miércoles, 19 de marzo de 2008

Volkswagen Golf GTI


Este es el llavero: míralo bien porque es todo un símbolo. Dentro de la circunferencia arriba la V y abajo la W. Como las alas de un ángel terrible. Supongo que en aquella época yo me sentía así. Un ángel terrible está muy tentado por el demonio.
No. Nunca se me ha ocurrido deshacerme de él. Me recuerda muchas cosas que entonces me gustaban. Antes preferiría arrojar la silla por la ventana, pero claro, luego cómo iba a poder moverme. Ni siquiera sería capaz de salir al jardín para recuperarla.
Era muy gracioso, yo no me daba cuenta, sin embargo sí que lo veo ahora. Había tipos que se reían de mí, pero no dejaban de ser unos patanes. Quizás unos acomplejados. Yo me sentaba en la barra y sobre ella ponía mi credencial, como si fuese un poli que sacase su placa. Allí estaba mi llavero. Níquel. Allí estaban las chicas que me interesaban y mi marca de whisky favorito. La verdad es que todo era delicioso. Ahora peso treinta kilos más, no me responde el cuerpo de cintura para abajo y llevo sin probar ni gota desde hace nueve años. El llavero me recuerda que una vez disfruté de la vida.
Me quedé dormido, una cabezada de un segundo, pero en ese momento estaba entrando en una curva. Fuí a dar contra el tronco de un árbol centenario. El cabrón sigue allí. Duro como el tiempo. Ese sí que me jode, el puto árbol. Cuando me acuerdo de él, acaricio el llavero, suave y frío. No echo de menos a las mujeres, y ya tampoco el whisky. Pero es jodido conducir el puto coche automático de los lisiados.
Perdón por el lenguaje, pero no hay otra manera de expresarlo. Yo al menos no la encuentro. Sí, parece que se levanta algo de fresco.
El interior era todo un lujo, con la tapicería en cuero. A veces acariciaba a una chica por los muslos, y dejaba ir la mano. La pasaba por el repaldo que había tenido que reclinar. Me gustaba tanto, era tan feliz, que la chica se daba cuenta. Y más de una se enfandó por eso. Yo me reía. Cómo no iba a hacerlo. No vayas a tomarle celos al coche, les decía. Tú me gustas más. Pero ambos sabíamos que era mentira. Hubo una que no dejaba de repetir: Guauuu que suaves son los asientos. Mientras, frotaba su culito. Pero no me hizo gracia. La tipa quería un golf. Cómprate uno, le dije. No volví a montarla en el mío. No me digas que no era divertido. Hoy me tengo que conformar con una tapicería de microfibra que repele las manchas.
No te confundas conmigo. Yo no soy uno de esos anuncios de la DGT. A mí lo que me hubiese salvado de esta silla hubiese sido que hubieran talado aquel árbol a tiempo. Pues no me vas a creer si te digo que hubo algún ecologista que me acusó de atentar contra el jodido árbol. Pero vamos a ver: qué es lo que les gusta a esos. ¿La naturaleza? La verdad es que no lo entiendo. Mira, me veo obligado a vivir en una casa de planta baja. Pues este jardincito que tú tanto has alabado me pone enfermo. Yo entonces vivía en un séptimo piso. Llegaba por las noches después de tomarme mis copas, me tiraba a la cama y hasta el día siguiente. Esta casita encantada, este chalecito de turrón, debería volar por los aires o como poco arder. Con su tullidito dentro. ¿Por qué no?
Yo volaba, volaba con las alas de mi GTI. Lo ponía a 200 por hora y no puedo ni decirte lo que sentía. Se me ponía dura, joder. Esa piltrafa de ahí abajo.
¿Qué color?
A ver dime qué piensas, de qué color crees tú que era.

3 comentarios:

frikosal dijo...

Un conocido tenia un polo 1200, que era un cochecito, pero la llave era como la del gti.

Se iba a las discos de barrio y a las chavalitas pobres de barrio, mal pintadas, les decía que tenía un golf, con la esperanza de que una vez dentro no se notara. Alguna se quejo, "eso no es un golf!".

Que cosas (y mas que mejor no cuento). La vida creo que le ha ido bien.

hombredebarro dijo...

Alguna se quejó, eso no es un golf, qué bueno. La realidad es ficción.

Marisopli dijo...

desde luego, no era de color esmeralda.