lunes, 2 de abril de 2012

Kappa



En su gran mandilón Kappa limpia el filo del cuchillo. Se repasa con los dedos los gruesos labios brillantes, grasientos. Apenas ve. Es como un banco de niebla. En mitad de la llanura. Está ahí como una montaña, pero también como una ciénaga. No tiene paredes, tampoco musculatura. Alguien lo ha modelado, pero se está escurriendo como el sudor del hombre que se le acerca. A las puertas de la ciudad, el forastero se enfrenta a Kappa, la criatura que se relame, el comedor de pastores flacos. Pero nadie más que el forastero ve eso. Para los demás Kappa es una fuente, un pozo donde refrescarse, un jardín, un oasis. Mientras los mercaderes descansan en sus sombras antes de entrar en la ciudad, saborean sus frutos y beben su agua, el forastero siente en carne propia las afiladas cuchillas de sus dientes.

La fotografía es de Ruud Van Empel

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