jueves, 3 de diciembre de 2009
Ícaro y su puta madre
Ícaro representado por Matisse
Yo iba subiendo, emplumado,
como un cohete de necesidades,
aferrado a las escalas que me ofrecían
los poetas,
pero de repente mi plan inicial
se vino abajo y comencé a caer como una lluvia de ceniza
en un charco hondo de deslices
y promesas,
me quedé hasta la madrugada viendo la televisión:
gente en la cocina con robots multiusos
o fortaleciendo sus abdominales sin esfuerzo.
Quizás más que un mito clásico adaptado
a los tiempos
tú necesitas otra cosa, quizás que te arrime el taburete
a los ojos dry-marini,
quizás un gesto nuevo en el enésimo cigarrillo.
Pero no sé, no tenía que haberme puesto a pasar
ya el poema a limpio.
Nadie parece hacer lo correcto.
Sin embargo ahora estamos aquí,
después de cientos miles de azares,
en la boca de este pozo,
ofrecidos al comercio de la carne
como símbolo.
Etiquetas: Relatos, Comentarios
Ahora sí que le he echado cara
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario