lunes, 2 de febrero de 2009

Amapolas


Neon lights and reflections in Shinjuku, Tokyo, Japan, Chris Mellor.

Soy una criatura infernal, demoníaca. Pero mi siquiatra insiste en quitarle hierro al asunto. En otra época me hubieran quemado en una hoguera. Sólo por mis inclinaciones. Hoy por hoy estoy en tratamiento. Es una pena el sufrimiento que le causas a tu familia, me dijo alguien para convencerme de que viniera a la terapia. Bien, aquí estoy. La maldad es fácil de disimular. Uno se lava las manos, se limpia los dientes, se pone una corbata, busca un trabajo y le da un beso de despedida a sus seres queridos. Pero no se puede disimular todos los minutos de la vida. Hay lapsus. Uno se compra un punzón en una ferretería y se introduce en una aglomeración de gente. Es muy placentero. Se trata de pinchar culos como si sólo fuesen globos. Uno deja tras de sí un campo de amapolas de sangre. Uno respira hondo y vuelve a su trabajo, a cederle el asiento a una compañera con un enorme bombo, dentro del cual flota un incipiente astronauta. Uno se interesa por el estado de la futura mamá, por el nombre que han pensado ponerle a la criatura. Las mujeres son más hermosas que nunca en esa espera. Uno las admira, mientras se lava las manos, mientras lo comenta con un compañero de la oficina, mientras se cepilla los dientes o se anuda la corbata. Los niños son lo mejor del mundo. Uno camina por una avenida solitaria, aferrado al interior de los bolsillos. Uno ve cómo se acerca la dulce mamá empujando el carrito de su bebé. A uno se le ilumina la cara: los niños son lo mejor del mundo y ella todavía conserva ese brillo especial. Uno sonríe con cierta beatitud. Mantiene el paso y espera que estén cerca.
Luego, una de esas dos veces en semana, delante de quien conoce los entresijos de la mente del hombre, a uno se le ocurre una pregunta:
-¿Ve usted Los Soprano, doctor?
Pero uno sólo dice:
-El sueño se sigue repitiendo, me gusta y me inquieta a la vez: es el mismo campo de amapolas que me recuerda que he de comprarme un punzón. Un punzón con el que me gustaría entrar en una aglomeración de gente.
-¿Y no hay alguien especial a quien te gustaría clavárselo?
-No, creo que no odio a nadie en concreto. Me levanto animado, pero enseguida me derrumbo.
-¿Sigues con la medicación?
-Por supuesto, doctor.
Te gustaría preguntarle, pero dudas. Él se da cuenta, pero se limita a esperar, sin ayudarte. Supones que para eso ya está la medicación. El papel de él es otro.
-¿Usted ve Los Soprano, doctor?
Sin embargo, permanecéis callados uno frente a otro. Tamborileas los dedos en el reposabrazos del sillón.
Aquí estoy. En el pasado ya hubiera ardido en una hoguera. Soy hijo de los espíritus malignos, de las sombras. Nada que no tenga, no obstante, remedio con la medicación adecuada, con la exteriorización de los demonios. Ese sueño de las amapolas es luminoso, pero me hace sufrir. La pregunta del dependiente no debería haberme sorprendido tanto.
-¿Qué quiere, usted?
Miro a mi alrededor y veo un orden impecable, cada instrumento y tornillo o pieza en su lugar, como no puede ser de otra forma en una ferretería.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La exteriorización de los demonios siempre es la creación de un demonio que contiene todos ellos.
Pero esas cosas sólo las podemos ver en las ferreterías.

Por cierto, que cada vez está usted más entregado a las imágenes.

(qué estupendo libro Campo de amapolas blancas y qué irrepetible me parece que va a quedar la serie Los Soprano -la favorita de los ferreteros-).

Anónimo dijo...

¿De quién es Campo de amapolas blancas?
Bss

Anónimo dijo...

Hola Mita, no sé si tan sólo me ha parecido ver un guiño por parte de don Antonio.
Es un libro de Gonzalo Hidalgo Bayal publicado el pasado verano por Tusquets. Para mí es muy recomendable.
Un saludo.

Anónimo dijo...

No lo conozco, gracias!
Voy a curiosear.
Besos

Antonio Senciales dijo...

Hoy quiero destacar tu buen gusto en escoger las ilustraciones de tus artículos.
Eliges muy buenas fotografías.
No quería dejar pasar la ocasión sin decírtelo.
De tus virtudes plumíferas ya sabes lo que pioenso hace tiempo.
Saludos.