martes, 24 de abril de 2012

Rho






Un hombre se encuentra con Rho cuando abre la ventana y se asoma al exterior. El hombre y Rho llevan sin verse un montón de años y mira por dónde hoy Rho se ha parado en mitad de la calle y ha mirado a una ventana cerrada, que en pocos segundos alguien ha abierto. Quien ha asomado la cabeza se ha sorprendido de ver a Rho mirando hacia arriba, pero estas cosas pasan. No tienen mucho que decirse. En realidad nunca se han dicho nada, pero se conocen. Este encuentro que apenas dura unos minutos, lleno de sorpresa e incredulidad, se adueña de sus vidas. El hombre abandona el plato de comida que tenía en la mesa, abandona la casa, abandona su trabajo. Rho renuncia a su vida callejera, deja de husmear dentro de las papeleras y los contenedores. Decide hacer una llamada telefónica. Regresa a su casa, donde es bienvenido. Después de abrazar a sus hijos se acerca a la ventana. En la calle un hombre que nunca ha dormido a la intemperie no deja de pensar en que ese momento está a punto de llegar. Por fin Rho se mete en su cama después de tantos años. El hombre que lo ha tirado todo por la borda se siente libre a pesar de los temores. Rho alarga un brazo con timidez, con temor, pero también con deseo y con las puntas de los dedos comprueba que la cama es un territorio desolado, inabarcable.





La imagen es el retrato del pintor Adrian Paul Allison por Emil Botto Hoppé

2 comentarios:

Lansky dijo...

Así son los acontecimientos que cambian nuestras vidas.

¿Causales o casuales?

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Anónimo dijo...

Esos momentos, pequeñas acciones que pueden cambiarlo todo-
Besos