viernes, 16 de noviembre de 2007

El escritor y sus habichuelas

Desde que el otro día me referí a uno como escritor con h, debido a su naturaleza mitológica, me quedo con las ganas de seguir escribiendo hescritor, ya que la palabra con ese aspecto sale ganando en empaque e ironía, como el individuo que se atreviera a viajar en metro con ropa de calle y un reluciente bombín en la cabeza. No obstante, me voy a cortar un pelo. Se empieza por ahí y lo que sigue es quitarle la h a las habichuelas, por humildes. Un paso más allá empieza la ruina ortográfica. Cosa que, espero que quedase clara en la entrada anterior, no queremos.
Un inciso antes de seguir con lo que vamos.
¡Qué hermosa es la palabra ruina, ¡verdad? ¡Qué romántica! En cierta ocasión quise concertar por teléfono una cita para visitar unas ruinas romanas y al otro lado alguien se molestó. Yacimiento arqueológico, me dijo. En ese caso me hace usted dudar, le contesté. Tenía pensado hacerle el amor a mi novia entre ruinas. Pero la cosa cambiaba con un yacimiento. Dudé un instante y por fin me decidí. Probemos, pensé.
Igual que entre ruinas.
Ea, pero a lo que vamos. A lo del título.
Los escritores han de ganarse, hemos de ganarnos, las habichuelas para poder escribir. Como todo hijo de vecino. Hace unos día tuve noticias de un escritor que vive de una barbería en su pueblo. Qué envidia sentí, Dios mío. Una de esas envidias gratuitas y simplonas. Hay escriotres, supongo, que conducirán autobuses, otros serán médicos, taxistas, profesores, empleados de banca, ingenieros, funcionarios municipales. De todo habrá. En mi caso, quizás lo sepáis ya, me dedico a la enseñanza. También es corriente hallar escritores entre los periodistas. De todos estos, muy pocos llegarán a vivir alguna vez exclusivamente de la literatura. De los libros que escriban.
Supongo que esto de no poder vivir de la literatura no es tan malo. Y también supongo que será estupendo vivir únicamente de la literatura.
He observado que de un tiempo acá hay bastantes escritores que se dedican a la gestión cultural, a la edición o a actividades relacionadas con las políticas en torno a la escritura y la lectura. Han aparecido además fundaciones y becas que fomentan la creación literaria. Supongo que todos los caldos de cultivo para que surjan escritores van a ser siempre pocos. El modus vivendi es muchas veces la atalaya desde la que las personas se asoman y se relacionan con el mundo. Y creo que un escritor-médico será diferente de un escritor-empleado de una aseguradora o de un escritor-cabrero.
Nuestro actual ministro de cultura es escritor y escritora es la exdirectora de la Biblioteca Nacional a la que le robaron unos mapas.
Los escritores han de ganarse la vida. Como todo hijo de vecino.
También habrá escritores en el paro, ¡cómo no! Pero los oficios de los escritores, decía, les sirven de ventana al mundo. Más que nada porque ser escritor no es redactar pregones, sino mantener una postura en la vida. Yo soy muy pesadito con el punto de vista. Hoy día cuando queremos que alguien nos conozca, nos presentamos a través de nuestras actividades, intereses, profesiones, estado civil, o por el estilo. Pero a pocos se les ocurre decir aquellas cosas que prefieren no hacer, aquellos carguillos a los que no aspiran, aquellos ascensos que desprecian. El otro día un chacho de 83 tacos me confesó que había pensado sentarse a escribir, que más o menos ya estaba preparado. Qué hermosa obra por escribir, pensé. Pero supongo que él piensa lo contrario: Qué hermosa obra por dejar de escribir. No acaba de decidirse.Me picó la curiosidad y le pregunté a qué se había dedicado hasta su jubilación:
-Prefiero no tener que decírtelo, me dijo.
Y me pareció bien.

6 comentarios:

Dante Bertini dijo...

mucha literatura
volveré con más tiempo
lo merece

leo dijo...

¡Hola! Qué buen ratico me estoy pasando leyendo tus entradas antiguas. Quería hacértelo saber y mandarte un saludo. Me verás más por aquí, jefe.

Antonio Senciales dijo...

A cierto escritor asiático muy conocido hoy le preguntaron por otro colega y paisano y contestó: 'Siempre me ha gustado leerle, escribe muy bien', y a continuación concluyó 'Le tengo envidia', aclarando que cuando se dice esto de un autor determinado es que es un buen escritor.
Hombredebarro, óyeme: te tengo envidia.
No te dediques a escribir artículos o columnas sobre literatura además de hermosos relatos, que me arruinas y, ¿cómo me ganaré entonces la vida?
Saludos.

frikosal dijo...

Un tema complicado que tratas bien, en otra ocasión te comento algo a propósito de los mapas robados y la prensa.

"Y también supongo que será estupendo vivir únicamente de la literatura."

Esto pensaba yo, pero el otro día alguien me dijo que no, que lo bueno es tener un sueldo con 14 pagas. Me hirió mucho el comentario, supongo que no era esa su intención, pero me hirió por que esas 14 pagas me han costado 20 años de mi vida y muchas humillaciones. Ahora, por fin, por las tardes tengo un ratito libre para hacer lo que me da la gana.

Por lo del amor en las ruinas, quisiera mostrarte esto, a lo mejor te gusta,

ruinas

Fernando García Pañeda dijo...

Sí, yo también empiezo a sentir envidia...

JML dijo...

escritor, hescritor, excritor... excretor... Palabra extraña; mejor que buscarle profesiones alternativas es jugar a ponerle y quitarle letras hasta dejarla como (h)abichuela de pobre, como bien dices.

Saludos