jueves, 29 de octubre de 2009

El escritor y la puta


Soy un escritor caprichoso, pero lo que es más importante: soy un escritor que puede permitirse todos los caprichos. Llevo un año iniciando mis cuentos de esa forma, donde dice escritor he puesto hombre, mujer, perro, abogado, español, etc. No miento. Escribo sin demasiado que decir. Escribo porque escribir le da un sentido a mi existencia como hay quien corre, bebe, canta, sin demasiada necesidad de hacerlo, pero sin ningún interés por otra cosa. Soy dueño absoluto de los minutos que paso escribiendo. No me preocupa el mensaje. Escribo historias sin valor añadido: no hay más allá de lo que cuento, no hay un significado, pero los lectores prefieren que las historias sean metáforas. No los culpo, a la mayoría de los escritores les parecen poca cosa sus ocurrencias y se empeñan de dotarlas de simbolos y significados. Cuando me canso le doy final a un relato y empiezo otro. No los cierro, los dejo simplemente por donde iban. No obstante, a mis amigos escritores les parece un acertadísimo rasgo de estilo para que el lector trabaje. Soy un escritor sin éxito: no he publicado libros, no he ganado dinero escribiendo ni escribir me ha servido para ligar. No me gano la vida escribiendo. Es tan sencillo y tan simple como soñar con los ojos abiertos. Pero todo es ficción, todo lo que yo escribo es una patraña. Una patraña gratuita y absurda. Estoy en contra de todas las formas de escritura que conozco. Mis amigos escritores me acusan de frivolidad en la pose, pero creo ser un tipo bastante concienzudo. Lo único que me interesa es seguir escribiendo. Vivo con una mujer con la que no tengo ni he tenido ningún tipo de relación sentimental. Compartimos los gastos de un piso alquilado, eso es todo. A ella no le interesa lo que yo escribo ni a mi lo que ella vive. Es puta. El sueño de cualquier escritor es vivir con una puta. Soy una puta caprichosa, cómo no. Así inicié uno de mis cuentos, que continuaba, cómo no, así: pero lo que es más importante: soy una puta que puede permitirse todos los caprichos. Mi mujer me arrojó algo a la cabeza, no sé qué, no lo recuerdo, cuando le dije que lo nuestro se había acabado. Me tuve que marchar de casa y buscar algo por ahí. Salí con la máquina de escribir y lo puesto. Me encerré en mi habitación y empecé a escribir. Mi compañera de piso me dijo:
-Nos vamos a llevar bien.
-¿Quieres leer alguna de mis historias?
-Bueno, quizás en alguna ocasión.
-Vale.
Cuando las ganas aprietan me voy de putas, pero nunca me he encontrado con mi compañera de piso. Ella prefiere las novelas románticas. Me gustaría que los años transcurriesen así, que nada volviese a cambiar, pero me temo que no va a ser posible.

4 comentarios:

Naia Salud dijo...

Me he tropezado con su blog con la agradable sorpresa de leer su texto "el escritor y la puta" y descubrir la pasión, la frescura y naturalidad de como narra la historia.El éxito ya lo tiene en sus dedos, su cabeza y sentimientos.Tiene el talento para transmitir. No se desanime. Seguro que publicará algo dentro de poco.
Saludos

Antonio Senciales dijo...

¡Joder, Antonio, y después dices que sólo soy yo!
Estoy de acuerdo con ,lo que manifiesta la visitante anterior.
Saludos.

Antonio Senciales dijo...

Deseo añadir que una característica que da valor a lo que escribes es que abres tu alma y cuentas con sinceridad (aparente) lo que sientes y piensas..., que no sigues un guión, que no buscas un porqué, que no tratas de que se asigne un significado paralelo a aquello que relatas...y eso gusta por lo visto a la mayoría de los lectores.
De vez en cuando me gusta visistar tu página.
Saludos.

Fernando García Pañeda dijo...

Oiga, Antonio (Senciales), ¿cómo que de vez en cuando? La página de Antonio (Báez) debería ser lectura obligatoria y de visita acreditada.
Aunque se salga sin ganas de vivir de algunos de sus relatos más duros.
Que no es éste el caso.