miércoles, 30 de marzo de 2011
Algunas consideraciones
La fotografía es de Maya Goded
El texto de ayer titulado Refugio me plantea algunos interrogantes, supongo que como a cualquier lector, sobre los que me gustaría hacer varias observaciones:
-En primer lugar está planteado como un proyecto de texto definitivo, de historia por escribir, que en ningún caso, por supuesto, se escribirá. Eso me permite acumular anotaciones sin la elaboración narrativa que uno espera cuando le cuentan algo, cuando va a contar algo. Este artificio abre otra vía de fingimiento de la verdad:
“La idea es buscar refugio dentro y fuera…”, como frase con la que se empieza, luego: “Es un proyecto que aún no está materializado.”, más adelante se hacen referencias a la idea de cómo tienen que discurrir los acontecimientos y el cierre: “Pero aún estamos en la fase inicial, cuando sólo hay un boceto.”
Esas frases se refieren a la historia que se va a desarrollar en el relato, que consiste en la puesta en escena de un crimen, pero también hacen referencia a los puntos sobre los que se sustentará ese texto definitivo que está todavía sin escribir.
-En alguna ocasión anterior he hablado de mis reticencias sobre el planteamiento de los procesos sicológicos para explicar a los personajes: “El detonante tendrá que proceder de un acto más allá de la sicología del individuo…” En este sentido me gustaría echar mano aquí del concepto de hybris de los griegos antiguos, que entendían muy bien los actos de “locura”, de desmesura, de desear mucho más que la parte que toca. ¿Cómo explicar la violencia, en particular la de género?. Ya he escrito en otra ocasión algún relato sobre el asunto mucho más asequible desde el punto de vista de la escritura y la lectura. La violencia de género no se explica sólo por su categorización. Planear el crimen, y planear el relato del mismo, como si fuese la puesta en escena de la tragedia, es un paso para tomar conciencia de lo que ese acto es. La distancia, la apelación al intelecto y no a los sentimientos básicos es fundamental para querer comprender.
-Tengo algunos referentes:
La siquiatrización de los individuos y de las conductas no basta. Por ejemplo, Leopoldo María Panero, que vive en el Hospital Psiquiátrico Insular de las Palmas, cuando escribe en Acéfalo (Proyecto de Cuento): “Sin la concesión a la humanidad que supondría explicar el proceso psicológico que lleva a il conte a devorar a su hijo muerto, explicación que sería inútil, a más de falsa, dado que la decisión de hacerlo ha de cortar inevitablemente toda continuidad psicológica, vemos a Ugolino en el acto de hacerlo, devorando a Gaddo sin apenas darse cuenta de ello.”
Por otra parte Andrés Rabadán, autor de Historias desde la cárcel, que hace unos 16 años mató a su padre con una ballesta, afirma: "Soy culpabe, lo reconozco abiertamente. No me escondo, no iba drogado ni bebido. Mis problemas de entonces no eran más graves que los vuestros de hoy en día. Cabalgaba desbocado a lomos de mi ira. Un grave peligro. La cárcel era necesaria, no digamos que no. Me consta que, explicado así, parezco el psicópata que he negado ser. Sí, es un callejón sin salida, un embrollo. Era y no soy. Soy y no era".
-Finalmente, mi modesto texto es una reacción contra una corriente efectista y melodramática de la literatura, que tantas ganancias y réditos está reportando, en títulos como “El niño del pijama de rayas” (e imitadores). Ningún narrador medianamente exigente se aproximaría a asuntos tan complejos y dolorosos con mecanismos tan burdos como lo está haciendo cierta literatura. Sabemos ya lo suficiente como para trabajar con los materiales de otras formas, que nos ofrezcan también aproximaciones nuevas a esa “verdad” que buscamos, esté donde esté.
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