que ya le he cambiado el título.Y más cosas.
Veamos, usted no es yo, ni yo
seré usted, y poco nos parecemos, pero si, como dicen, los hábitos hacen al
monje, tiene usted costumbres malsanas como las que yo tengo, que enseguida nos
irán igualando y un día puede que sea usted, señor, quien soy yo ahora o yo
llegue a ser quien usted fue.
Nada más abrir su Sentido
se corta usted una oreja. En eso, lo admito, ambos hemos plagiado a Vicente Van
Gogh.
Yo, lo confesaré, también
plagio descaradamente. Plagio lo que me da la gana y con alevosía. A lo mejor me
puse Antonio por Agustín, sin ir más lejos.
Luego coge usted una bolsa de
plástico y se la pone en la cabeza.
Menos mal que confiesa usted que todo el mundo por la calle lleva una
con dos agujeritos para los ojos y uno para la boca.
A mí, señor, esas cosas me
las hacen en privado, me gustan, no voy a negarlo. Y si he sido yo quien le ha
plagiado a usted poco me importa a estas alturas. ¿Conoce usted a alguien
original? Preséntemelo, dejará de serlo.
Tiene usted su estilo, yo el
mío. Pero su estilo no sería nada, como nada sería el mío, de no llamarse usted
Valderrama, como Juanito, y yo Báez, como Joan.
En Sentido la gente encima
se le arroja al vacío, es gente que tiene ganas de volar, vaya. Como a mí. Los
personajes se me van por las ventanas. Me está entrando el pánico, puede que
sea yo quien le copié a usted, o mis seres arrojadizos a los suyos. Habrá que
buscar un perito en materia que dictamine. Usted arroja a niños, a viejos. Yo
una vez tiré un piano. ¿Tirará usted en el futuro uno?
Pasemos ahora a sin.
Usted se hace amigo de los perros que no son perros, sino cachos de aire. Hasta
aquí podríamos llegar, no le consiento que tome el nombre de los perros en
vano. Señor, a mí los perros me dan compañía y charla. Pruebe usted con eso, ya
que más da.
Y luego riza usted el rizo,
como yo detesto el fútbol, para despistar, le da a usted por Maradona.
Bueno, tengo que reconocer
que usted o yo mismo, tiene su personalidad, la tengo. Pero no va de eso el
caso, lo que hay que dilucidar aquí son esas sutiles coincidencias que un día
te confunden al punto de ya no saber si fue usted el primero, lo fui yo o lo
primero fue algo que no viene a cuento.
Además en sin
sale un puente. Voy a pasar quizás por la circunstancia de que usted como yo en
persona carnal habrá cruzado más de uno. Los puentes están ahí para que cada
uno los cruce como le de la gana. Pero no deja de ser otra coincidencia.
Sin embargo, tengo una prueba
definitiva, escribe usted la palabra gintonic como la escribo yo, sin guioncito
de marras o espacio. Hemos dado ese paso equivalente al del hombre en la luna.
En la última parte, titulada alguno,
donde ya creía que ni usted ni yo nos habíamos robado ideas, poco antes de
cerrar el libro, me mete usted cada día un dedo en un buzón. Al menos uno de
tantos podría ser que me perteneciese, me lo arrancaron de un bocado cuando
siendo muy joven salí una noche de juerga.
Señor Juanito Valderrama Rodríguez Agustín, le recuerdo lo que usted
mismo escribió:
Se miró en el espejo y se vio
gorda como un palillo.
Me he asomado a su Sentido sin alguno y allí estaba Joan
Báez Martínez Antonio. Sinceramente, no sé. Por un momento, pero ya sé que no.
Le pido disculpas.
4 comentarios:
Pues me deja usted consternada, señor Joan: a ver si no fue ayer Juanito quien me firmó su libro en la presentación madrileña (llena de plátanos, por cierto).
oiga ahora que lo dice usted, veía yo reminiscencias de un libro no leído que me sonaba mucho.
Y el tipo volador mientras yo tocaba el piano... comienzo a entender muchas cosas.
Magnífico, Antonio.
Un libro como el de Agustin se merece una reseña así de original.
Muy buena Antagus.
Os felicito a los dos pues.
Gracias, Antonio.
Una reseña audaz, como todo lo que haces.
Abrazos.
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