miércoles, 12 de marzo de 2008

La rata


Es lo que tienen todos los venenos, que te abren las puertas de la mente o de la conciencia. La pregunta que me hago ahora, en este intervalo de estertores, hubiera sido imposible ayer, cuando mi cuerpo estaba limpio. La cuestión es si yo hubiese tomado el veneno con una natualeza distinta a la de la rata. Por ejemplo con sólo ser el esposo de la envenenadora. O su perro, o su gato. Y la verdad es que no lo sé, pues el veneno iba camuflado en aquella torta de aspecto tan magnífico. Por qué motivo no iban a habérsela tomado ellos con la misma confianza con que lo hice yo. El veneno no estaba a la vista y la señal de peligro, una siniestra calavera con las tibias cruzadas, había sido quitada de enmedio. No es que yo la hubiese reconocido de haber estado impresa en la misma torta que me comí. Ya se sabe, o mejor dicho, ya lo sé yo, que una rata carece de entendimiento antes de ser envenenada, y supongo que un perro y un gato, aunque no así un marido, que se puede dar cuenta de la trampa. Sin embargo, entre el veneno que me he tragado y yo misma parece suponerse una relación de necesidad que nadie aceptaría en los otros casos. Nadie vería bien que se le echase veneno a la leche del gatito, o a los dog chow del cachorrillo. No digamos ya en el caso de que la envenenadora sazonase la sopa del esposo con matarratas. Pero rata y veneno parece un binomio necesario.
En pocos minutos estaré paralizada por completo. Y mañana amaneceré rígida, fría sobre el frío pavimento. Las mismas manos que han escondido en el exquisito dulce la dosis letal me barrerán con un escobón.Y a nadie le importará mucho, a lo sumo sentirá asco quien me vea en el cubo de la basura. La misma sensibilidad que se apenaría de ver en ese lugar a un lindo gatito o a un tierno can. Como soy una rata, voy a morir como una rata. El veneno recorre mi cuerpo como si fuese una corriente eléctrica de clarividencia. En estos momentos de temblores y espasmos el veneno es ya mi motor, porque lo que soy ahora es más que nunca lo que voy a ser en unos minutos, no creo que llegue a la hora. Ya soy una rata muerta, aunque aún no lo estoy. En cada uno de los intervalos del dolor, en la caída de cada punzada, en cada latido con el que se me acelera el corazón, hay un rasgo de conocimiento nuevo, una señal que antes no existía. En esta claridad de intuiciones que a vuestro gusto les resultarán erróneas o perversas, provocada por ese veneno que me habéis endulzado con la ternura de un obsequio, va la sugerencia de que uséis el veneno para sacar de la faz del mundo a tantos bebés llorones como hay, a tantos ángeles y criaturas plomizas, o cónyuges cansinos. Antes de que por mis venas corriese esa pócima yo no sabía mucho de mí, ni siquiera que fuese una rata. Pensaba que era un tipo de lo más corriente y que usaba un nombre de pila. Las ratas no tenemos.

4 comentarios:

El Doctor dijo...

Es sorprendente como las ratas nos están ganando terreno.Y no solamente en el basural de la vida,sino también en la conciencia.Hay un libro maravilloso titulado Firmin que versa sobre una rata más humana que cualquier humano.También la envenenan.Ya te digo,amigo;empezamos a envidiar la suerte que corren las ratas,más que la nuestra.
Un cordial saludo.

Recaredo Veredas dijo...

Hola hombredebarro. Buen relato. Sobre todo en la zona final, donde el tiempo está magníficamente medido. No creo que la suerte de las ratas -al menos desde nuestra privilegiada perspectiva- sea envidiable. Por ahora. Saludos.

Marisopli dijo...

"Pero rata y veneno parece un binomio necesario.", me ha hecho mucha gracia, qué quieres que te diga, pero estás equivocada, maja, yo soy una rata de laboratorio, me llamo Adela, y soy donante de conocimiento, o así me lo ha hecho creer el que viene con la bata sin cola y olor a formol y me susurra, atusándome los bigotes, que nos vamos a ganar un nobel los dos,está estudiando un fármaco para producir flatulencias sin ruido y sin olor. Pero no me fío, cualquier día me abre la barriga en canal, que tiene cara de Jack.

Fernando García Pañeda dijo...

Humanos y ratas: binomio necesario.
Magnífica utilización de la rata con los fines que supongo persigue el relato. Estremece.
Si se lo diera a leer a mi esposa no creo que llegara a terminarlo. Y eso de no terminar un libro o un relato puede ser un gran elogio.