jueves, 10 de febrero de 2011

Prisionero y libertador


-¿Es usted un prisionero?
-¿Y usted es un libertador?
-No me conteste con una pregunta. Si no es usted un prisionero lo tendré que tratar como a un enemigo.
-Tráteme usted como quiera.
-Le advierto que habrá diferencia en el trato.
-Puede usted tratarme un rato como a un prisionero recién liberado y luego como a uno de sus carceleros. Me hace esa ilusión.
-Veo que no se está tomando usted en serio su destino.
-Perdone, perdone las risas, son los nervios, no sé qué es lo que me pasa. Pero le juro que le agradezco su preocupación por mí.
-Muchos hombres han dado su vida por llegar hasta este lugar para liberarles.
-Lo siento. No he querido...
-Póngase en su fila, sea cual sea.
-¿Puedo ofrecerle un cigarrillo? ¿Una chocolatina?
-No, gracias. Traigo los bolsillos llenos de cigarrillos y chocolatinas. Nos dijeron que cuando los liberásemos se los ofreciésemos. Pero me temo que nada está saliendo como era de esperar.
-A nosotros nos dijeron que nunca vendría nadie a sacarnos de aquí, y estábamos convencidos de que así sería.
-Eso fue una estrategia para derrotarles moralmente. Y creo que bastante eficaz, por lo que veo.
-No lo sé. Voy a fumar.
-Es la misma marca que traemos nosotros.
-Sí, pero no.
-Ya, sí, pero no.
-¿Y ahora?
-Todo el mundo está esperando la liberación. Van a ser recibidos ustedes como héroes.
-¡Un héroe!
-Así es.
-Me alegro por mi madre. ¿Sabe, antes de caer prisionero, le di muchos disgustos?
-Pues ahora ella se sentirá muy orgullosa de usted.
-No sé si estará viva. ¿Usted tiene familia?
-Mujer e hijos. Mire, tengo una fotografía en la cartera.
-Muy guapa su mujer. Y sus hijos tienen pinta de chicos inteligentes.
-La verdad es que soy un hombre afortunado.
-Hoy todos lo somos. Es el día de la liberación.
-Es un día histórico.
-Sí que lo es. Me gustaría darle un abrazo.
-Puede usted hacerlo. Los fotógrafos estarán encantados.
-Huele usted muy bien. Perdone, pero yo apesto.
-Eso no tiene importancia en momentos como éste.
-Me gustaría volver a verle alguna vez después de que pase todo esto de la liberación.
-Estaré encantado. Le invito a visitarnos en nuestra casa. Es grande y tiene cuarto de invitados.
-Prefiero que venga usted a mi casa, vivo solo. En la suya me sentiría violento. Su mujer es demasiado hermosa.
-Pues búsquese una novia. Así podríamos quedar para ir a cenar algún sábado.
-Esa sí que me parece una buena idea. Mi madre también se alegraría.
-Claro, hombre, esa es la actitud.
-Ha sido usted muy bueno conmigo, muy paciente y no se merece que yo le engañe. La verdad es que creo que no soy uno de los prisioneros. Cuando les he visto entrar en la fortaleza me he quitado mi uniforme de guardián y me he vestido así.
-Me lo ha puesto usted difícil de principio a final. Podría pegarle un tiro ahora mismo y decir que se ha resistido.
-Lo sé.
-Empecemos de nuevo.
-Gracias, gracias, gracias, nunca hemos dejado de tener esperanza.

3 comentarios:

Lansky dijo...

¡Dodotis de combate! (Disculpa la frivolidad; te leo atenta y gustosamente)

Lansky dijo...

por cierto 'dodot' es la palabra en hindi para taparrabos

Unknown dijo...

Jopé, macho, cada día se te ocurren relatos más descuadrajillantes.