jueves, 17 de marzo de 2011

Dobles



La fotografía es de Francois Brunelle

El festival internacional de dobles de personalidades se celebraba todos los años desde hacía unas cuantas décadas, pero el teatro de la ciudad ya no se llenaba de público para ver a los concursantes presentados invariablemente, como era protocolario, por el Elvis Presley del concierto de Las Vegas en 1970. En las primeras ediciones el festival tuvo un gran éxito de público y participantes, avalado por las televisiones nacionales que se disputaban su retransmisión. Con los años el fervor por los dobles había amainado, pero los organizadores, a los que les empujaba más la pasión que el éxito, mantuvieron una convocatoria anual mucho más modesta y discreta que las de los primeros años de la moda, incluso que las de su posterior eclipse. En el escenario, bajo las luces despiadadas de los focos, los dobles se mostraban a un público compuesto de adolescentes con ganas de cachondeo, ancianos desorientados y hombres solitarios que no encontrarían en la feria otro lugar más adecuado para pasar un rato de diversión sin ilusiones. Unos bebían y otros escupían las cáscaras de los frutos secos a los pies del doble de Obama, que a lo largo de su dilatada carrera había sido también doble de Gardel y de Chaplin entre los clásicos. Muchos dobles eran continuadores del oficio de sus padres. La doble de Lady Gaga era hija de la doble de Marilyn y del doble de Torrebruno. Había pocos dobles jóvenes, pero cuando aparecía uno su entusiasmo podía más que toda la sordidez que rodeaba al oficio en los últimos tiempos. De vez en cuando sus vidas recobraban algunos de los destellos de épocas pasadas, sobre todo si el cine o las campañas publicitarias echaban mano de algunos, pero lo normal era subsistir con otros oficios que nada tenían que ver con el mundo del espectáculo. Se decía que más de una personalidad famosa utilizaba dobles para sus apariciones en actos benéficos, en inauguaciones de pintura o en las visitas a los parvularios. Por eso había sido muy fácil propalar una leyenda según la cual quien recibió las noticias de los aviones que el 11 de Setiembre de 2001 se estrellaron sobre las Torres Gemelas mientras visitaba un colegio no fue el presidente de los Estados Unidos de América George Bush, sino su doble. Detrás del escenario aquel grupo de hombres y mujeres se concentraba para componer la personalidad falsa, fingida e imaginada de sus dobles a partir de noticias de la televisón y recortes de Youtube. Entre ellos varios imitadores de Mikel Jackson. Después de que empezase a sonar la música comenzaron a salir por el lado izquierdo del escenario para ir perdiéndose por el derecho y volver a aparecer segundos después por el izquierdo nuevamente, como si estuviesen dando rapidísmas vueltas al mundo que una y otra vez les hacían pasar por allí. La coreografía era precaria, las poses burdas, el sentido del ritmo inexistente. La música atronadora. El frío y el agua se colaban por los agujeros que los toldos de la carpa tenían abiertos en los costados y también en el techo. Sobre una mesa alta detrás del escenario había varias botellas, de las que se podían servir para entrar en calor. En una de las vueltas al mundo sobre el escenario ya iban cogidos de la mano, como dos buenos amigos, dos dobles que de otra forma se habrían odiado a muerte. Las fotografías que se hicieron de este espectáculo mostraban que el mundo real había desaparecido, que lo que quedaba era un espejismo, un reflejo lleno de tics, el deslizamiento procaz de su duplicación. Se exhibieron con gran éxito en una exposición el mismo año que por primera vez no se celebró el festival internacional de dobles de personalidades.

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