lunes, 14 de enero de 2008

Tormenta

Siempre es igual en esas noches. Al azote de la lluvia contra la fachada del edificio, al azote del viento contra los toldos de la terraza, al azote de los rayos en el cielo y, a los pocos segundos, de los truenos, lo que hago es vestirme y sentarme en la oscuridad. Eso sí, fumo. Como mucho, cruzo las piernas y fumo. Completamente vestido. Aunque sea todavía de madrugada y falten unas horas de sueño para ir a la oficina. Luego habré de desvestirme, me quitaré la chaqueta, la camisa de seda, la falda, las medias, ese corpillo negro que tanto me gusta. Y con las toallitas me desmaquillaré. Los párpados sombreados, los labios rojos, las mejillas. Frente al espejo, insomne y cansado, como después de todas esas noches de tormenta de mi vida, que he pasado en la penumbra. A lo sumo fumando, con las piernas cruzadas, haciendo el núcleo de mi ser esa ausencia, ese no haber sido como me siento. Vestido con tus ropas, Adela.

5 comentarios:

leo dijo...

Jaaaaaaal. Bestial. Me ha gustado muchísimo.

Fernando García Pañeda dijo...

La interior siempre es más dura.

Mariano Zurdo dijo...

Cómo admiro la capacidad de transmitir en la brevedad. Yo soy incapaz.
Besitos/azos.

Unknown dijo...

Cariño, he encogido al hombredebarro. No su calidad, claro.

Tawaki dijo...

Primero pensé en un hombre, luego en una mujer, más tarde en una travesti y al final consigo acertar. Todo en una docena de líneas. Increíble.

Un abrazo.